El pasado 24 de mayo aún de madrugada, el Centro Regional de Identificación Humana (CRIH) arribó junto con agentes estatales y colectivos de familiares que buscan a personas que sufrieron desaparición forzada en Coahuila, a las instalaciones del Panteón Municipal número 1 en Torreón con la intención de realizar la segunda jornada de exhumación masiva que concluirá el 26 de junio. El objetivo es claro.
Se indaga en las fosas comunes de donde se desentierran hoy los cadáveres que se encuentran en calidad de no identificados, confinados a partir de febrero de 2012 y hasta marzo de 2021.
Es así que se explica la presencia de decenas de personas que colaboran en las investigaciones, verificando los procedimientos y aportando su material genético, con la esperanza de que se le dé fin a la agonía que durante años han vivido.
Las jornadas han sido agotadoras pues se levantan al alba para ser trasladados al cementerio. Y mientras las horas pasan soportan temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, lo que implica un gran esfuerzo físico, mental y emocional.
Es el caso de Lizeth, proveniente del Estado de México quien busca a su padre. Lo mismo hace Reina, quien espera ubicar a su esposo y con ello dar fin a la historia inconclusa por la cual sus hijos siguen preguntando, en tanto que Humberto decidió ofrecer sus servicios profesionales a una colectiva originaria de Piedras Negras, ciudad que colinda con los Estados Unidos y donde desapareció su padre.
Al momento de realizar las entrevistas se contabilizaban 256 muestras de ADN recopiladas.
El dilema de tipificar la desaparición forzada como delito
Hospedados en el mismo hotel donde pernoctan policías estatales, todos coincidieron en que se le otorga un voto de confianza al CRIH pero siguiendo los pasos de los funcionarios pues durante más de una década han tenido que vigilar procedimientos y denuncias de donde intenta omitir la participación de policías y debido a que en Coahuila se evita o impide tipificar el delito como desaparición forzada.
Por ejemplo, yo como trabajador social voy al ministerio público y leo el expediente. Luego pregunto: ‘Lic, en la entrevista que le hice a la señora, ella dice que en la camioneta decía GATES (Grupo de Armas y Tácticas Especiales) y aquí en la denuncia usted no lo menciona’.
Es decir, los funcionarios evaden la responsabilidad del Estado en los casos de desaparición, precisa Humberto Morales. Si se considera que es una omisión inocua se puede caer en el error. Y es Blanca Isabel Martínez Bustos, directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, quien explica se trata de una política de Estado el que se evite a toda costa tipificar el delito de desaparición forzada.
Para esta defensora de derechos humanos es claro que el Estado en Coahuila no quiere reconocer la desaparición forzada porque el hacerlo implica responsabilidad. Es por ello que afirmó, prefieren colocar los hechos como desaparición cometida por particulares, como privación de la libertad e incluso como homicidio.
Por su parte Humberto Morales, trabajador social que colabora con la asociación Familias Unidas, también es familiar de víctimas pero se preparó para brindar un servicio de calidad a otras personas que buscan porque sabe que lo primero que hacen los ministerios públicos y los agentes de investigación son revictimizar a las familias.
“Como no sabes de leyes y cómo defenderte, cómo hablar y realizar un escrito, te toman como tonto, analfabeta, y de ahí abusan. Yo siento que los mp de Piedras Negras me odian porque así me tenga que levantar temprano los abordo con listas. Me ha tocado salir a las doce de la noche y hasta les pedimos comida. Incluso llevamos el papel bond, las hojas para las copias”.
Reina busca por sus hijos a Mario César
Hace una década atrás Reina Elizabeth Martínez, quien ahora tiene 42 años, le perdió la pista a su esposo Mario César Jaramillo, quien trabajaba como chofer de transporte público en el municipio de Sabinas, Coahuila. Él salió de casa y no regresó. Y aunque sí habló con ella por teléfono después, Reina debió ver crecer a sus dos hijos sola.
“Yo busco a mi esposo, Mario César Jaramillo, al momento de su desaparición él era trabajador del transporte público. Se fue de mi casa, en Sabinas, de ahí salió y ya no volvió. Tuve contacto con él en una ocasión, me llamó. No me dijo dónde estaba, me dijo que no podía decirme, fue a las tres semanas de que se fue. Me marcó y fue la última vez que hablé con él”.
Sé que es un poco complicado pensar en una persona que no está presente pero me imagino que por tu mente pasaron algunas hipótesis sobre qué pudo haber ocurrido.
“Sí. Pensé que de alguna manera él se introdujo en el crimen, eso es lo que pienso aunque como usted misma lo dice hay muchas hipótesis, de que pudo haber sido forzado, de que lo presionaron, por eso no estoy segura de nada".
“Al momento de la desaparición de mi esposo, mi hija tenía dos años y medio y ella recuerda muy poco. Mi hijo tenía diez años y él sí sufrió la desaparición de su padre. Yo busqué apoyo a través de un colectivo después de años porque cuando sucedió teníamos miedo, no puse denuncia, sólo esperaba que se comunicara conmigo".
“Después de cuatro años, en 2015 pensé en que a pesar de que sí hubiera hecho algo malo, tenía derecho de ser localizado donde quiera que estuviera. Mi pensar fue que si estuvo haciendo algo mal, que pague, pero mis hijos tienen derecho de saber dónde está su papá y qué pasó con él. Fue porque alguien me hizo pensar en eso. Así llegué a Alas de Esperanza en Allende, Coahuila”.
Reina refirió que el trato que se les ofrece a los familiares de personas desaparecidas es aceptable y en cuanto a las exhumaciones, le parece que se trabaja de forma adecuada, brindándoles la información que requieren, y trabajando en coordinación con la comisión de búsqueda, con el CRIH y la Fundación de Antropología en Guatemala, por lo que esperan buenos resultados. Pronto.
Lizeth busca a su papá
Lizeth Cardona Martínez señala que su papá desapareció cuando ella era una adolescente y desde el Estado de México como jefe de familia viajó a Coahuila junto con otros comerciantes ambulantes.
“Yo estoy buscando a mi papá, Gersain Cardona Martínez, desaparecido el 21 de marzo de 2009 en Piedras Negras. Fue un contexto de repeticiones con relación a desapariciones en grupo porque mi papá desaparece junto con otras once personas. Venían a trabajar acá en Coahuila, yo no soy de aquí sino del Estado de México y ellos vendían pintura por cambaceo, a la venta casa por casa. Hubo un momento en esta área de Monclova que también se movilizaban en varios vehículos en caravana con un camión lleno de pinturas y se repartían en diferentes municipios de aquí, por diferentes lugares para vender. Al llegar a Piedras Negras desapareció primero un grupo de seis personas en una camioneta y pues él nos habla, contacta a mi mamá y le dice que han desaparecido y que iban a buscar a sus compañeros. Ese fue el último contacto que tuvimos con él. Se fueron los otros seis a buscarlos, ahí iba mi papá, se quedaron en una gasolinería de Piedras Negras, en el entronque, y supuestamente ahí los desapareció la policía. Desde el 2009 no hemos tenido contacto con él y de ninguna de las otras personas".
¿Recuerdas a qué hora hizo la llamada?
Recuerdo que eran como las siete u ocho de la noche y ellos desaparecen aproximadamente entre la una y las tres de la madrugada. Le estuvimos marcando y ya no contestaba, entraba directamente al buzón.
¿Cómo iniciaron la búsqueda y la denuncia por desaparición?
El jefe de ellos, que era el dueño de las camionetas y de las pinturas fue el que hizo la denuncia en Piedras Negras. Como en esos años no se consideraba la desaparición forzada, se estableció como secuestro porque sí hubo vinculación con el ministerio público porque hubo llamadas a los familiares de las otras víctimas para extorsionarlos.
Además en las investigaciones han salido que los teléfonos en donde marcaron son de los ministerios públicos de Piedras. Les hablaron a las familias, las amenazaron, les pidieron dinero y se consideró como un secuestro, pero después y conforme nos organizamos, la que tomó la búsqueda fue mi mamá y por medio de los colectivos fue como pudo levantar la denuncia a nivel federal, era la PGR entonces.
A pesar de su juventud, Lizeth establece algo en lo que coinciden en absoluto los demás entrevistados. Que cuando se finca la desaparición algunos integrantes de la familia se alejan, no apoyan. Su madre, María Demetria, falleció en el 2016 y ahora son ella, su hermana Maricarmen y su cuñado Armando, los que siguen buscando.
“Venir a documentar y ver cómo los del CRIH están exhumando, para mí es como la satisfacción de hacer algo y no estar pasivamente en la Ciudad de México porque las autoridades no responden y hay que estar detrás de ellos, meterles quejas o cambiar de ministerio público para que se pongan a trabajar. Posiblemente sí esté en una fosa mi papá pero por salud mental también puede ser cualquiera de los más de 85 mil desaparecidos que hay en México y que nosotros podemos ayudar para que los encuentren los de sus casas, sus familias”.
Humberto perdió a su padre. Y a cinco integrantes más de su familia
“Al familiar que estoy buscando no sólo es mi papá. Tengo seis familiares desaparecidos pero el principal es mi papá, Rolando Javier Morales Rodríguez, que tenía 32 cuando desapareció, el 22 de junio del 2010, era servidor público y trabajaba como bombero en el aeropuerto de Piedras Negras. Yo tenía 14 años. Mi papá salió a comprar cigarros, invita a mi mamá a ir con él pero no quiso acompañarlo. Él de pronto como todo papá se salía con sus amigos a tomar una cheve. Pero en la mañana mi mamá me pidió que le mandara un mensaje porque no había llegado".
Humberto explica que pasaron las horas y no tenían noticias. Al ver a su abuela preocupada, él comenzó a llamar de nuevo al celular de su papá, pero la llamada se desviaba al buzón.
Pasó el primer día y su madre y su abuela fueron a la delegación de la fiscalía para intentar poner la denuncia pero sólo tramitan un reporte por desaparición revictimizándola al desestimar la búsqueda y diciéndole que quizá estaría con otra mujer. Lo mismo hizo el comandante de los bomberos. Al tercer día su mamá fue a la delegación y se dio cuenta de que no había denuncia ni reporte de desaparición. Cuando va a la estación de bomberos del aeropuerto se limitaron a darle la baja como trabajador.
A Rolando lo dieron de baja por inasistencias laborales aunque sabían que estaba desaparecido. La mamá de Humberto recibió una hoja para firmar la baja de su marido junto con mil pesos. Tras superar la confusión se unió a Familias Unidas y volvió a denunciar tras dos años de desaparición.
CALE