El legado histórico de honestidad de Andrés Manuel López Obrador podría cuestionarse con el desplome de la Línea 12 del Metro, obra emblemática de Marcelo Ebrard Casaubón, que causó la muerte de al menos 26 personas y provocó heridas a más de 80 ciudadanos.
El triunfo democrático de AMLO, que arrasó con 53 por ciento de los votos gracias a su promesa de combatir la corrupción y la impunidad, se podría derrumbar por dos razones principales: proseguir en el camino del autoritarismo y tolerar la corrupción de algunos colaboradores.
La diatriba matutina corroe día a día la popularidad presidencial de igual manera que la falla estructural de la trabe causó el colapso del tren y, por consiguiente, la precandidatura de Ebrard.
La credibilidad del gobierno estará a prueba cuando se anuncien los resultados del peritaje. Si el Presidente tolera la impunidad de los responsables inmediatos y remotos, su autoridad moral caerá por los suelos.
Antes de la reciente tragedia en Tláhuac y previo a que Claudia Sheinbaum asumiera el cargo de jefa de Gobierno de Ciudad de México, el CIDE publicó en 2018 una amplia y bien documentada investigación académica, sin sesgos partidistas, sobre las irregularidades de origen de la obra mencionada.
Un desastre organizacional anunciado. Dinámica organizacional e institucional en el diseño e implementación de la línea 12 del Metro en la Ciudad de México fue escrito por los especialistas Silvia Blancas Ramírez, Marcos Hernández Rojo y David Arellano Gault, quienes advirtieron dos años antes sobre los riesgos de una tragedia inminente:
“La confianza en atomizar el proceso a través de múltiples contratos y de confusas lógicas de vigilancia organizacional, fueron caldo de cultivo de un proceso que llevó a la situación que se vivió en esta línea del Metro y que muy probablemente se repetirán en el futuro inmediato”. Esto fue lo que auguraron los expertos hace poco más de dos años.
Al exponer la motivación política de Ebrard para construir la Línea 12, los autores indicaron cómo el actual canciller trató de emular a AMLO:
“Por una parte, esta línea será vista como un baluarte en la lógica de competencia político-electoral. El funcionamiento de la L12 (la obra del sexenio) podría verse como un medio para un objetivo político de apoyo al jefe de gobierno en el año electoral 2012. Así sucedió en el sexenio previo, en el caso del “segundo piso”, otra gran obra de infraestructura de transporte, cuyo efecto a nivel nacional favoreció a Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno del DF al final de su periodo en 2006”.
Los académicos exhiben la prisa que tenía Ebrard por terminar la construcción, antes de concluir su periodo en diciembre de 2012, al optar por el uso de trenes españoles de la marca CAF con rodadura metálica:
“Luego de un accidentado proceso que intentaba resolver la compra de los trenes, la empresa CAF como seguro proveedor (sin licitación de por medio, sino por asignación directa), asume la decisión de MEC”.
Los autores concluyeron que “la decisión política de abreviar el proceso para la realización del servicio Mixcoac-Tláhuac, que significaba inaugurarlo en el periodo de Marcelo Ebrard… fue determinante”.
De ahí proviene el pecado original de Ebrard: su ansia desmedida, sin escrúpulos.
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@AGutierrezCanet