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Artesanos resisten 35 años vendiendo ropa invernal en Gómez Palacio pese a caída en ventas

Don Esteban Jiménez y doña Julia Morales mantienen viva la tradición del tejido artesanal aunque en 2025 enfrentan una fuerte disminución en la venta de prendas invernales.

Desde hace 35 años, don Esteban Jiménez López y doña Julia Morales viajan cada temporada invernal de Ixtlahuaca, Estado de México a la Comarca Lagunera para vender prendas tejidas a mano, una actividad que aprendieron desde su adolescencia y que se ha convertido en su principal medio de subsistencia. Cada noviembre llegan con la esperanza de que el descenso de temperatura impulse la venta de bufandas, guantes y gorros elaborados de manera artesanal.

Durante este 2025, el panorama ha sido más complicado; las ventas han disminuido considerablemente en comparación con años anteriores, situación que atribuyen a la industrialización, la competencia con productos fabricados en serie y la difícil situación económica. Don Esteban recuerda que en años anteriores era común encontrar varios puestos de ropa invernal alrededor de la Catedral del municipio de Gómez Palacio; sin embargo, este año solo ellos dos permanecen como los únicos comerciantes de este tipo de prendas en la zona.

Con precios que van desde los 80 pesos, la pareja busca obtener ingresos suficientes para cubrir gastos básicos como alimentación, hospedaje y transporte durante su estancia en La Laguna. Aun así, doña Julia señala que cada vez es más difícil concretar ventas, pues actualmente predominan los puestos que ofrecen artículos ya fabricados, mientras que ellos deben tejer diariamente para mantener su mercancía. “Todo lo hacemos a mano y eso requiere tiempo, pero ahora la gente prefiere lo industrial”, comenta.

A las bajas ventas se suman las dificultades del traslado. Don Esteban explica que cada año enfrentan el problema de encontrar dónde quedarse, recurriendo a hoteles económicos o casas de huéspedes. Además, el viaje en autobús representa un riesgo constante, ya que en más de una ocasión han sido víctimas de asaltos en carretera.

Don Esteban Jiménez y doña Julia Morales mantienen viva la tradición del tejido artesanal aunque en 2025 enfrentan una fuerte disminución en la venta.
Con precios que van desde los 80 pesos, la pareja busca obtener ingresos suficientes para cubrir gastos básicos.| Rolando Riestra.

“Es mucho riesgo, pueden parar el autobús y quitarnos la mercancía; ya nos ha pasado y nos dejan sin material para trabajar”, relata.

Con 60 años de matrimonio, la pareja ha mantenido viva la tradición del tejido que aprendieron de sus abuelos desde temprana edad. Aunque intentaron transmitir este oficio a su familia, su hija decidió no continuar con el negocio familiar y optó por trabajar en una fábrica.

“Desde los 10 años ya sabíamos tejer en nuestra familia; nuestros abuelos nos enseñaron y nunca lo dejamos”, expresa doña Julia.

Fue don Esteban quien comenzó primero a viajar a la región, vendiendo morrales y bolsos, hasta que con el tiempo se especializó en prendas invernales. Al notar que había oportunidad de obtener ingresos, su esposa decidió acompañarlo para trabajar juntos. En Ixtlahuaca, rodeado de comunidades indígenas dedicadas principalmente al campo y la ganadería, cada vez son menos quienes continúan con la elaboración de artesanías.

Don Esteban Jiménez y doña Julia Morales mantienen viva la tradición del tejido artesanal aunque en 2025 enfrentan una fuerte disminución en la venta.
La pareja señala que otro de los factores que ha afectado negativamente sus ingresos es el incremento en el costo de los materiales. | Rolando Riestra

“Venimos desde lejos para vender nuestra artesanía porque allá ya no hay lugar”, explica.

La pareja señala que otro de los factores que ha afectado negativamente sus ingresos es el incremento en el costo de los materiales. Estambres y agujas han subido de precio en los últimos años, lo que reduce aún más las ganancias, ya que procuran no aumentar el costo de sus productos para no ahuyentar a los pocos compradores que aún se acercan a su puesto.

Pese al desgaste físico que implica pasar largas jornadas tejiendo y esperando clientes, don Esteban asegura que abandonar la actividad no es una opción. Ambos coinciden en que el tejido forma parte de su identidad y representa el trabajo de toda una vida.

Finalmente, doña Julia subraya que la presencia de artesanos en espacios públicos como la zona de la Catedral no solo ofrece una alternativa económica, sino que también contribuye a preservar tradiciones que poco a poco se están perdiendo. Aun con un futuro incierto, confían en que antes de que concluya la temporada invernal las ventas puedan repuntar, aunque sea de manera mínima.





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Rolando Riestra
  • Rolando Riestra
  • Reportero Gráfico de Grupo Milenio, egresado de la Universidad Autónoma de Coahuila. Viendo a través de la lente los hechos que marcan la historia.
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