Política

¿Por qué México perdió la guerra?

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Ayer, hace 174 años, Estados Unidos declaró la guerra a México, conflicto que marcó en la memoria histórica la mayor tragedia nacional.

El 13 de mayo de 1846, Estados Unidos puso en práctica a expensas de su vecino del suroeste, la doctrina del Destino Manifiesto: convertir a “América” en un país dominante en el mundo, intervencionista y expansionista, guiado por la voluntad divina.

Para México, la guerra puso en evidencia las debilidades que aquejaban al país: gran desigualdad económica y social, bajo nivel educativo, gobernantes sin visión de Estado, desorganización y caos.

Nada hicieron nuestros gobernantes para prevenir el expansionismo norteamericano: la compra de Luisiana a Francia en 1803, la adquisición a España de Florida en 1819, la anexión de Texas en 1845, hasta que llegó el gran zarpazo de 1846.

Pero aunque todo se veía venir muy claro, era la crónica de una conquista anunciada, no hicimos nada.

En 1825, el ministro Joel Poinsett ofreció al gobierno de México 5 millones de dólares para comprar Texas. Lo que Poinsett no logró, Estados Unidos lo obtuvo 20 años después, y sin pagar un dólar.

Fueron décadas de oprobio. Nada hicieron para evitar la pérdida de nuestro territorio. Nada hicieron tampoco por combatir la pobreza, la ignorancia y la corrupción desde Guadalupe Victoria hasta Antonio López de Santa Anna.

En nombre de la monarquía o la República, el centralismo o el federalismo, la historia de la primera mitad del siglo XIX estuvo plagada de mezquindades, pronunciamientos, planes, asonadas, sublevaciones, movimientos y traiciones, con un Congreso sumiso.

¿Cómo se puede gobernar un país así? Un país dominado por unos cuantos ambiciosos que, si no les importaba la miseria de la población, menos les interesó prevenir amenazas externas.

Es así como Mariano Paredes, quien estando en San Luis Potosí al frente de la defensa de la nación contra Estados Unidos, en vez de marchar contra los invasores, regresó a la capital para deponer al presidente José Joaquín de Herrera y sucederlo en el cargo.

Después de anexar unilateralmente a la “independiente” República de Texas, que México nunca reconoció, el presidente James Polk ordenó la incursión de tropas estadunidenses hasta la frontera en el río Bravo.

Ocurrió un incidente entre soldados de ambos lados, y Polk lo aprovechó para justificar el inicio de las hostilidades: “Mexico ha derramado sangre norteamericana en suelo norteamericano”.

El agredido convertido en agresor. Fue la excusa que necesitaba Polk para invadir al país, apoderarse de la mitad del territorio mexicano y ondear en el Palacio Nacional la bandera de Estados Unidos, clavada en el corazón de nuestra patria.

Los estadunidenses ganaron la guerra debido al poderío militar, organización y disciplina de sus tropas, pero vencieron, sobre todo, por la desunión, deslealtad y caos imperante en México.

Es triste ver cómo los mexicanos no hemos aprendido las lecciones de esta tragedia. Seguimos divididos en luchas estériles.

La lucha contra la corrupción y la pobreza es hoy nuestro enemigo común, pero no se puede ganar en el odio, la intolerancia y la incompetencia.

El juicio de la historia será implacable cuando la próxima generación nos demande por qué cometimos los mismos errores.

@AGutierrezCanet
gutierrez.canet@milenio.com

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Agustín Gutiérrez Canet
  • Agustín Gutiérrez Canet
  • gutierrez.canet@milenio.com
  • Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación (U. Iberoamericana). Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002). / Escribe todos los jueves su columna Sin ataduras
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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