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Los italianos ya no quieren más ‘foodificación’, está acabando con los comercios locales

Turismo. Aunque son fanáticos apasionados de su cocina nacional, temen que esté inundando los centros de sus ciudades y ahogando las tiendas locales y la vida cotidiana en favor del comercio turístico.

La proliferación de manjares italianos parecía no tener fin. Bolas de arroz arancini fritas, cannoli y spritz de Aperol fluorescentes estaban esparcidos por los manteles a cuadros tanto rojos como verdes de los 31 restaurantes apiñados en una sola calle de Palermo, donde alimentaban a una multitud políglota y extasiada.

“Este tramo de aquí es magnífico, es: ¡bang! Un restaurante tras otro”, dijo Mark Smith, de 55 años, un turista australiano que daba sorbos a su spritz de Aperol en la calle Maqueda.

Para el alcalde de Palermo, ese spritz ya fue demasiado

Este año prohibió la apertura de nuevos restaurantes en la Via Maqueda y las calles adyacentes, con lo que admitió que incluso el santo grial italiano de la comida había llegado a su punto de saturación.

“Demasiado azúcar estropea el café”, dijo el alcalde, Roberto Lagalla, mientras masticaba de vez en cuando un puro apagado durante una entrevista en un palacio del centro histórico de Palermo, la capital de Sicilia. 
"El centro de Palermo “no debe convertirse en un pueblo de comida”, afirmó.

Restaurantes instagrameables


En Bolonia, Florencia, Roma y Turín, las calles se han convertido en lo que los críticos ven como interminables restaurantes al aire libre que sirven carbonara en sartenes perfectos para compartir en Instagram mientras mujeres enrollan tagliatelle detrás de los escaparates, en simulaciones parecidas a zoológicos de las abuelas italianas.

La preocupación de los italianos no es un simple desaire a los turistas o una objeción estética, sino una cuestión que las autoridades se están tomando en serio. 

Las autoridades de Florencia también han prohibido la apertura de nuevos restaurantes en más de 50 calles.

Aunque la comida es fundamental para la identidad y la economía de Italia, a algunos funcionarios y residentes les preocupa que en exceso pueda socavar la autenticidad que celebra para convertir partes de Italia en una versión caricaturesca y anacrónica de sí misma.

“Es un parque de atracciones, no una ciudad”, dijo de la Via Maqueda Karen Basile, trabajadora social y residente de Palermo.

Transformación histórica del turismo italiano

En la última década, el aumento del turismo ha transformado los centros históricos de las ciudades italianas. 

Algunos se han vuelto más animados y multiculturales, otras han empezado a vaciarse desde dentro.

El centro de Roma perdió más de una cuarta parte de sus habitantes en los últimos 15 años, y la población descendió en los centros de Venecia y Florencia a un ritmo mucho más rápido que en el resto de esas ciudades.

Las ciudades italianas dependen cada vez más del turismo, que representa 13 por ciento de la economía del país; por otro lado, el turismo de comida y vino casi se ha triplicado en la última década, según la agencia nacional de turismo.

El cambio es visible en las placas con el nombre de los alojamientos que se agolpan en las entradas de los edificios de apartamentos residenciales, y en las flotas de minivanes, carritos de golf de diez plazas y maletas extra grandes que circulan dando golpes por los adoquines en callejuelas estrechas. 

Una de las manifestaciones urbanas más generalizadas de la era del turismo es la explosión de tiendas de limoncello, bares de tiramisú y los omnipresentes cuencos de espaguetis que han desbordado las calles del centro.

En la última década, se han abierto cientos de nuevos restaurantes en los destinos urbanos más grandes y visitados, así como en paradas que antes eran menos populares.

Las causas también son internas

El turismo no es el único responsable del cierre de tiendas tradicionales o puestos de mercado. 

Los italianos suelen comprar en supermercados, en centros comerciales o por internet. 

Sin embargo, para los comerciantes de comida, vender una línea estereotipada de cocina italiana a multitudes que descienden de los cruceros ha demostrado ser más rentable que ganarse la vida con un puesto de fruta o pescado que atiende a una clientela local cada vez más escasa.

“Es como si en una calle aparecieran consumidores ciegos, sin papilas gustativas y con el estómago de hierro. Los negocios se aprovecharon”, aseguró Maurizio Carta, responsable de urbanismo de Palermo.

En Palermo, donde el turismo representa casi 10 por ciento de la economía, el número de restaurantes del centro se ha duplicado en la última década, según Fipe, la federación italiana de empresas de alimentación y turismo.

Después de que la Unesco reconociera la arquitectura normanda y árabe de Palermo en 2015, los visitantes empezaron a aumentar. 

El año pasado llegaron más de un millón, un aumento de 50 por ciento respecto a cinco años antes.

Un día del mes pasado, algunos visitantes se maravillaron ante la opulenta catedral y la ópera de la ciudad o las magnolias de su jardín botánico. Para otros, se trataba más bien de los arancini.

“Se trata de la comida y la bebida y de estar con los amigos. No me importa mucho la historia”, confirmó Jack McAuley, de 71 años, controlador aéreo retirado de las Fuerzas Aéreas proveniente de Florida, en un mercado de alimentos en el centro de Palermo, entre degustación y degustación de croquetas.

¿Qué es la foodificación

Los expertos afirman que el frenesí alimentario mundial ha contribuido a lo que llaman “foodificación” o gentrificación basada en la comida. 

El gobierno italiano ha abrazado la obsesión culinaria y recientemente presentó una candidatura al patrimonio de la Unesco por su variada y sabrosa cocina.

“A veces el Coliseo es una excusa para un estadunidense entre un cacio e pepe y una amatriciana”, explicó Roberto Calugi, director general de Fipe, en referencia a algunos de los platos de pasta más populares de Italia.

En lugar de culpar a los turistas, los agitadores anti pasta italianos dicen que el gobierno ha hecho muy poco por desarrollar otras industrias.

Según una clasificación reciente de The European House-Ambrosetti, una consultora italiana, Italia va a la zaga en innovación, con una puntuación por debajo de las principales economías europeas.

“¿Por qué no intentamos conseguir un nuevo Galileo en lugar de un montón de excelentes chefs?”, preguntó Salvatore Settis, ex director de la Escuela Normal Superior de Pisa.

A Basile, trabajadora social, le molestaba el ostentoso regocijo de las calles de Palermo en la hora feliz, mientras la región seguía luchando contra el elevado desempleo juvenil, la baja productividad y la fuga de cerebros.

“Es como los últimos días de Pompeya. Antes de que el Vesubio hiciera erupción, la gente comía y cantaba”, comparó.

Al mismo tiempo, el turismo es una fuente clave de empleo para muchos.

Italia turística

En una conferencia del sector celebrada en Roma, en septiembre, la primera ministra Giorgia Meloni calificó el turismo de “extraordinario generador de riqueza y bienestar”. 

Funcionarios de Palermo dijeron que las renovaciones destinadas a atraer turistas mejoraron una zona que estaba en ruinas y era peligrosa hasta principios de la década de 2000, y que aún arrastraba las cicatrices de los bombardeos de la II Guerra Mundial y una historia de asesinatos de la Mafia.

"Las mejoras turísticas están haciendo que el centro de la ciudad sea mejor de lo que era antes”, dijo Alessandro Anello, máximo responsable de turismo de Palermo.

Valeria Vitrano, guía turística de Palermo, se quejaba de que el vendedor de verduras al que siempre iba había convertido recientemente su puesto en un restaurante y de que el aumento de los alquileres había expulsado a sus amigos del centro de la ciudad.

Aun así, reconoció que el turismo le ofrecía un trabajo: “Estoy en ello, esa es la lucha”.

Un miércoles reciente, los visitantes de Palermo pasearon junto a los pocos puestos de verduras y pescado que quedaban en el mercado de alimentos del Capo.

El mercado, que solía vender calabacines, melocotones, pescado y ternera a los residentes locales, ahora ofrece sobre todo pasta en espiral en un palo, galletas de mazapán con forma de cannoli y comida callejera frita a los turistas.

Una de ellas se detuvo a preguntar a un frutero si podía darle una castaña grande y redonda de su puesto mientras blandía un brazo extensible para tomar selfies

Paolo di Carlo, de 67 años, frutero de tercera generación, dijo que algunos días apenas recaudó 100 euros, unos 117 dólares.

“Hemos perdido a todos nuestros clientes. Ahora aquí todo es comida rápida”, compartió Di Carlo.

Los funcionarios de Palermo dijeron que el gobierno local seguirá fomentando el turismo, e intentaría atraer conferencias de empresas y proporcionará internet de alta velocidad a los nómadas digitales.

"Limitar las nuevas licencias de restaurantes, dijo Carta, "también evitaría que otras calles se convirtieran en monocultivos de spritz de Aperol". La bebida, por cierto, no se originó en Sicilia, sino en el norte de Italia.

“Normalmente, bebo cerveza. Pero como estoy en Sicilia, debería tomar un spritz de Aperol”, contó Gasper Bervar, estudiante universitario esloveno de 20 años, sentado en Via Maqueda con su novia.


KL

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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