El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fue creado en 1943, producto de diversas agrupaciones de maestros y demás trabajadores de la educación que poco a poco fueron conformando las bases y las condiciones indispensables e inevitables para la creación de un nuevo organismo. De entre ellas podemos mencionar algunas como el Frente Único de Trabajadores de la Enseñanza (FUNTE), la Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (CNTE), el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana (STERM), el Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de la Educación (SMMTE), el Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Educación (SUNTE), entre otras.
En años anteriores, el clamor del magisterio por acceder a mejor condiciones aumentaba su volumen. Se reconocía que había que luchar con y dentro de grupos organizados, que había una situación gremial de injusticia para el pueblo trabajador y como parte del pueblo trabajador eran los maestros. Luego entonces, la búsqueda de mejores condiciones de vida no podía alejarse de la lucha de obreros y campesinos. “El deseo de los maestros de mejorar y garantizar el ejercicio de sus derechos, era incontenible y sus causas –el motor del descontento y de las exigencias y rebeldías magisteriales- estaban allí, en los hechos: bajos sueldos, inseguridad en el trabajo, movilizaciones injustas, caciques políticos, ceses atrabiliarios, abusos de autoridad, atentados contra la libertad de pensamiento, ascensos hijos del favoritismo, y –para la inmensa mayoría- falta de garantías para la vejez. Urgía, en consecuencia, organizar sindicalmente al magisterio mexicano”. (Castillo, 2007) El espíritu que animaba la lucha magisterial era revolucionario.
Con la creación del SNTE, si bien es cierto que cesaron las luchas intergremiales, también es cierto que originó la muerte del sindicalismo revolucionario.
El SNTE nace con un carácter monopólico garantizado por el Estatuto de Trabajadores al Servicio del Estado, vigente desde el año de 1938, pero también nace en un marco de corporativismo tradicional y duro de Estado. El corporativismo tradicional se significó por la práctica de un sindicalismo de colaboración de clases bajo la tutela del Estado, que no dejó de hablar de lucha entre los factores de la producción y hasta de clases. Enarbolando un programa de desarrollo nacional autónomo, industrial y político, guiado por la ideología de la Revolución Mexicana, supo articular un buen número de regulaciones populistas y bienestaristas en sus proclamas públicas y en los contratos colectivos que gestionaba. La mayoría de las veces sin una participación sistemática de los trabajadores. Sus políticas aparecían como derivadas de las gubernamentales, y sus métodos clientelares eran una extensión de los esquemas de regulación social de los conflictos económicos con los trabajadores.
Isidro Castillo (2007), menciona que a partir de la creación del SNTE, el sindicalismo magisterial solo ha sido revolucionario de nombre. La Revolución sólo está presente en libro, el periódico, el discurso y nada más.
Las razones que entonces exponía Castillo son ilustrativas para comprender hoy en día el distanciamiento del SNTE con la lucha social y la muerte del sindicalismo revolucionario:
• Los maestros han dejado de ligar su lucha a las luchas del pueblo. Anteriormente había una verdadera alianza revolucionaria surgida de las necesidades de maestros, campesinos, obreros, mujeres y jóvenes.
• Los intereses que privan en congresos u asambleas de zona o regionales, son los intereses del maestro únicamente. Los maestros no intentan debatir problemas en contra de la autoridad del Estado o llevar a las asambleas problemas que afectan la vida social.
• La estructura de la SEP, invadida por profesionales que no son del campo de la educación, deciden políticas administrativas, laborales, y escasamente, pedagógicas, bajo la complicidad del SNTE, sin tomar en cuenta a los maestros. Solo los llaman para aprobar lo que la alta burocracia educativa ya aprobó.
• La capacidad científica y pedagógica del magisterio ha ido en descenso y con ello la enseñanza y el aprendizaje. Además de tener un magisterio “despolitizado”
Lo anterior expresa el devenir de un sindicato que hoy en día está desaparecido completamente de la escena educativa. Con la reforma laboral de 2011, el SNTE permitió con su pasividad política la injerencia gubernamental en la vida sindical y la desaparición del contrato colectivo de trabajo. Los grandes temas a debate: reforma laboral en materia educativa; evaluación docente; modelo educativo y de gestión; condiciones laborales e institucionales del trabajo docente; entre otros, han sido impulsados para ser parte de la agenda educativa por otras organizaciones, particularmente la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y los maestros mismos en casi todas las entidades federativas. El malestar va en aumento y es pertinente pensar, que los maestros podemos regresar a la esencia de nuestro sindicalismo: un sindicalismo revolucionario.
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