Cuentan que un general secretario del presidente Lázaro Cárdenas, hombre muy cercano a él, y con mucho acceso, hacía muinas de más con la lectura de un periódico de la época.
El periódico la tenía en su contra, según él, y no dejaba de inventar historias para derogarlo.
El amigo general secretario se quejaba con el presidente cuando lo veía: “otra vez estos hijos de tal, calumniando y difamando”.
El presidente Cárdenas no acudía al trapo de la irritación de su amigo; ejercía su legendaria capacidad de quedarse callado sin dejar de estar atento.
Una de aquellas mañanas, la irritación del general secretario con el periódico de marras era una caldera ardiente. Tanto, que el general agraviado se atrevió a pedirle consejo a su amigo el presidente:
¿Qué hacer con estos prevaricadores? ¿Cómo responderles? ¿Cómo marcarles el alto?
Dado el nivel de ebullición de su general amigo, famoso por sus ebulliciones, el presidente Cárdenas le pidió que contara cuál era su molestia de aquella mañana con el diario.
El general secretario refirió una larga nota derogatoria, publicada en la primera plana.
El presidente Cárdenas oyó sin inmutarse y pidió a su amigo que abundara en los detalles, hasta que tuvo el cuadro completo de la ofensa.
—¿Eso es todo? —dijo entonces el general presidente Cárdenas.
—Sí, mi general, pero cada semana —respondió el general secretario.
—¿Y de veras le molestan mucho esas noticias? —preguntó el presidente Cárdenas.
—Mucho, mi general. ¿Qué me aconseja?
—Pues si le molestan tanto esas noticias, general, lo que le aconsejo es que no las lea —dijo Cárdenas.
Oí esta historia de los labios de Francisco Martínez de la Vega, hace muchos años.
La traigo a cuento porque la presidenta Sheinbaum se muestra irritada en las mañaneras contra periodistas que según ella nadie lee, pero que escriben cosas que no le gustan.
Con la escena de Cárdenas que refiero, una anécdota de su nivel, quiero decirle a la Presidenta, sugerirle, que no haga corajes con la prensa. La prensa no tiene remedio.
Deje en paz a los críticos con sus cinco lectores, Presidenta, como pide cada sábado, con sapiente humor, nuestro Cartujo de MILENIO.