La preferencia geográfica de los demonios es todo un misterio. Mientras que en la ciudad de Campeche se han registrado 38 mil 400 posesiones en los últimos cuatro años, en Querétaro se han realizado 960 procedimientos para expulsar arcángeles caídos y en Cuernavaca se ha practicado un centenar de ritos.
Una consulta a diversas diócesis católicas, realizada por MILENIO, revela que un puñado de jurisdicciones religiosas responden sobre la incidencia de ese fenómeno, pintando un mapa desigual.
Por ejemplo, mientras la Abadía Benedictina de Nuestra Señora de Los Ángeles, en Cuernavaca, tiene una capilla donde se efectúan exorcismos dos veces por semana, en la Diócesis de La Paz, en Baja California Sur, no se ha acreditado ni un caso en 24 años.
Hay quienes en el mitrado católico ven el fenómeno desde otro enfoque. Por ejemplo, el obispo de Mazatlán, Sinaloa, monseñor Mario Espinoza Contreras, considera que las posesiones son realmente inusuales, y que son, de hecho, “más bien problemas psiquiátricos” que en su diócesis se atienden como tales.
No obstante, es un fenómeno cotidiano en la vida de muchas personas en México, al punto que se han efectuado “exorcismos masivos” en distintos templos católicos. Y durante la pandemia de covid-19, los reportes aumentaron.
Precavida, la iglesia católica se mantiene alerta, preparando exorcistas, lanzando ‘call centers’ y hasta aplicaciones digitales disponibles en Google Play, para que la gente pueda lidiar con posesiones satánicas desde su propio dispositivo.
Morelos, tierra de exorcismos
Durante años, aquí no hubo demonios más temidos que los hermanos Beltrán Leyva y Los Rojos, criminales que han llenado de terror la vida cotidiana en la región.
Ahora, Morelos también es epicentro de exorcismos, a donde acuden cientos de personas de otras entidades y países para expulsar lo que víctimas o sus familiares consideran espíritus demoníacos.
En la Diócesis de Cuernavaca hay cuatro exorcistas. Dos de ellos diocesanos, y dos benedictinos. Uno de estos últimos es el padre Hildebrando Casto Espinoza, abad del monasterio de la Orden de San Benito. Llegó en 2022 a la Abadía Benedictina de Nuestra Señora de los Ángeles, y explica a MILENIO:
“Aquí en la abadía benedictina contamos con una capilla para uso exclusivo de exorcismos llamada ‘capilla de la misericordia’. Exorcizo dos veces a la semana con ayuda de uno o dos exorcistas más. A veces voy a otras diócesis a trabajar, como fue en la diócesis de Campeche.
“Desde el 2022, cuando recibí el nombramiento, a la fecha, tenemos aproximadamente 100 ovejitas, así le nombramos a los casos, de diferentes lugares de la república y de otros países, ya diagnosticados para exorcismos, [porque] obviamente son más las personas que vienen a consultar. Llevo un archivo físico con cartas de consentimiento de las personas y su credencial de identificación”.
Hace apenas unos años, Querétaro tenía la mayoría de casos. En 2021, en la Capilla de las Benditas Almas del Purgatorio de la Catedral de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, en el municipio queretano de Colón, se efectuaban hasta 20 rituales de liberación por semana, incluidos exorcismos, según el vicario de la Diócesis de Querétaro, Martín Lara Becerril, quien explicó entonces que durante la pandemia de covid-19 desató muchísimos demonios, debido a que aumentaron las posesiones.

En 2022, algo parecido ocurrió en el sureste: visitaban el monasterio de Huayamón, a unos 20 kilómetros de San Francisco de Campeche, cuando detectó que los demonios andaban sueltos: realizaba 800 exorcismos y liberaciones por semana.
Obsesión demoníaca
En general, la iglesia católica admite pocas posesiones auténticas. Sus protocolos incluyen valoración psiquiátrica para los presuntos posesos. También categorizan los tipos de ataque demoníaco de acuerdo con la índole de afectación de la víctima.
Por ejemplo, está la “obsesión diabólica”, que consiste en “ataques psicológicos del demonio”. También hay “vejaciones”, una “acechanza del espíritu del mal” que puede llevar a la víctima a infligirse daños psicológicos y físicos.
Además, hay “ataduras”, catalogadas como “influencias demoníacas ocultas” que “entorpecen el desarrollo espiritual” de la víctima, nos explican.
Monseñor Hilario González García, obispo de Saltillo, refiere que en el último año y medio se presentaron ocho “presuntas posesiones” en esa jurisdicción, pero “sólo dos cumplían los criterios de discernimiento del ritual”. El resto “sólo eran vejaciones”, que atendieron “equipos de oración de intercesión”.
El sacerdote Raúl Arsenio Uribe, secretario canciller de la Diócesis de Puerto Escondido, Oaxaca, detalla que de enero de 2024 a la fecha no hay registro alguno de casos de posesión demoníaca ni, por tanto, de exorcismo:
“De lo que sí se puede dar testimonio, es de oraciones de liberación que el señor obispo [monseñor Armando Colín Cruz] ha realizado durante la visita pastoral efectuada durante todo el año 2024, en la que los fieles le presentaban a su excelencia casos de ataduras del maligno, y que con oración e imposición de manos, se logró la mejoría de los devotos”.
El obispo de La Paz, Baja California, monseñor Miguel Ángel Alba Díaz, no ha tenido más que un caso desde 2001:
“En los 24 años que llevo al frente de esta Diócesis de La Paz, ha habido una sola petición que fue encomendada a un misionero comboniano mayor, no hubo necesidad ni de oraciones de liberación, mucho menos de exorcismo, el caso se resolvió en el sacramento de la reconciliación con éxito”.
Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús son una congregación fundada por el sacerdote Manuel Comboni, en el siglo XIX, en Verona, Italia.
La Diócesis de Tarahumara, en Chihuahua, respondió que no se ha presentado ningún caso en año y medio. Son otros los demonios que enfrenta la región, donde el 20 de junio de 2002 fueron asesinados los sacerdotes jesuitas de la parroquia de Cerocahui, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, por un pistolero del Cártel de Sinaloa.

Posesiones, ¿del cuerpo o del alma?
La imagen popular del poseso es un eco de El Exorcista, la película de 1973 dirigida por William Friedkin: la víctima presenta una especie de distrofia o degeneración corporal, mezcla de síntomas que semejan los de la esquizofrenia, la epilepsia, el tétanos.
De este último puede identificarse la postura de opistótonos, formando un arco con el cuerpo rígido, en un extremo la cabeza, echada hacia atrás; en el otro, los talones. Y la característica risa sardónica.
De acuerdo con los cánones católicos, “el diablo busca destruir al hombre por ser la más hermosa creación de Dios”, según el órgano de difusión Desde la fe (Conferencia Episcopal Mexicana, 22 de agosto de 2019).
Pero, ¿la entidad perversa toma posesión del cuerpo o del alma? Según el mito, el diablo puede colmar toda ambición humana: fortuna, talento, juventud, amor, éxito, incluso impunidad, como pidió el ladrón de El libro del buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, en la provincia de Guadalajara, España, en la época medieval.
Todo, a cambio del alma, pura o impura, buena o miserable, de sus “contratantes” humanos. Así lo confirman desde la leyenda del pacto demoníaco del dotado violinista Niccolo Paganini, hasta personajes literarios como el Fausto del poeta alemán Goethe, el Dorian Grey de Oscar Wilde, o en la literatura local, Arturo, en El fistol del diablo de Manuel Payno, y Armando en El Tercer Fausto de Salvador Novo.
La noción de la posesión demoníaca proviene de muy atrás. En el siglo VI se forjó la leyenda de San Teófilo de Adana, un diácono que, por considerarse sin mérito, rechazó suceder al obispo al que servía, lo que pagó siendo despedido por el nuevo obispo.
Teófilo cede su alma al diablo bajo escrito firmado, a cambio de la restitución y otros honores. Arrepentido pide perdón a la Virgen María.
Gran cantidad de versiones corrieron el resto de la Edad Media, como describen Cristina Azuela y Tatiana Sule en Teófilo y El Diablo. Variaciones Medievales, editado por la UNAM en 2019.
Pero los demonios no buscan la posesión de las almas humanas, sino la de sus cuerpos. Al menos es lo que responde el Summa Daemonica. Tratado de Demonología y manual de exorcistas, del exorcista español José Antonio Fortea (Editorial Dos Latidos, 2012), a la pregunta ¿qué es la posesión?
Según este especialista, “es el fenómeno por el que un espíritu maligno reside en un cuerpo y en determinados momentos puede hablar y moverse a través de ese cuerpo sin que la persona pueda evitarlo.
“El espíritu maligno no reside en el alma, esta en toda circunstancia sigue siendo libre e incapaz de posesión alguna. Sólo el cuerpo es susceptible de sufrir posesión”.
Quizá los demonios siempre estuvieron obsesionados con la posesión del cuerpo.
El astrofísico Carl Sagan subraya en El mundo y sus demonios (Planeta, 1987) la connotación sexual de los demonios, la herencia grecolatina de los sátiros en los súcubos e íncubos medievales que seducían por las noches a los fieles, la convicción del escritor San Agustín de que de esos “ayuntamientos sexuales” nacían las brujas, los océanos de literatura medieval que alimentó esa imaginaría, y su culminación en la bula del papa Inocencio de 1484 para perseguir brujas.

Obispo de Mazatlán: “Son problemas psiquiátricos”
Monseñor Mario Espinosa Contreras considera que una posesión demoníaca es una circunstancia extraordinaria, en extremo peculiar.
Obispo de la Diócesis de Mazatlán, rememora y comparte con MILENIO un esbozo de sus años de juventud, cuando conoció del fenómeno:
“Recuerdo que cuando era estudiante, en la Biblioteca del Seminario de Tepic, leí acerca de las posesiones del espíritu del mal, y ahí encontré que sí existen en el mundo dichas posesiones, pero que son raras y aisladas”.
Los años de experiencia le dieron perspectiva. Nos explica: “Posteriormente reflexioné sobre esta materia con un insigne maestro de la Universidad Pontificia de México y que era también Canónigo de la Basílica de Guadalupe, deduciendo de dichas conversaciones que los casos de posesiones son muy raros, y más bien son problemas psicológicos o psiquiátricos.
“Por ello, en general, nuestra actitud cuando se llegan a presentar estos casos, es tratarlos en el campo psicológico o psiquiátrico. Esa es mi opinión y mi actitud”.
Teléfonos y app para exorcismos
Y aunque la posesión no siempre es clara, los esfuerzos que se despliegan para dar con el demonio parecen una prueba involuntaria de su presencia.
En 1999, la Iglesia católica actualizó sus protocolos de exorcismo, que no había revisado desde 1614 (casi 400 años de distancia, los tiempos de Dios son pausados).
Y cada año, desde 2005, el Ateneo Regina Apostolorum en Roma recibe unos 250 sacerdotes de todo el mundo en su seminario anual sobre exorcismo, de acuerdo con un reporte de la BBC. Algunas diócesis europeas dan sus propios cursos ante la demanda.
En 2018, el cardenal albanés Enest Simoni dijo a Reuters que ya atendía casos de posesión desde su celular ante la imposibilidad de hacerlo presencialmente para todos.
En febrero pasado, la Diócesis de Como, Italia, implementó un ‘call center’ atendido por exorcistas y profesionistas auxiliares llamado “Equipo San Miguel”.
En Estados Unidos hay también un St. Michel Center for Spiritual Renewal: atiende posesiones, capacita a religiosos y laicos, y produce contenidos relacionados, con permiso de la Arquidiócesis de Washington.
En 2020 lanzaron la app Exorcismo Católico, que ofrece oraciones de liberación, por ahora sólo en inglés. Puede descargarse en Google Play, y está orientada a “quienes necesitan liberarse de la actividad demoníaca”, “para deshacerse de objetos malditos”, “levantar maldiciones generacionales”, “exorcizar un lugar cuando se sospecha actividad demoníaca”, dijo el exorcista Stephen Rossetti al presentarla.

México no es la excepción en cuanto a demanda. Ya en 2015 se efectuó un “Magno exorcismo” colectivo en San Luis Potosí, que encabezó el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y el exorcista español Antonio Fortea, autor del manual ya citado, Summa Daemoniaca, quien sentenció:
“El aborto, el satanismo, la corrupción, el culto a la 'santa' muerte y la legalización de aberraciones sexuales, han provocado una gran infestación satánica en todo México".
En los años setenta, quizá estimulados por la película que hizo al diablo una superestrella, hubo varios casos de posesión con cobertura mediática en el país. Uno de los más recordados ocurrió en Guanajuato.
Una tarde de 1978, radiodifusoras de la ciudad de Celaya alertaron del inminente arribo a la ciudad de una poseída que sería llevada al templo de El Carmen para ser exorcizada.
El aviso atrajo una muchedumbre frente al cine Las Américas, donde fue recibida la presunta posesa. Se conoció como “La endemoniada de El Carmen”, que caminó por las calles lanzando improperios. Años después fue catalogada como esquizofrénica en notas de prensa.
Pero exorcismos hay en México desde los primeros días de la evangelización. En los navíos de los conquistadores llegaron al Nuevo Mundo todos los demonios del viejo continente. Fray Toribio de Benavente, ‘Motolinia’, presenció el primer exorcismo del que se tiene noticia en Nueva España. Hallándose enfermo, un hijo de Moctezuma pidió bautismo:
“Fuimos a su casa (...). Sacaron al enfermo para bautizarse en una silla, y haciendo el exorcismo, cuando el sacerdote dijo, ne te lateat Satanás, comenzó a temblar en tal manera, no sólo el enfermo sino también la silla en que estaba, tan recio, que al parecer de todos los que allí se hallaban, parecía salir de él el demonio, a lo cual fueron presentes Rodrigo de Paz, que a la sazón era alguacil mayor”.
Al menos así lo cuenta la Historia de los indios de Nueva España, editado por RAE en 2015.

ksh