Rafael Yari Cabanillas es parte de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), y lleva cuatro semanas como líder de un equipo de logística de 120 personas en Khan Younis, la segunda mayor ciudad en Gaza.
“Las ciudades están totalmente destruidas, con pocos edificios que quedan en pie, y una situación muy fuerte de hacinamiento, que cada vez va empeorando”, dice el ingeniero químico y mecánico, originario de Hermosillo, Sonora.
Mientras Israel agudiza su invasión de Ciudad de Gaza (de ella toma el nombre la Franja de Gaza), Cabanillas observa que la población a la que se le ordenó evacuar llega a zonas que ya están saturadas por otros desplazados. Ya no hay dónde dormir.
Esa gente está en “una situación desesperante de falta de agua, de servicios básicos y de acceso a la comida”, señaló.
Este ingeniero químico y mecánico, que está a la mitad de una encomienda de ocho semanas, accedió a compartir con MILENIO su experiencia que, dice, es diferente de la que ha tenido en misiones previas porque “en otros sitios, las poblaciones civiles huyen. Aquí no hay a dónde ir”.

En hambruna, los niños son más pequeños
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado la hambruna en amplias partes de la franja. Pero Israel dice que eso es culpa de las organizaciones humanitarias, —¿cuál es tu postura?—
“Han instalado varios lugares de la Fundación Humanitaria de Gaza, organización creada por Israel. Desde ahí, los reportes de MSF, como testigos de lo que nos llega a nuestras instalaciones, son muy fuertes: heridos de bala o heridos que estaban esperando la ayuda”, expuso Rafael Yari Cabanillas.
“Esta gente no esperaba tener que sufrir mientras recibía un apoyo. Y lo que vemos aquí es una hambruna general; en todos los hospitales, en todos los centros de salud tenemos un número alto de pacientes con malnutrición. Nosotros mismos, viviendo aquí, tenemos un acceso complicado a la comida”.
—¿Cómo es la hambruna en Gaza?—
“Son una imágenes muy, muy fuertes. Lo que vemos en gran parte son niños recién nacidos o de muy corta edad que son mucho más pequeños de lo que deberían ser, con extremidades bastante pequeñas. Es lo más extremo”.
El gobierno israelí ha ordenado a la población de Ciudad de Gaza la evacuación completa e inmediata hacia el sur, a la zona de Al Magasi, y pasan cerca de Khan Younis.

—¿Qué consideran sobre esta evacuación cuando la mayor parte del territorio de la Franja está ocupado militarmente y se pretende que la población se concentre en áreas muy pequeñas?—
“Justo en Al Magasi tenemos oficinas y uno de nuestros centros de salud más grandes. Es impresionante la cantidad de gente que está llegando día a día. Imagínate que desde la Ciudad de Gaza hasta Deir el Balah son 12 kilómetros de gente cargando todas sus pertenencias, tanques de agua, niños con pequeñas mochilas; cargan todo lo que pueden, caminan, con carros y demás; horas y horas para llegar a esta zona donde no hay espacio, porque ya está saturada en su totalidad”, respondió el integrante de Médicos Sin Fronteras.
“Eso lo vemos todos los días, llegan aquí, buscan desesperadamente y no encuentran ya dónde estar. [Vienen desde] la Ciudad de Gaza, hasta hace unas semanas allá había alrededor de un millón de personas. Y aquí ya no cabe más gente”.
Como responsable de logística, tienes que asegurarte de que existen los recursos necesarios. —¿Tienen lo suficiente para atender una crisis como esta?—
“Tengo que ver, por ejemplo, dar electricidad a los centros de salud que mantienen a muchos de nuestros pacientes vivos. Yo diría que estamos en un 30 por ciento de los estándares normales de operación de Médicos Sin Fronteras”.
Ya hemos visto que las fuerzas israelíes han matado a miembros de organizaciones humanitarias. —En el caso de MSF, ¿ustedes tienen ese riesgo?—
“Tenemos el riesgo, como todos los que vivimos en Gaza. No hay zona segura, a pesar de que se nos ha dicho que los centros de salud serían respetados. En teoría estamos protegidos por la Convención de Ginebra, pero no se ha visto así”.
“Hace un par de semanas fue atacado el hospital de Nasser. Teníamos un equipo presente. No fuimos afectados por el ataque pero estuvimos muy cerca. Muchos de los nuestros fueron testigos de lo que sucedió. Es un riesgo inherente para todos los que vivimos en la Franja”.

El gobierno de Israel dice que solo atacan a miembros de las milicias palestinas o relacionados directamente con ellas, y que si han atacado instalaciones médicas es porque estaban ligadas a Hamás, —¿Qué es lo que tú has visto?—
“Nosotros nunca hemos sido testigos de esto [presencia de Hamás]. Nosotros pedimos que se respete este espacio humanitario para poder tratar a los pacientes”.
Desesperación de no poder instalar a tu familia
—¿Qué momentos te han marcado en las cuatro semanas que has estado en Gaza?—
“La desesperación de la gente de no poder encontrar dónde instalarse. Un cercano nos decía que se movía desde el norte hacia acá con su familia y luego tenía que regresar por no haber encontrado dónde dormir. Se regresaba otra vez esas seis o siete horas de traslado, con hijos, familia. También impacta la falta de agua potable, la gente haciendo fila desesperada por poder tener un poco de agua”.
—¿Cuál es la condición de la infancia, de las niñas y los niños que has visto?—
“Muchos niños se han quedado huérfanos. Les están quitando su infancia. En lugar de estar jugando, están buscando agua, algún trabajito, algo para poder comer. Me pregunto el efecto que va a tener en futuras generaciones”.
Has trabajado con Médicos Sin Fronteras en otras zonas de violencia armada. —¿Cómo comparas esa experiencia con la que estás teniendo ahora en Gaza?—
“He estado los últimos años, por ejemplo, en Yemen; en Bukavu y Goma, en la República Democrática del Congo; en el norte de la República Centroafricana. Sólo por mencionar algunos. La situación es muy diferente en el sentido de que aquí el control de la entrada de recursos es bastante duro; del poco respeto que se tiene a las instalaciones médicas”.
“Una cosa es estar en un fuego cruzado y otra es que ataquen los hospitales, las clínicas, los convoyes humanitarios. Que no se deja entrar la ayuda humanitaria y ves esta situación de hambruna tan real”.

—¿Cómo sientes a tus colegas de Médicos Sin Fronteras?—
“Es muy fuerte lo que ve el personal médico, sobre todo el equipo de urgencias, porque está recibiendo pacientes todos los días, nuestras clínicas están totalmente al límite. En otros sitios, las poblaciones civiles huyen del conflicto y se desplazan. Aquí, es muy difícil: no hay a dónde ir”.
A México le guardan aprecio
Mucha gente se pregunta qué es lo que motiva a un mexicano a ir al otro lado del mundo a exponer su vida.
“Nos mueve un sentido de humanidad, de llevar un poco de humanidad a las personas. El sufrimiento humano para nosotros es inhumano, debería ser aliviado. Tenemos jornadas de trabajo de 14, 15 horas diarias, durante bastante tiempo. Eso es emocionalmente cansado pero al ver a nuestros colegas [palestinos] ahí, motivados, al ver que quieren seguir trabajando, que dicen que esto en el futuro va a mejorar, nos mueve también, nos emociona, nos motiva a estar con ellos”.
—¿Qué te dicen del mundo y su actitud, de México?—
“Tenemos contacto todos los días con la gente de Gaza, nuestro staff local, diferentes proveedores, los pacientes que de repente se acercan a platicar. Uno tiene la barrera del idioma, pero en inglés o en algún otro idioma se alcanza a platicar. Están bastante conmovidos por las muestras de solidaridad en diferentes países. A México le guardan principal aprecio porque tenemos una embajada activa en Palestina. Aparte de que el sueño de muchos es el futbol. Conocen al equipo mexicano, de repente lo siguen, al Chicharito, a Hugo Sánchez. Y es bastante bonito tratar de tener una conversación un poco más normal”.
—¿Todavía tienen esperanza?—
“Te muestran fotos de su vida antes del conflicto con una esperanza de volver a ella, te cuentan de sus planes a futuro, tenemos colegas que se están casando, que siguen con ganas de tener hijos. Los mueve mucho la esperanza”.
—¿Tienes un mensaje al público de México? ¿Qué puede hacer la gente que todos los días ve estas imágenes angustiantes y se pregunta 'qué me toca a mí', 'de qué forma puedo ayudar'?—
“Es algo que me preguntan incluso mis amigos, mi familia. Siempre les digo que lo más sencillo es apoyar a las organizaciones que trabajan aquí. Desde Médicos Sin Fronteras, si comulgan con nuestras causas, o a las muchas otras que hay. Llamamos a los líderes de todos los países a poner un alto al genocidio, un alto al fuego para que esto termine y podamos empezar con la reconstrucción lo más pronto posible”.
MD