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"La La Land": ¿son nuestros sueños el verdadero amor?

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  • "La La Land": ¿son nuestros sueños el verdadero amor?
  • Maximiliano Torres

Estos son tiempos imposibles para los románticos, excepto Damien Chazelle. En la hora más cínica de la humanidad él nos trae La La Land; un musical sobre soñadores, convenciéndonos de que es la cosa más pura y necesaria. Esta maravilla, pinta para ser la película más reconocida en la temporada de premios. A quienes no estén de humor para distracciones como zapatos de tap, atardeceres Technicolor y paseos por las nubes, hay que aclararles que este viaje al pasado nos traerá de regreso al presente, con los pies en el suelo y un sabor de boca posmoderno.

Como muchas de las chicas que están detrás de una caja registradora en los cafés de Los Angeles, Mia Dolan (Emma Stone) quiere ser actriz y se las ingenia para subsistir y conseguir audiciones. Sebastian (Ryan Gosling) es un espécimen más raro de encontrar en el asfalto angelino: un pianista experto en jazz que vive de propinas, tocando donde puede mientras llega el momento de cumplir su sueño: abrir su propio club de jazz. Tal y como dicta la profecía del cine de amantes, este par se conocerá en una de esas escenas en las que el mundo se detiene, al menos para uno de los dos. La La Land hace su primera declaración de autenticidad al sugerir que no existe tal cosa como dos personas enamoradas en la misma medida. Mia es quien pone primero su atención sentimental en Sebastian y, luego de varios encuentros fortuitos, él la procura y comienzan una relación que será puesta a prueba. No por adversidades especiales, simplemente por el curso natural de la vida.

Filmar un musical después de haber conquistado al mundo con tu película anterior no es cualquier triunfo para Damien Chazelle. El mismo Martin Scorsese no lo consiguió al hacer New York, New York, después de Taxi driver.

Sin necesidad de acumular personajes, fastuosos números musicales o un ensamble de voces potentes, Chazelle captura la química de una pareja, el espíritu de una ciudad y la agonía de un género musical. A diferencia de otras grandes aspirantes a premios, este eclipse de crítica y público no comienza su campaña desde adentro, ni se siente hecha con la intención de generar ovaciones. Orgullosa de su limitado presupuesto (con vestuario plano en colores primarios y escenarios imperfectos) y renuente a imitar los sentimientos y valores que exaltaba el cine al que rinde tributo.

Al vestir, cantar y bailar, Mia y Sebastian son modelos de la nostalgia que tanto vende. La nostalgia por la creatividad y la expresión de épocas pasadas. Al pensar y planear su futuro es como demuestran que ellos y su historia de amor son totalmente contemporáneos, desencantados, inciertos. Este dueto entre fantasía y realidad es lo que le habla al oído a los adoradores de La La Land.

Como postal de la ciudad que produce la magia del cine, nos revela un duro secreto: el optimismo y días soleados de Los Angeles esconden melancolía, ennui, incluso crueldad. Gente que se ve feliz y está triste. Esta dualidad, que está presente en el mejor arte de origen o inspiración californiana (y puede señalarse en cine, música y literatura), va apoderándose del concepto de la película. Festivo y optimista en la primera mitad; luego, los números musicales van disminuyendo como si fuera un síntoma de que sus personajes van cobrando conciencia de su realidad y destino, perdiendo el ánimo de entregarse al canto y la coreografía.

En su tercer romance en pantalla, Emma Stone y Ryan Gosling perfeccionan sus mancuernas pasadas en Crazy, Stupid, Love y Gangster Squad. Ninguno opaca al otro, pero en términos de exposición, la película le da más terreno a Stone, quien recibe un close up devastador, a la Anne Hathaway en Los Miserables.

Balancear una premisa tan esencial sin pasar como simple, un tono que va y viene de lo ingenuo a lo realista sin perder credibilidad, un mensaje universal que no se confunda con clichés, es un milagro que hay que aplaudirle a Damien Chazelle, quien durante dos horas se mueve a milímetros de un abismo de cursilerías con una convicción que lo hace no mirar hacia abajo, ni titubear. Desde antes de abandonar la sala de cine, este musical sobre soñadores ya nos tendrá sollozando en la realidad.

@amaxnopoder

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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