El domingo 30 de noviembre, más de seis millones de hondureños elegirán a su próximo presidente. MILENIO realizó un análisis del panorama de estos comicios, que se desarrollan en medio de un clima de polarización política, del fantasma del injerencismo de Estados Unidos y acusaciones de fraude y boicot por parte de los candidatos.
La carrera presidencial, que definirá al sustituto de la lideresa Xiomara Castro, se celebrará con un estado de excepción vigente, lo cual ha acrecentado las preocupaciones por el impacto que podría tener en el resultado de la elección.
Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) confía, pese al escenario adverso, en que la participación masiva de los ciudadanos disipe todas las dudas, que también pesan sobre ellos, su sobre su independencia y credibilidad.
“Realmente la elección está lista y lo más importante es tener el apoyo de ustedes para que transmitamos un mismo mensaje y una misma voz… La comunidad hondureña debe salir a votar masivamente el 30 de noviembre; de eso en gran medida dependerá la paz que podamos tener ese mismo día de la jornada y un día después hasta la declaratoria de las elecciones”, afirmó la Consejera Presidenta del CNE, Ana Paola Hall, antes de reunirse con observadores internacionales.
Sin tanta confianza, la consejera electoral, Cossette López, dijo que contra viento y marea el CNE está listo para el proceso.
“(Estamos) construyendo certezas a pesar de la incertidumbre”, remarcó.
En la jornada del próximo domingo, los hondureños votarán por 2 mil 541 cargos de elección popular, que incluye diputados del Congreso, alcaldes, vicealcades y regidores.
Pero los reflectores están sobre los tres punteros que buscan la presidencia: la oficialista, Rixi Moncada; el conservador, Nasry Asfura; y el tres veces candidato y ex presentador de televisión, Salvador Nasralla. Y hay un cuarto candidato que Nelson Ávila, que está lejos de las preferencias.
Focos rojos sobre legalidad de comicios
Académicos y activistas están en alerta por las condiciones en que se van a celebrar las elecciones el próximo domingo.
Y es que el estado de excepción, genera un ambiente de incertidumbre, dicen, que no es compatible con un ejercicio democrático. Y a esto, se debe sumarle las sospechas de posible fraude desde el gobierno en favor de su candidata o un posible boicot de los opositores para desacreditar el proceso.
“A pesar que no ha limitado las libertades democráticas de las campañas electorales, realmente su existencia restringe garantías constitucionales básicas y vamos al proceso electoral a pesar de las demandas de los organismos para que se pudiera sino cancelar, al menos suspender durante el día de las elecciones”, explicó a MILENIO Gustavo Urías del Centro de Estudios para la Democracia de Honduras.
“Ese es un punto de preocupación. El otro tiene que ver con el funcionamiento de la máxima autoridad electoral, el CNE que ha estado en una situación de tensión, de crisis recurrente”.
Y como si no fueran suficientes los conflictos internos que incluyen la posible coacción del voto de policías y militares, ahora entró en escena Donald Trump, quien manifestó su apoyo para el candidato opositor, Nasry Asfura, y su desdén por el oficialismo al que consideró comunista.
“Es un país muy marcado por la polarización. La verdad es que hay dos narrativas fuertes instaladas en el país, la narrativa del fraude y del boicot, manejados en esta polarización de izquierda y ultraderecha. Lo que vemos es que el Consejo Electoral creó las condiciones básicas para asistir al proceso y están las condiciones, lo que resta es que la ciudadanía asista a las urnas”, agregó Urías.
Los punteros
La oficialista Rixi Moncada es una abogada de 60 años que ofrece continuidad al proyecto izquierdista del partido Libertad y Refundación, además de seguir con las propuestas de la actual presidenta Xiomara Castro como combatir el modelo neoliberal, democratizar la economía y fortalecer a las empresas públicas.
Moncada ha expresado su preocupación por un posible boicot de la oposición junto con integrantes del Consejo Electoral.
En el otro extremo del espectro político está Nasry Asfura por el Partido Nacional. Identificado como conservador neoliberal, el empresario de la construcción de 67 años ha centrado sus propuestas en mejorar la economía, construir vivienda, acabar con los “narcocomunistas”. Además, se identifica como un aliado de la vida, la familia y la libertad.
En los últimos días, jaló toda la atención en su país al recibir el espaldarazo de Donald Trump para su candidatura.
Asfura se ha encargado de señalar al gobierno de intentar cometer un fraude ordenado por el Ejecutivo, incluso con apoyo de las fuerzas armadas.
Y Salvador Nasralla del Partido Liberal. Tiene 72 años y este es su tercer intento por convertirse en presidente de su país. Antes de la vida política fue presentador de televisión. Actualmente, sus propuestas se centran en restaurar el Estado de derecho y luchar contra la corrupción que aqueja al gobierno.
MD
