Daniel Ramírez, el dreamer mexicano detenido en febrero pasado, publicó una carta en la que pide al gobierno estadunidense que escuche su historia y relata la preocupación que, como él, viven miles de jóvenes a quienes se les otorgó el permiso DACA para vivir, trabajar y estudiar en Estados Unidos y que, con su detención, no saben si se respetará su condición legal.
En la carta, publicada este lunes en el Washington Post, Daniel narra su vida en el centro de detención, la sorpresa que le ha causado el apoyo que han recibido él y su familia, así como su deseo de ser liberado y reencontrarse con su hijo.
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Aquí la carta completa publicada en el Washington Post:
La semana pasada, pasé mi cumpleaños 24 detenido.
He estado en un centro de detención de inmigrantes en Tacoma, Washington, por más de un mes. Es un mes lejos de mi familia, un mes haciendo todo lo posible por apoyar a mi hijo de 3 años y lejos del futuro que mis padres deseaban para mí cuando me trajeron desde México a los 7 años de edad. He pasado casi toda mi vida en los Estados Unidos -como niño, adolescente y ahora como adulto con un hijo. Este país es mi hogar.
[OBJECT]Fui detenido y traído aquí el 10 de febrero, tan sólo un mes después de mudarme del Valle Central de California al área de Seattle para encontrar un mejor trabajo y mantener a mi familia. Ha sido muy difícil mantener un punto de vista positivo de esta situación. Aquí todo es gris, y paso todo el día solo, excepto con el grupo de oración al que asisto dos veces al día. Para pasar el tiempo, comencé a aprender a hacer animales de origami para dárselos a mi hijo cuando lo vea de nuevo.
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Pero estando aquí, mi mente vuela. Antes de esto, nunca pensé que sería un titular en las noticias o me convertiría en un hashtag en redes sociales. Supuse que sería uno de los afortunados. En 2012, el DACA otorgó a jóvenes como yo, que fueron traídos a Estados Unidos sin un permiso, lo que más anhelábamos: un estatus legal para vivir, estudiar, trabajar e incluso servir en el Ejército, sin miedo a ser deportados.
El día que me fue aprobado el DACA fue uno de los días más felices de mi vida. Sentí que podía dejar de tener miedo y podría tener todas las oportunidades que este país ofrece. Encontré trabajo "piscando" naranjas en un campo del centro de California cercano a mi hogar. Hacía mucho calor, era muy difícil y muy sucio, pero estaba muy feliz de poder trabajar y ayudar a mi familia sin miedo a ser deportado. En 2015, mi hijo Daniel Jr. nació. Ese pequeño es mi mundo, y cambió por completo mi vida. De pronto, fue más importante que nunca construir un futuro estable. Comencé a tomar clases para conseguir una carrera reparando automóviles o pintándolos, dos cosas que amo hacer.
Suena simple, pero esa fue la promesa que DACA dio a 750 mil personas como yo: podemos trabajar duro, cuidar a nuestras familia y vivir sin el constante miedo de ser enviado de regreso a un país que no conozco, forzado a vivir lejos de la gente que amo.
Desafortunadamente eso fue lo que pasó cuando agentes de inmigración vinieron a mi departamento después de arrestar a mi papá. También yo fui arrestado, detenido y traído a este centro. Los agentes dicen que un tatuaje en mi brazo significa que estoy en una pandilla. Ese tatuaje me lo hice cuando tenía 18 en honor a La Paz, México, la ciudad donde nací. Los agentes me interrogaron por horas e insistieron en que soy miembro de una pandilla porque soy del Valle Central de California. Ahí están todos los pandilleros, me dijeron. No importó cuántas veces les dije que no pertenezco a ninguna pandilla.
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[OBJECT]Ni siquiera necesitan mi palabra, el gobierno sabe que yo no soy parte de ninguna pandilla. Como todos los "dreamers", di mi información personal y huellas digitales al gobierno para calificar para el DACA. Mi información se verificó en cada base de datos de todos los estados y la federal. Verificaron dos veces que no tuviera un historial criminal, que nunca estuve asociado a ninguna pandilla y que no represento ninguna amenaza para la seguridad pública. A pesar de eso, me trataron como si mi estatus de DACA y mi autorización de trabajo no significara nada.
A pesar de lo terrible que ha sido esto, de alguna manera, sigo siendo uno de los afortunados. Tengo un increíble equipo de abogados que me están ayudando en cada paso de este camino; me han entrevistado aquí, en el centro de detención, y usado nuestras conversaciones para redactar esta carta y se pueda hacer pública mi historia antes de ser liberado. Tengo el apoyo de mi familia y amigos que no se han cansado de pelear cada día para que yo pueda volver a casa. Tengo un hijo al que amo y extraño cada día. Y he recibido un apoyo increíble de personas de todo el país que nunca imaginé. Ahora estoy esperando a que un juez decida si puedo ser liberado y si escuchará mi caso en una corte federal.
Espero tener un futuro en este país, pero sé que este caso no es sólo sobre mí. Cientos y miles de 'dreamers' se preguntan qué tipo de protección les dará el gobierno. Si yo pude ser arrestado y detenido sin evidencia, ¿qué les pasará a ellos?
Mis padres me trajeron a los Estados Unidos porque querían lo que todo padre quiere para sus hijos: una oportunidad de tener una buena vida. Los 'dreamers' como yo no están pidiendo 'limosnas'. Queremos que el gobierno mantenga su promesa de dejarnos contribuir a nuestras comunidades y cuidar de nuestras familias sin ser enviados de vuelta a un país que no conocemos. Una de las razones por las que amamos a los Estados Unidos es porque acoge a personas de diferentes culturas e idiomas. Recompensa a las personas que trabajan duro y ayudan a otros. Y se mantiene como una promesa de un futuro mejor. Ese es el Estados Unidos que amamos y el Estados Unidos que esperamos se mantenga con nosotros los 'dreamers'.
Daniel Ramírez
ALEC