El Día de Muertos en México es una de las tradiciones más ricas en simbolismo, color y profunda conexión espiritual.
Dentro de este periodo, que abarca varios días, cada fecha está dedicada a un grupo particular de difuntos, y el 30 de octubre tiene un significado muy especial de inclusión y memoria.
Más que una festividad de luto, es una celebración de la vida y un reencuentro temporal con aquellos que se han adelantado en el camino. Aquí en MILENIO te damos los detalles.
 
	
 
	¿Quiénes vienen hoy, según la tradición de Día de Muertos?
Según la tradición popular mexicana, el 30 de octubre se dedica a recibir a las ánimas solas, olvidadas o perdidas. Esta fecha tiene un profundo sentido de caridad y humanidad, ya que está destinada a recordar a aquellos espíritus que:
- No tienen familiares que los recuerden o les pongan una ofrenda.
- Sus nombres han sido olvidados con el paso del tiempo.
- Murieron en circunstancias que los dejaron sin reconocimiento o sin un lugar de descanso conocido.
Este día es un gesto de que, en la cosmovisión mexicana, ninguna alma debe quedar en el olvido total. La ofrenda para estas ánimas es un acto de inclusión universal, asegurando que incluso aquellos sin un lazo familiar directo en el mundo de los vivos tengan luz, agua y pan para su camino
¿Cómo es la ofrenda para las Almas Olvidadas?
Para recibir a las ánimas solitarias, los elementos en el altar de muertos este día suelen ser más generales, pero llenos de significado. Se les ofrece lo esencial para ayudarlas en su viaje de regreso:
- Luz y Guía: Se encienden velas o veladoras para iluminar su camino, simbolizando la esperanza de que encuentren su ofrenda.
- Agua: Se coloca un vaso con agua para calmar su sed después del largo recorrido desde el Mictlán (el inframundo).
- Alimento Básico: El pan de muerto, la sal y las frutas son elementos comunes que se ofrecen como un gesto de bienvenida y sustento.
 
	Aunque en las ofrendas para estas almas generalmente no hay fotografías, la intención de la familia que coloca la ofrenda es un acto de bondad y respeto, un recordatorio de que toda vida merece ser honrada sin importar cuánto tiempo haya pasado o si el recuerdo se ha desvanecido en otros. El 30 de octubre, por lo tanto, es un día dedicado a la memoria colectiva y a extender el calor de la tradición a todas las almas en pena.
 
	 
	 
	