Sin saberlo, estaba completamente quemado. Durante casi dos años, Rodrigo —padre de familia de 47— ignoró la fatiga extrema pensando que era simple cansancio; minimizó los dolores de espalda que aparecieron de repente, culpando a su colchón aunque lo cambió tres veces en menos de un año; la migraña se hizo su compañera cotidiana y una punzada en el ojo izquierdo martirizaba sus mañanas justo al despertar.
Como empleado del sector farmacéutico, sabía qué tomar para reducir las molestias, pero no atacaba el origen. Y así, un día simplemente colapsó.
Empujado por su esposa, Rodrigo había ido al médico algunas veces cuando el dolor de espalda no cedía en días, pero los estudios de imagen y los análisis de laboratorio no revelaron una causa.
Lo regresaban a casa sin cambios ni tratamiento; el día que no pudo más, lo hospitalizaron 21 días…. de ahí en adelante, las incapacidades se sucedieron y se mezclaron con periodos de trabajo intenso para “recuperar” el tiempo.
el dato"70 por ciento de los trabajadores en México,
Sufre de fatiga por estrés laboral y 27 por ciento sufre estrés crónico"
Sus hospitalizaciones las pasaba con la computadora portátil en las piernas, enviando informes o tratando de resolver problemas que, según su jefe, “solo él” podría; entre disculpas por molestarlo mientras estaba de incapacidad, Rodrigo seguía cumpliendo.
Curiosamente, ningún médico reparó en eso ni se quejó antes de que Rodrigo comenzara a tener problemas de visión con su ojo izquierdo.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 75 por ciento de los trabajadores en México sufre de fatiga por estrés laboral y más de 4 de cada 10 de quienes realizan labores de escritorio dicen sentirse exhaustos.
Los bajos salarios, la falta de pago y prestaciones, así como la necesidad de tener varios empleos, algo especialmente cierto en los países de Latinoamérica, contribuyen a generar estrés en exceso, el primer paso hacia el desarrollo del síndrome de burnout; quizá por eso, México es uno de los países con mayor prevalencia de este mal, por encima de China (73 por ciento) y Estados Unidos (59 por ciento).

¿Qué es el bornout?
En teoría, diagnosticar el síndrome de burnout no es complicado, ya que se trata de un estado de agotamiento extremo donde el cerebro “se funde” por la sobrecarga de estrés y ansiedad.
En esta fase, la persona desarrolla síntomas físicos como migrañas, gastritis y palpitaciones que pueden imposibilitar el trabajo, requiriendo reposo, terapia y medicación para recuperarse, explica la psicoanalista Rocío Arocha, directora del Centro de Estudios de Posgrado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, A.C.
No obstante, en la práctica es otra historia, porque sus síntomas son similares a los de otros padecimientos mentales como la depresión y la ansiedad; por otro lado, una prueba de que existe estrés laboral mal manejado puede observarse en la manera en que el paciente se enfrenta a sus días de trabajo, con desapego, cinismo laboral y una clara disminución de la eficacia profesional.
Pero lejos de ubicar estos síntomas como burnout, suele “etiquetarse” a la persona como inepta, floja o con mala actitud.
el dato"4 de cada 10 mexicanos,
Tienen problemas de salud por estrés"
Entre los aspectos que dificultan el diagnóstico del burnout están:
- Síntomas similares a otras afecciones: El burnout comparte síntomas con otras condiciones de salud mental como depresión o fatiga, lo que puede causar confusión.
- Falta de un instrumento de diagnóstico universal: Aún no existe una evaluación médica estandarizada y aceptada internacionalmente con criterios claros, lo que puede llevar a interpretaciones diferentes.
- Proceso gradual: El burnout se desarrolla gradualmente con el tiempo, lo que hace que sea difícil identificar el momento exacto en que comienza o bien detectarlo en sus primeras etapas.
- Subjetividad de los síntomas: Cada persona percibe sus síntomas y el agotamiento o desapego de distinta forma.

Todo esto aleja al paciente de la posibilidad de un tratamiento que lo ayude a superar la condición, y los daños a corto y largo plazo son muy graves. “La consecuencia del estrés mal manejado a la larga es el Alzheimer, Parkinson, cáncer, gastritis, colitis, síndrome de colon irritable…. el daño que hacemos a nuestro cerebro es irreversible”, agrega Arocha.
En palabras simples, el burnout es un estrés crónico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como “un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil”. Pero no siempre es malo; se trata de una respuesta natural de nuestro cerebro a las amenazas y a otros estímulos y es el que nos ayuda a superar peligros y situaciones de riesgo.
el dato"40 por ciento de los trabajadores del país,
Que realizan labores de escritorio se sienten exhaustos"
Pero, cuando el estrés es excesivo o constante, tiene consecuencias negativas en nuestra salud física y mental. En este punto, explica la doctora Arocha, “lo que necesitamos es aprender a manejar el estrés, para que se quede en su etapa positiva. Debemos vivir sin prisa, anclarnos en el momento presente y respirar”.
¿Cómo saber que el estrés ya no es sano? Sencillo, agrega la psicoanalista, “cuando ya no puedo concentrarme en el momento presente, estar en el aquí y el ahora con todos mis sentidos, con toda mi atención puesta ahí, entonces ya es peligroso”.

Las consecuencias negativas de vivir con estrés no son solo la fatiga y la dificultad para concentrarnos en el trabajo o en alguna otra actividad, sino que tienen alcances a nivel celular que impactan al cuerpo y la mente a mediano y largo plazo, con enfermedades cardiovasculares, diabetes e incluso cáncer, aunque no suele ligarse directamente.
“El estrés es peligroso de inicio para el aparato psíquico, para el cerebro. Y en segundo lugar, para cualquier órgano de todo nuestro cuerpo, porque ese estrés incide en el sistema inmunológico, las defensas se bajan y cualquier célula negativa —porque todos tenemos células tóxicas en el cuerpo, pero las desechamos — se quedan y se reproducen”
Por otro lado, una mente estresada nos convierte en personas distraídas, más propensas a accidentes, a cometer errores de juicio, a caminar erráticamente. La solución para estos problemas, dicen los especialistas, es el llamado mindfulness o atención plena.

Un estrés mal manejado, avanza hacia el burnout, con la ansiedad y los ataques de pánico por el camino. Según Patricia Lozano Luviano, consultora en desarrollo humano, una vez instalado, el estrés crónico o tiene diferentes niveles:
- Leve. Consiste en quejas vagas, cansancio moderado, pesimismo, aislamiento social o desconfianza.
- Grave. La persona trabaja más lento, se automedica, ejerce ausentismo, muestra aversión o fobia al trabajo; abusa del alcohol o drogas porque no soporta la situación.
- Extremo. Se presenta el colapso, cuadros psiquiátricos y hasta el suicidio. Es necesario pedir ayuda profesional antes de llegar a este punto.

En su conferencia “Alcanza una vida en equilibrio reduciendo el estrés laboral”, organizada por el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, Lozano Luviano explicó que el síndrome de burnout es una enfermedad psicosocial, influenciada por factores laborales, organizacionales, personales e individuales, por lo que tanto el gobierno como las empresas deben servir de soporte a los trabajadores para prevenirlo y, en su caso, superarlo. Sin embargo, el primer paso siempre es personal, agregó Lozano Luviano.
Luego de perder la vista de su ojo izquierdo, el neurólogo dio en el clavo de los males de Rodrigo. Una larga terapia y cambios profundos en sus hábitos personales y laborales le devolvieron la vida. Hoy, sin importar qué tan ocupado esté, siempre se regala cinco minutos para respirar.
KRC