En el distrito tecnológico de Beijing E‑Town, al sureste de la capital china, existe un lugar que parece salido de una película de ciencia ficción: una tienda especializada en robots humanoides junto a un restaurante temático donde los androides cocinan, sirven y conviven con los comensales.
El tenue zumbido de los motores eléctricos se mezcla con las voces digitales de robots humanoides que saludan, sirven café o recitan poesía.
Es una mezcla entre vitrina comercial, laboratorio y parque temático, que muestra cómo China lleva la robótica a la vida diaria.
El complejo abrió oficialmente sus puertas este año, coincidiendo con la inauguración de la Conferencia Mundial de Robots. La tienda —denominada Robot Mall— y el restaurante forman parte de una estrategia más amplia del gobierno chino para acelerar la integración de los autómatas en la economía cotidiana.
Según las autoridades de E-Town, el proyecto busca crear un ecosistema de innovación abierta, en el que los consumidores puedan interactuar directamente con los desarrollos más recientes y las empresas recopilen datos reales sobre su desempeño.
El modelo de negocio sigue el esquema “4S”: Sales (ventas), Service (servicio), Spare parts (repuestos) y Surveys (retroalimentación). Es decir, un lugar donde no solo se venden robots, sino donde se prueban, se reparan y se perfeccionan con la ayuda del público.
Una experiencia inmersiva
Al entrar, los visitantes son recibidos por bartenders robóticos que preparan bebidas y conversan en varios idiomas.
En una esquina, un robot llamado Xiaoqi —famoso por participar en competencias de resistencia contra corredores humanos— saluda con gestos sorprendentemente naturales. Más adelante, un grupo musical completamente robótico interpreta melodías clásicas chinas, mientras un androide con la apariencia del poeta Li Bai recita versos milenarios.
Durante la comida, los robots preparan panqueques, café o té con leche frente a los comensales. Autómatas de reparto recorren los pasillos entregando los pedidos con precisión absoluta mientras otros se encargan de la limpieza y el reciclaje.
Algunos lucen formas humanoides; otros, diseños inspirados en animales o personajes históricos. Todo se mueve con una coreografía de luces, sonidos y movimientos calculados al milímetro.
El Robot Mall: el corazón del futuro
La tienda adyacente ocupa cuatro mil metros cuadrados distribuidos en cuatro pisos. Exhibe más de 50 marcas de robots y más de 100 modelos en categorías que van desde la salud hasta el entretenimiento.
Hay autómatas clínicos que asisten en cirugías, biónicos que imitan expresiones humanas, domésticos que limpian, cocinan o cuidan mascotas, e incluso perros robóticos capaces de seguir comandos complejos.
Los precios van desde dos mil yuanes (poco más de cinco mil pesos mexicanos) por pequeños robots educativos hasta modelos humanoides de gama alta que superan el millón de yuanes (casi dos millones 600 mil pesos mexicanos).
Cada piso está diseñado como una experiencia distinta: demostraciones, áreas de mantenimiento, estaciones de diagnóstico remoto y zonas de capacitación.
De la fábrica al consumidor
Beijing E-Town no fue elegido al azar. Este distrito es hoy uno de los principales clústeres tecnológicos de China con más de 300 compañías dedicadas a la robótica y a la inteligencia artificial. Representa casi la mitad de la producción robótica de la capital y concentra laboratorios, startups y sedes de gigantes como UBTech, Xiaomi Robotics o Fourier Intelligence.
Tan solo en 2024, China produjo más de 550 mil robots industriales, consolidando su posición como el mayor fabricante del mundo. Este nuevo espacio busca cerrar la brecha entre el laboratorio y el hogar: convertir la robótica en parte del consumo cotidiano.
Comer con robots, pensar en el mañana
El restaurante no es un espectáculo vacío. Es un ensayo social sobre la convivencia con la tecnología. Sentarse frente a un robot que te sirve o escuchar una poesía recitada por un androide provoca una mezcla de asombro y reflexión.
¿Estamos listos para compartir espacio con ellos? China parece tener clara su respuesta. Mientras en otros países la discusión gira en torno al miedo por la automatización, aquí se habla de integración inteligente: cómo usar la tecnología para aliviar trabajos repetitivos, mejorar la eficiencia y elevar la calidad de vida.
No se trata de sustituir personas, sino de redistribuir el esfuerzo humano hacia lo creativo y lo estratégico.
Un futuro tangible
Caminar por este lugar es como recorrer un museo del futuro en tiempo presente. Ni los robots son un lujo ni los visitantes se sienten intimidados.
???????? BEIJING HAS A ROBOT MALL NOW
— Mario Nawfal (@MarioNawfal) August 11, 2025
In Beijing’s E-Town you can literally walk into a mall and buy a robot like it’s an iPhone.
Prices range from chess playing buddies to $300K industrial beasts that haul stuff.
So yeah the future isn’t coming it’s already shopping for itself.… pic.twitter.com/ilas5pRUIg
Niños, jóvenes y adultos prueban brazos mecánicos, conversan con asistentes de Inteligencia Artificial (IA) y observan cómo las máquinas aprenden de su interacción. Todo en un ambiente festivo, pedagógico y familiar.
Lo más impresionante es la naturalidad con la que los chinos interactúan con estas tecnologías. En lugar de verlas como amenazas las ven como aliadas. Esa actitud resume mucho de la filosofía con la que China ha construido su desarrollo: no resistir el cambio sino adaptarse a él con rapidez y propósito.
El mensaje detrás del acero
E-Town no solo es una atracción futurista. Es una declaración política y cultural: el futuro no se contempla, se construye. La robótica aquí no es un experimento aislado sino una herramienta nacional para transformar la productividad y redefinir el bienestar.
Para los visitantes extranjeros el impacto es doble. Por un lado, la fascinación tecnológica; por otro, la sensación de que este país ya vive en un mañana que apenas imaginamos.
Los robots que cocinan, atienden o conversan son apenas la cara visible de un proceso más profundo: el de un país que combina innovación, disciplina y una visión a largo plazo.
China no solo está fabricando máquinas, está programando el futuro.
MD