¡Alto! Por favor deje de hacer cualquier cosa que esté haciendo, ponga Netflix y goce ya, pero ya, con “Juan Gabriel: debo, puedo y quiero”.
¿Qué es esto? Dicen que es una miniserie. ¡No! Es el contenido más íntimo jamás mostrado de una figura pública en la historia de la humanidad.
Allá usted si se lo pierde y al rato se la pasa ganando premios por todo el mundo. Allá usted si desperdicia su tiempo con otras cosas teniendo semejante opción para este fin de semana.
Sí, lo obvio es decir que “Juan Gabriel: debo, puedo y quiero” es una miniserie documental sobre la vida y obra de esta prodigioso artista mexicano hecho con sus propias películas y videos caseros.
Pero usted sabe que yo no soy obvio y le voy a decir la verdad: esta colección de imágenes y sonidos confirma la genialidad de Juan Gabriel y representa una revolución en la creación de documentales.
Se lo voy a explicar así: hoy todo el mundo se toma “selfies”, todo el mundo se graba haciendo cualquier cantidad de tonterías y todo el mundo le cuenta su insignificante vida al planeta entero a través de las redes sociales.
Muchísimas décadas antes, cuando si alguien se atrevía a sacarse fotos era acusado de vanidoso, de narcisista, de exhibicionista y de mil patologías más, un humilde mexicano se hacía “selfies”, se grababa y le contaba a alguien su historia: Juan Gabriel.
¿Ahora entiende cuando le digo que esta producción de Mezcla para Netflix confirma la genialidad de esta estrella?
El resultado es una colección de fotos, diapositivas, cartas, apuntes, películas, videos, entrevistas, monólogos y confesiones como no se había visto jamás de la vida de una estrella nacida en los años 50.
La riqueza histórica, artística y cultural de esta material es monumental.
No me quiero imaginar a aquel hombre, a veces sin dinero, gastando sus pocos recursos en algo tan caro como el cine de antes. ¡Qué paciencia! ¡Qué vocación! ¡Y qué capacidad para proteger un legado!
¿Estamos de acuerdo en que hubiera sido muy fácil que todos esos archivos se perdieran en las mil y un mudanzas que vivió esta estrella, verdad?
Juan Gabriel protegió su acervo. Y es aquí donde hay que felicitar públicamente a sus herederos por respetarlo, preservarlo y guardarlo hasta que llegara alguien que supiera qué hacer con este tesoro.
Ese alguien es María José Cuevas, una de las mejores documentalistas que tenemos en México, una artista de verdad que entiende, como pocas, cómo hacer vibrar a las audiencias con esta clase de materiales.
“Juan Gabriel: debo, puedo y quiero” es un viaje a la intimidad de Juan Gabriel, un interesantísimo ejercicio de comunicación intrapersonal, material de colección.
Es entretenimiento, nostalgia, chisme, arte. A mí lo que más me hace feliz es que, como se parece a lo mejor de lo mejor que están haciendo las nuevas generaciones en el mundo digital ahora, las chicas y los chicos van a conectar brutalmente con esto.
¿Cuál sería la diferencia respecto a los más exitosos podcasts, lives y producciones de TikTok y YouTube? La riqueza de la vida y obra de Juan Gabriel.
Por si esto no fuera suficiente, la supervisión musical de Herminio Gutiérrez es como para ovacionarlo de pie.
E Ivonne Gutiérrez y Laura Woldenberg, las productoras de esta obra de arte, tuvieron a bien romper con la selección de testimonios e invitaron a personalidades importantísimas que sí saben de esto pero que normalmente son discriminadas por pertenecer a la fuente de espectáculos como Antonio Carrizosa y Pati Chapoy.
Sí, yo sé que lo que el algoritmo va a pelear aquí va a ser el chisme, ver quién es la villana o el villano de la vida de Juan Gabriel para que las multitudes sean felices tirándole “hate” y lo de siempre.
Le suplico que no se deje engañar y le ruego que, si va a intrigar, intrigue bien.
Yo miraba esto y me preguntaba: ¿quién era la persona que estaba manejando la cámara en esos momentos tan personales, por ejemplo, en la cama?
No era un tripié. Era un hombre o una mujer de carne y hueso que había dormido con el cantante.
¿Quiénes fueron esas personas? ¿Por qué Juan Gabriel les tenía la suficiente confianza como para mostrarles su cuerpo desnudo y hacer semejantes confesiones?
Luche con todas sus fuerzas por ver ya, ya, pero ya, “Juan Gabriel: debo, puedo y quiero” en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.