La historia de México no puede entenderse sino es por medio de la relación entre la realidad social y los pensamientos que predominan, como lo fue en su momento de la vida después de la guerra de Independencia, donde cohabitaban el pensamiento liberal y conservador.
Los años venideros al consumarse la Independencia de la hoy conocida como República mexicana(1821-1834) fueron significativos para que se promulgará lo que algunos historiadores consideran como la una revolución educativa con sentido liberal.
Consumada la Independencia en 1821, los antiguos bandos en pugna continuaron la lucha, con el propósito de conquistar el poder y organizar las instituciones políticas en beneficio de sus intereses particulares.
Mientras los conservadores se inclinaban por el centralismo, los liberales proponían fórmalas federalistas.
Sin embargo, ambos grupos coincidían en la preocupación formal por la educación.
Lucas Alamán, ideólogo destacado de los Conservadores en la Memoria presentada al Congreso el 7 de noviembre de 1823 declaraba “Sin instrucción no puede haber libertad y la base de la igualdad política y social es la enseñanza elemental” (Solana, et. al. 1981).
Por su parte, José María Luis Mora, liberal distinguido el 17 de noviembre de 1824, pronunciaba ante el Congreso del estado de México un discurso donde afirmaba:
“Nada es más importante para el Estado que la instrucción de la juventud. Ella es la base sobre la cual descansan las instituciones sociales” (Solana, et. al. 1981)
Mora coincidía con Alamán en la importancia otorgada a la educación, .
Sin embargo, iba más lejos al demandar que la educación deberá ser organizada y controlada por el Estado,.
Porque sólo así podrá imponérsele la filosofía propia del Estado mexicano.
Además de protegerla de las acechanzas de los diversos grupos que trataban de controlarla en provecho propio.
Al llegar Antonio López de Santa Anna a la presidencia en 1832, llegó electo como vicepresidente Valentín Gómez Farías.
La presencia de José María Valentín Gómez Farías en el gobierno, fue determinante para que liberales distinguidos (José Mará Luis Mora, Lorenzo de Zavala, Crescencio Rejón y Andrés Quintana) propusieran medidas para organizar las instituciones políticas mediante proyectos de ley, entre ello lo referido a la educación.
Esta preocupación de los liberales por la educación fue tal, que es en esta época cuando se fijan las tesis fundamentales a las que aspiraba México en materia educativa.
Se partía de un principio esencial para nuestra integración nacional, decía Gómez Farías:
“La instrucción del niño es la base de la ciudadanía y de la moral social”.
Para hacer realidad este principio se legisló ampliamente y se establecieron rumbos definitivos a la educación.
Conviene destacar los aspectos más importantes de la llamado Reforma de 1833:
1) Se determinó el control del Estado sobre la educación, para lo cual se ordenó la creación de la Dirección General de Instrucción Pública para el distrito y territorios federales.
2) Se estatuyó que la enseñanza sería libre, pero que debía respetar las disposiciones y reglamentos que al efecto diera a conocer el gobierno nacional.
3) Se sustrajo la enseñanza de las manos del clero, como recurso para encontrar una sólida formación ciudadana y para fundamentar la educación de cada uno de los mexicanos en los conocimientos científicos más avanzados.
4) Se fomentó la instrucción elemental par hombres y mujeres y para niños y adultos.
5) Se promulgó la fundación de las escuelas normales con el propósito de preparar al profesorado consciente de su función social y debidamente capacitado para instruir a nuestros niños. (Solana, et. al. 1981)
La Reforma no tuvo mucho éxito y por la inconformidad y presión de los Conservadores apoyados por Santa Anna, se dio por terminada en 1834.
Sin embargo, es innegable que sus postulados han sido referentes para la educación pública en México.
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