Yo pensé que la oposición, precisamente por estar en contra del sistema, se iba a ver muy revolucionaria en sus propuestas de comunicación rumbo a las elecciones de este año.
Pero no, se están yendo a lo más anticuado, a lo más convencional, a lo que ya no funciona: a los spots, al rencor y a los numeritos musicales.
¿No se dan cuenta de los mensajes de profunda flojera que están mandando? ¿Nadie ha sido capaz de decirle a sus coordinadores que por ahí no es el camino?
A menos, claro, de que no se trate de ganar, de que sólo se trate de cobrar, de fingir.
¡Qué diferencia con lo que está haciendo Claudia Sheinbaum! Sí, hay spots. Se tienen que hacer. De una manera u otra están en la ley.
Pero la verdadera precampaña de la doctora es un asunto mil veces más complejo que incluye cualquier cantidad de activaciones y algo muy admirable: lo digital.
Ahí es donde uno entiende que la señora quiere ganar. Ahí es donde uno entiende que Claudia no se conforma con hacer lo que hacen todos.
Le voy a poner mi ejemplo favorito: “Shein Boom”. ¿Qué es esto? Un podcast, el podcast de Claudia Sheinbaum, pero no como invitada, como “podcastera”, como comunicadora, como creadora.
Usted lo sabe, los podcasts son el fenómeno del momento, producciones parecidas a la de la legendaria radio con cámaras pero que viajan a través de plataformas digitales.
Por tanto, entran todavía más rápido al sistema nervioso. Son lo máximo.
Millones de mexicanas y de mexicanos consumen podcasts a cada rato, en cualquier lugar y de mil y un maneras. Llegaron para quedarse.
Figura que no tiene podcast, no es figura. ¿Dónde están los podcasts de las precampañas? ¿Dónde están los podcasts de la oposición?
Vamos a decirnos la verdad: los spots son algo muy cómodo, un buen negocio que a estas alturas de la historia de la comunicación, salen casi, casi, en automático.
Producir un podcast, no. Hay que echarle “ganitas”. Preparar, coordinar, editar.
Es muy sintomático el silencio de la oposición en este sentido y más que Claudia Sheinbaum esté triunfando ahí.
“Shein Boom” es una producción de más o menos media hora que sube al mundo digital todos los lunes. Usted lo puede escuchar, pero también lo puede observar.
¿De qué trata? Contrariamente a lo que cualquiera pudiera suponer, no es para el lucimiento de Claudia. Es para que la gente se luzca a través de Claudia.
Le explico: en la comunicación de antes, los equivalentes a estos tipos de materiales tendían a ser ejercicios de egolatría donde los políticos se chuleaban de principio a fin.
En los podcasts, y muy específicamente en el podcast de la doctora, Claudia le entrega las cámaras y los micrófonos a los demás para que cuenten sus historias en el mejor estilo de Cristina Pacheco.
El resultado es francamente positivo porque los invitados, al abrir sus corazones, hacen que Sheinbaum haga lo mismo y se establezca una inigualable sensación de comunidad donde todos empatizamos con todos.
Es la magia de los podcasts que, aplicada a una precampaña electoral, está generando algo histórico.
¿Por qué? Porque a diferencia de la radio tradicional, en un podcast uno se enamora de quienes están hablando, uno acaba por entenderlos, por sumarse a sus proyectos.
¿Ahora entiende la relevancia de “Shein Boom”? No se trata de que Claudia sea mejor o peor conductora que las “Señoras Punk”, que las “Envinadas” o que las estrellas de “Se regalan dudas”.
Se trata de que aquí en verdad la podemos conocer y no a través de un entrevistador. ¡A través de sus invitados!
¿Y quiénes son sus invitados? Jóvenes afrodescendientes, campesinos, de la comunidad LGBT, con discapacidad, enfermeras, tiktokeras, artistas, colaboradores.
Entre menos formal, mejor. Porque ahí es donde uno se da cuenta del corazón de la precandidata, de su posición como madre de familia, como abuela.
Es muy hermoso y complejo, cosa que no podemos decir de los spots ni de Xóchitl Gálvez ni de Movimiento Ciudadano.
No sé usted, pero yo estoy convencido de que “Shein Boom” es el principio de algo tan importante como fue “La mañanera” en sus orígenes.
No por nada esta emisión, a diferencia, incluso, de algunos de los podcasts más famosos del momento, sí trabajó durante las fiestas decembrinas y hasta se dio el lujo de subir en un día tan complicado como el 1 de enero.
Hay que escucharlo, hay que verlo y estudiarlo, pero no como lo haríamos con un programa de radio o de televisión.
Aquí, insisto, las reglas son otras y poco a poco la doctora se ha estado convirtiendo en una experta. ¿O usted qué opina?