Política

Cantar no es gobernar, pero comunica

Laura Sansores cantó durante su informe al frente del DIF de Campeche, mientras que, en Argentina, el presidente Javier Milei volvió a subir al escenario con guitarra en mano. En ambos casos hubo muchas críticas, sí, pero también algo que pocos notaron: miles de personas se enteraron de un mensaje que, de otra manera, podría haberse perdido entre formalidades.

En nuestra era digital donde la ciudadanía se dispersa entre pantallas, redes sociales y saturación informativa, conectar con el público ya no es un lujo, sino una necesidad. Cantar, ser ameno o romper el guion tradicional puede parecer una frivolidad en contextos que exigen sobriedad, pero vivimos en tiempos en que la rendición de cuentas necesita cada vez más actualizar sus formas de comunicar, siempre y cuando el fondo no se diluya en el espectáculo.

No se trata de convertir los actos públicos en conciertos, sino de reconocer que la comunicación institucional también evoluciona. En la historia reciente, las comunidades que incorporaron elementos sonoros o visuales mantuvieron más presencia que aquellas que conservaron formatos rígidos. Los espacios que aprendieron a respirar con la música —una estrofa, un coro religioso, instrumentos musicales, efectos audiovisuales— conservaron mejor a su comunidad que los que insistieron en la oratoria pura.

Por ejemplo, las instituciones religiosas tradicionales vivieron algo similar: los templos que conservaron únicamente el sermón solemne tradicional vieron vaciarse sus bancas, mientras que aquellos que incorporaron canto, ritmo o participación han aumentado su feligresía. Tal vez la política, como la fe, empieza a entender cómo cambia el tono de su gente.

Por supuesto, hay un riesgo evidente: cuando la forma se impone al fondo, el mensaje se trivializa. Y ahí es donde debe trazarse la línea. No todo recurso musical o de entretenimiento es comunicación efectiva, ni toda innovación es progreso. Pero tampoco se trata de rechazar por completo las actualizaciones comunicacionales por parte de las autoridades. El equilibrio está en usar la emoción como vehículo, no como sustituto del contenido.

Tendencias como la música, al fin y al cabo, cumplen funciones que la palabra sola a veces no logra: predispone a la escucha, reduce la distancia y humaniza; siempre y cuando no se renuncie al rigor del mensaje. Si los números, las metas y los resultados se comunican con precisión, una pieza breve y bien integrada no resta seriedad: puede lograr un mayor alcance en difusión y puede ayudar a comprender mejor lo que se está informando.


Google news logo
Síguenos en
Alan Austria Anaya
  • Alan Austria Anaya
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.