Hidalgo, con su rica historia y paisajes, ha sido escenario de varias producciones cinematográficas. Desde pueblos mágicos hasta zonas arqueológicas, distintas regiones han aportado profundidad y autenticidad a diversas películas.
Ahí está Real del Monte, cuya arquitectura colonial y atmósfera ofrecen un escenario perfecto para historias que buscan representar épocas históricas. Ha sido escenario en películas como “Las Poquianchis” (Felipe Cazals, 1976), que narra la historia de las hermanas González Valenzuela, quienes operaron una red de prostitución en Guanajuato y Jalisco, algunas escenas fueron filmadas en Hidalgo, representando áreas rurales y escenarios de la época. También “El lugar sin límites” (Arturo Ripstein, 1978), basada en la novela homónima de José Donoso, que explora temas de sexualidad y marginación en un pequeño pueblo mexicano; varias escenas fueron rodadas en el estado para capturar la atmósfera rural del México profundo.
El Panteón Inglés, con sus tumbas antiguas y leyendas, ha sido el escenario ideal para películas como “La leyenda de la Nahuala” (Ricardo Arnaiz, 2007), una película animada que se desarrolla en Puebla, pero que incluye referencias y algunas escenas inspiradas en leyendas y lugares del estado, como este cementerio, que proporciona un ambiente misterioso y un atractivo visual único con su atmósfera de suspenso y misticismo.
Los bosques de Mineral del Chico, quedaron en “Macario” (Roberto Gavaldón, 1960), basada en la novela de B. Traven, esta película clásica del cine mexicano cuenta la historia de un campesino que tiene un encuentro con la Muerte y algunas escenas fueron filmadas en locaciones del estado, como los bosques y paisajes rurales que representan la época colonial y ofrecen paisajes naturales impresionantes y un entorno de tranquilidad y aislamiento. La densidad de sus bosques y montañas crea un ambiente introspectivo, perfecto para narrativas que exploran la introspección y la soledad del ser humano.
Las haciendas de Apan, presentadas en “El mártir del calvario” (Miguel Morayta, 1952), película religiosa sobre la vida de Jesucristo, incluye algunas escenas filmadas en locaciones estatales, aprovechando sus paisajes naturales y construcciones históricas.
Huasca de Ocampo destaca por su encanto pintoresco y patrimonio cultural. Plasmado en “La montaña sagrada” (Alejandro Jodorowsky, 1973), una película surrealista y visualmente impactante, incluye varias locaciones en Hidalgo, como las zonas arqueológicas y montañas que contribuyen a la atmósfera mística del filme. En el caso de este Pueblo Mágico, sus casas coloridas y paisajes naturales ofrecen un escenario visualmente atractivo y encantador, proporcionando un fondo cultural y contextual enriquecedor.
El blanco de las salinas de Hidalgo quedó plasmado en el thriller policíaco “Bajo la sal” (Mario Muñoz, 2008), proporcionan un paisaje singular y dramático; crean un contraste visual impresionante, añadiendo una atmósfera distintiva y estilística a las narrativas cinematográficas. Este entorno único no solo contribuye visualmente, sino que también enriquece la trama con su singularidad.
Otras películas también han tenido locaciones o presentan referencias al estado, como “Tizoc: amor indio” (Ismael Rodríguez, 1957); “La otra conquista” (Salvador Carrasco, 1998); “Arráncame la vida” (Roberto Sneider, 2008); “Apocalypto” (Mel Gibson, 2006); “Nostalgia” (Ángeles Cruz, 2019); “El ángel exterminador” (Luis Buñuel,1962), y “Canoa: Memoria de un hecho vergonzoso” (Felipe Cazals, 1976), entre otras.
Además de las películas mencionadas, hay muchas otras producciones independientes, cortometrajes y documentales que han aprovechado las locaciones de Hidalgo.
La continua atracción de cineastas hacia este estado subraya la importancia de sus escenarios naturales e históricos en la creación de narrativas visuales poderosas.
Hidalgo ofrece una amplia gama de locaciones que han sido fundamentales para la cinematografía mexicana. Desde sus pueblos mágicos hasta sus zonas arqueológicas y paisajes naturales, el estado proporciona escenarios ricos y variados que enriquecen las producciones y las conectan con la historia y cultura de nuestro país.
Esta diversidad y riqueza continúan atrayendo a cineastas de todo el mundo y podrían consolidar al estado como un pilar importante en el panorama cinematográfico nacional e internacional.
Con su diversidad de paisajes y riqueza cultural, sigue siendo un destino atractivo para la industria cinematográfica. Los directores y productores encuentran acá una combinación perfecta de historia, cultura y belleza natural, que enriquece sus producciones y las conecta con el corazón de México.