“La playera de Cruz Azul, pesa igual que un bulto de cemento”
Ignacio Trelles
Cruz Azul es uno de esos casos muy particulares y de los más raros en una franquicia deportiva. Hablar de Cruz Azul es hablar de la grandeza con la que fue constituido, siendo una de las empresas de mayor éxito en el país, pero en los últimos años también es hablar del “ya merito”, o del “frustrazul”, o de las “cruzazuleadas”, términos peyorativos que quienes han portado estos colores se han encargado de enaltecer y de manera directa o indirecta de alimentar para que la opinión pública y uno que otro “buitre” se encargue de pisotear estos colores.
Para muchos cruzazulinos, lo que se vivió el pasado fin de semana fue una vergüenza, que despedazó las esperanzas de mucha gente y terminó por desilusionar a muchos de sus seguidores. Si bien la institución no ha dejado de ser grande, también es cierto que durante muchos años se ha encargado de provocar una frustración grande en sus aficionados.
La Máquina ha buscado reconstruirse, pero nunca a fondo, nunca con la convicción de poder generar un cambio de filosofía, de visión, de estructura y mucho menos de identidad. Si bien ha tenido destellos con la incursión de algunos nombres importantes, la podredumbre que se vive en el interior y que parece encajada en la institución sigue siendo la misma.
Ciclos van y ciclos vienen, pero una coherencia en sus decisiones para partir de un verdadero proyecto de raíz parece casi inimaginable. Hombres con falta de identidad en la institución, nombres que han vivido de sus glorias pasadas, líderes con falta de hambre y triunfo, personajes que llegaron de rebote y que por alguna razón se mantienen, pero sin una justificación verdadera dentro del club. Un director deportivo con mucha experiencia sí, pero sin una pizca de personalidad e identidad para dar la cara en los momentos más complicados.
La afición esta desgastada y profundamente desilusionada. Cada vez son menos los que se aferran a la idea de una institución ganadora y con valores firmes que les permita llegar al éxito, no solo en lo empresarial, sino también en lo deportivo. Pero mientras continúen estas eternas formas de jugar a saberlo todo, a no poder proporcionar y construir un proyecto deportivo sólido a 5, 10, 20 y más años, a generar un arraigo en las nuevas generaciones, a provocar una identidad que permita que muchas más personas se sientan arraigadas al club y, sobre todo, a tener un respecto y una coherencia en las decisiones para defender el escudo por encima de todo.
Hoy a 23 años de ese último campeonato, Cruz Azul se ve apenas empatado por alguna institución felina que levante la copa, pero lo preocupante no será eso, lo preocupantes será encontrar un camino para una institución que se dice grande, pero que hoy carece de una identidad ganadora, un referente del futbol mexicano con una carencia de arraigo partiendo de un estadio propio, una falta de coherencia para encontrar decisiones que solventen un proyecto deportivo no solo en el futbol, sino en otras instancias, un liderazgo dentro y fuera de la cancha, no con ídolos de papel que con una disculpa en sus redes sociales se sienten ídolos y referentes de un club que ha dejado de tener simpatizantes para provocar lástima.
Así que Cruz Azul por tu gente, por tu dignidad y tu reputación, y por esa comunidad de cooperativistas, espero que encuentres pronto el camino que te haga revivir muy pronto la gloria que tu afición ansia tener y, sobre todo, puedas coronar la felicidad de esa afición que desea volverte a ver una vez más en lo más alto.
Hasta la próxima…
Twitter: @AlbertoRomeroMP