Le voy a pedir un favor: este fin de semana, vaya al cine a ver Sin señas particulares.
Es la película mexicana que domina las nominaciones para el Ariel de este año. Le juro que es una experiencia indispensable para entender al México de hoy, para empatizar con miles de personas.
Y es que no existe nada más poderoso que la ficción. Por más que los noticiarios informen, hasta que uno no ve eso con actores, no entiende lo que está pasando.
No le voy a contar detalles para no arruinarle la experiencia, pero Sin señas particulares es una cinta imperdible que habla de mujeres, de mamás que buscan a sus hijos.
Lo increíble de esta película de Fernanda Valadez es que le da la vuelta a todos los lugares comunes que existen alrededor de este asunto y que termina por construir un retrato que oscila entre la belleza y el horror donde uno ve tantas cosas que acaba convencido de la existencia del diablo.
Inmenso guión de Astrid Rondero y Fernanda Valadez. Qué economía de palabras. Qué manera de llegar directo a las emociones.
Lo que más amo de Sin señas particulares es que casi todo está contado por los rostros de los actores.
La cámara de plata frente a ellos, no se mueve ni tantito y todo, absolutamente todo, cae en el poder de esos actorazos divinos encabezados por Mercedes Hernández y David Illescas.
Cero melodrama. Toneladas de suspenso. Todo el amor. No sabe usted qué poema. ¿Me creería si le dijera que prácticamente todo, hasta la música y la edición, está hecho por mujeres?
Por lo que más quiera en la vida, luche con todas sus fuerzas por ver esto. Le va a encantar. Se lo juro.
El fenómeno
Aprender a envejecer es probablemente el más exitoso de todos los programas de la televisión pública mexicana, un cañonazo de “rating”, un fenómeno social.
¿Qué es Aprender a envejecer? Un programa de revista como Hoy o como Sale el sol, pero dirigido a los adultos mayores.
Esto, que contradice lo que se maneja en la industria de la televisión nacional, tiene cautivadas a las multitudes porque sus contenidos son tan buenos y el tono que se construye es tan positivo, que toda la gran familia mexicana acaba por mirarlo con atención, con emoción.
Y es que todos o estamos en eso, o vamos para allá, y por increíble que parezca, entre tantas ridiculeces para jalar rating fácil de muchos canales, nadie se había preocupado por ofrecer estos contenidos, por atender así a estas audiencias.
No hay manera de aburrirse mirando esto. Todo es útil. Todo es sorprendente. Todo está bien hecho.
Aprender a envejecer se transmite en el Once de lunes a jueves a las 11:30 y los domingos, en versión de tres horas, a las 11:00, quedando vivo permanentemente en sus redes sociales, en su página de internet y en YouTube.
Lo conduce la enorme Patricia Kelly y vamos de los temas de salud a los tecnológicos, de los legales a la diversión, de los culturales al ejercicio físico pasando por entrevistas, baile, recomendaciones y más, mucho más.
Es fabuloso todo lo que pasa ahí y yo no sé qué me impresiona más, si la respuesta del público, el nivel de los colaboradores o la frescura de la producción.
Busque ya Aprender a envejecer. Aprenda. Aprenda de este proceso. Aprenda de televisión.
alvaro.cueva@milenio.com