A veces un meme genera más desconcierto de lo que provoca risa. Así ocurrió cuando Catalina Serna, esposa de Jaime Lozano, compartió en redes un chiste que ridiculizaba la idea de vivir en Pachuca.
No se trata de criticar directamente a la persona. Ella misma aclaró después que no fue un comentario personal, sino la réplica de un meme que le llegaba constantemente. Pero el episodio invita a mirar más allá: ¿por qué este meme circula mucho?
La capital de Hidalgo no es una ciudad dormitorio, ni un capricho geográfico, ni un lugar de paso. Es La Bella Airosa, un municipio con raíces mineras que dieron vida a barrios enteros; con tradiciones que mezclan el pulso indígena y la herencia europea; con museos que guardan memoria, con excelentes restaurantes y con parques que invitan a respirar entre montañas.
Reducir a Pachuca a un meme es desconocer que aquí se educan generaciones enteras en reconocidas universidades públicas y privadas; que se gesta cultura en teatros y auditorios; que trabajamos desde jóvenes en salones, restaurantes, talleres, cafeterías, consultorios y mercados, entre muchos otros negocios. Es olvidar que Hidalgo ha sido cuna de deportes, platillos, tradiciones, luchas y movimientos que ayudaron a definir la identidad mexicana.
Por supuesto, el fútbol ha puesto a Pachuca en los mapas internacionales. El Salón de la Fama, reconocidos campeonatos internacionales y el club profesional más antiguo de México son orgullo real. Pero no son lo único. La ciudad respira también en su vida cotidiana: en los pastes recién horneados, en los murales del centro, en la Feria Universitaria del Libro, en las barbacoas tempraneras, en los domingos familiares en el Reloj Monumental o en El Parque Cultural Hidalguense.
Aquí viven más de 300 mil personas que construyen futuro con su trabajo, que forman hijos e hijas en valores, que pagan impuestos y sostienen la economía local.
Catalina Serna ya ofreció una explicación y ahí debe cerrarse el incidente personal. Lo importante es lo que nos deja: la necesidad de valorar la pluralidad, de reconocer que cada ciudad tiene su personalidad. Y esa personalidad merece respeto.
Porque Pachuca es mucho más que una ciudad: es hogar.