¿Cómo están? Yo, muy sensible, como todo México, como todo el mundo.
Lo que hemos vivido en el último año ha sido espantoso. Hay demasiado dolor en el ambiente. Demasiadas ausencias. Demasiados problemas.
No saben lo profundamente agradecido que estoy con ustedes por haber arrancado su telenovela como lo hicieron ayer a las 20:30 en Las Estrellas.
Ese monólogo que se aventó el personaje interpretado por Diana Bracho me llegó al corazón. Era exactamente lo que nadie me había dicho en ningún medio de comunicación y que yo necesitaba escuchar para no sentirme tan solo, tan triste.
¿Pero saben qué fue lo más hermoso? Que ese mensaje me llenó de paz, de esperanza, de ilusión. Hizo que me identificara inmediatamente con su producción y con todo lo que vino después.
¡Gracias! ¡Gracias como televidente! ¡Gracias en nombre de mi familia! ¡Gracias como crítico de televisión!
Nunca nadie en la historia de los melodramas seriados de este país se había atrevido a entrarle así a la realidad, a una realidad tan triste, sin dejar de hacer telenovela, telenovela bonita, telenovela tradicional.
Mis respetos para todos ustedes, desde el señor Juan Osorio, productor ejecutivo de este gran proyecto, hasta el más humilde de los colaboradores, porque no cualquiera es capaz de crear tanta luz en un momento tan oscuro, en un momento donde el simple hecho de salir a trabajar significa arriesgar la vida.
Y ustedes salieron a trabajar en grande, con todo y cubrebocas, a mostrarle al mundo las bellezas de México, la preciosidad de Guanajuato.
Yo, que como muchos mexicanos llevo casi un año encerrado, vi aquello y por un ratito fue como si me hubiera ido de vacaciones y estuviera paseando frente al Teatro Juárez, por el callejón de beso, como si estuviera comiendo esas cosas tan sabrosas que sólo ustedes son capaces de mostrar con tanto entusiasmo. ¡Qué rico!
Me encantó la historia porque la siento como un homenaje a las mamás mexicanas que tanto hacen por nosotros y que con la pandemia han sacado la casta con una entereza que hacía falta poner en pantalla.
Me fascina que, de una manera muy sutil, muy dulce, aborden grandes temas sociales y que nos orienten sobre la mejor manera de atenderlos.
Vamos del sentido de la vida en las mujeres mayores, más allá de su maternidad, al rescate de los valores familiares frente a la obsesión de algunas personas por trabajar, trabajar y sólo trabajar.
Y esto es sólo el principio. No me quiero ni imaginar lo que van a sacar después porque se ve que aquello está muy completo y lleno de guiños estilísticos.
Esa escena donde el personaje de Emilio Osorio ve a Emilio Osorio, sí, a él mismo, cantando en la calle, es de antología como toda esa historia de la muchacha de campo que emigra a la ciudad en busca de más y mejores oportunidades. ¡Bravo!
Todo en ustedes es ligero, blanco, familiar. Me gusta mucho lo que están haciendo y me gusta todavía más ver junta esa constelación de actores tan maravillosos como Eva Cedeño, Mane de la Parra, Julián Gil, René Casados, Wendy de los Cobos, Gaby Platas, Gonzalo Peña y César Évora.
¿Y qué me dicen de los lanzamientos? ¿Qué me dicen del hecho de tener a la gran Azela Robinson como directora de escena?
Me siento como en los tiempos de Beatriz Sheridan, como en la época en la que Televisa iba intercalando talentos conocidos y desconocidos precisamente para crear a las estrellas del futuro.
¿Ahora entienden por qué me siento tan agradecido? Ustedes me están dando lo mejor de antes, lo mejor de siempre, con lo mejor de ahora y el resultado es una caricia para el alma.
Que Dios los bendiga por esto y por todo lo que está por venir. Yo, por lo pronto, les prometo que me van a tener ahí todas las noches divirtiéndome con sus aventuras, suspirando con sus romances y encontrando un refugio para tantas cosas tan horribles que estamos padeciendo. ¡Gracias!
Con todo mi amor y respeto, Álvaro Cueva.
alvaro.cueva@milenio.com