Cultura

Blancura

La portada del libro muestra el autor, el título y una frase netamente mercadotécnica: premio Nobel de Literatura. Y sí: compré el libro por dos razones. La primera y más importante porque tiene 89 páginas y segundo, porque efectivamente me despertó la curiosidad de leer al último Nobel. Eso porque cuando lo anunciaron como ganador, no pude más que soltar un inexpresivo y casi inaudible chillido de sorpresa, pues nunca lo había escuchado. Lo mismo me ocurrió con Annie Ernaux el año pasado y sobre eso voy a escribir en el artículo del próximo sábado.

El caso es que son autores que de no ser por el Nobel, nunca me hubiera enterado de su existencia o de quiénes eran. Bueno, tal vez sí, pero creo que nunca los hubiera leído. Además, no me dedico a analizar o criticar libros, eso lo hago como entusiasta.

El libro de Jon Fosse es breve. Lo leí en un rato. No tiene capítulos ni pausas, se va de corridito. Todo el relato es recurrente en reafirmaciones, repeticiones, reiteraciones. En la contraportada se apunta que el texto es hipnótico. Justo eso:

“Ahora la veo muy clara. Sí que es blanca. La blancura. En la impenetrable oscuridad se ve muy clara. Luminosamente blanca. Una luminosa blancura. Me quedo quieto. Procuro no moverme. Quedarme totalmente inmóvil. Una luminosa blancura”.

El tema de la inmovilidad también es persistente. Me hace pensar en la muerte.

La forma narrativa en general me lleva a sospechar que el autor la escribió bajo el influjo de la mariguana. También pienso que la dicha “novela” no es tal, me parece más un cuento largo, un ensayo que se podría relacionar con los experimentos literarios de los años sesenta e incluso me recuerda un cuento de Virginia Woolf, “La marca en la pared”.

El libro de Fosse trata de un tipo que decide ir al bosque sin ninguna razón aparente. Atraviesa varias casas abandonadas unas, cerradas otras y algunas más en ruinas. Interpreto eso como los recuerdos, la manera en que la memoria comienza a desarticularse, a descojonarse y a transformarse en una morusa inconexa que poco a poco se va apagando. Entonces se mete por una terracería y se adentra en la enigmática espesura del bosque. El auto se atasca. Hace frío, comienza a nevar. Enciende la calefacción. Se sustrae en la idea de si debe dejar el coche y caminar. Lo hace. Deja el calor –la vida– por el frío y la oscuridad: la muerte. Y así comienza la agonía. Y con ella empiezan a producirse alucinaciones. En un punto descubre una roca a mitad del bosque, se encuentra cansado y decide sentarse, pero pronto rechaza la acción, pues sabe que, de hacerlo, morirá. Siento que la roca es su lápida. Se resiste a morir y continúa. Y ya no es un camino el que sigue como tampoco es importante a dónde se dirige:

“En qué dirección debo ir no lo sé y como no lo sé da igual qué dirección tome”.

Eso me lleva a cuestionar el sentido, supuesto o asignado, de la vida. Me pregunto si no estamos encerrados en un mundo de estímulos externos que no sabemos –o podemos– interpretar o en uno interno, atacado de espasmos neuronales caóticos y disparatados, intentado poner orden, pero a sabiendas que la muerte es la única manera de liberación.

El texto posee cualidades de pesadilla y explora la agonía para arrojarnos, finalmente, a la inexistencia absoluta, angustiante.

Al final, al protagonista se lo llevan a vaya usted saber a dónde sus papás, una especie de ángel y un tipo descalzo de traje oscuro (me recordó a “El hombre del traje negro”, de Stephen King, y al personaje de La Muerte en la película El séptimo sello, de Ingmar Bergman) que bien puede ser la misma muerte.

La novela, que no es novela, me gustó y me puso a reflexionar. Y de que si se merece el Nobel, pues qué carajo voy a saber de eso. Uno vive sus lecturas a su manera. Bueno, y a todo esto, ¿leería más obras de este autor? No lo creo. No es mi estilo. Que los expertos den su opinión.

Me quedo con un fragmento que para mí resume la luminosidad y oscuridad de la obra:

“¿Qué está pasando en el interior del bosque, en la impenetrable oscuridad en la que están los árboles, en la que está la nieve blanca, sobre las ramas y por el sueño entre los árboles? Esto es lo que hay aquí. Esto y luego yo”. 


Google news logo
Síguenos en
Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.