En el estacionamiento de un conocido centro comercial, entre el ruido de los autos y el calor del pavimento, un hombre de 59 años ofrece lavar vehículos a los conductores que llegan. Su nombre es Hugo, y detrás de ese balde con agua hay una historia que refleja el golpe más duro que ha dejado la crisis de Altos Hornos de México (AHMSA).
Durante años, Hugo fue trabajador de confianza en la siderúrgica más grande de Latinoamérica. Tenía buen salario, prestaciones y ahorros. Pero cuando comenzó la crisis de la empresa, todo cambió. “Hace tres años tuve que vender dos terrenos para salir adelante”, comenta.

Lleva año y medio lavando coches
Hoy, lleva un año y medio en esta situación. Cada día sale con lo poco que tiene, buscando ofrecer su trabajo y ganarse el pan con dignidad. No pide limosna: lava autos para mantener a su familia.
Con algo de orgullo, pero también con cierta vergüenza, prefiere no mostrar su rostro. Aun así, su historia habla por muchos más: hombres y mujeres que fueron el motor de AHMSA y que hoy enfrentan el abandono.
La escena de Hugo, con su cubeta y su esfuerzo, se ha vuelto símbolo silencioso de una ciudad que fue forjada en acero y que hoy resiste entre el desempleo y la incertidumbre
aarp