En Palm Royale, los límites entre la elegancia y la ruina son tan delgados como una copa de cristal. En la segunda temporada de la serie de Apple TV+, que estrenó este 12 de noviembre, el glamour regresa envuelto en ironía, las mujeres más poderosas de Palm Beach no solo compiten por pertenecer, sino por sobrevivir a su propio espejismo.
El creador y showrunner de esta historia, Abe Sylvia, lo explicó con precisión, “estamos mostrando un espejo del presente al público, usando el pasado, y desafiando a todos a decir: ‘Dios, estamos atrapados en un ciclo de repetición, ¿no es eso absurdo, incluso ridículo? Tal vez sea hora de romperlo’, y por ahí es por donde se mueve la historia de la serie”.
Esa declaración revela la ambición detrás del regreso: Palm Royale ya no busca deslumbrar con vestidos de seda o decorados pastel, sino exponer la maquinaria del privilegio con humor y teatralidad. El también guionista de The Eyes of Tammy Faye, dijo que esta entrega “abraza sin pudor el exceso” y juega con los géneros como un cóctel de los setenta.
El club de las que no se rinden
Kristen Wiig retoma el papel de Maxine Dellacorte, la mujer que en la primera temporada logró infiltrarse en la élite, pero terminó mal tras un escándalo público. Esta vez, su guerra es más íntima: “probar que no solo pertenece, sino que quizá tenga lo que se necesita para gobernar este pueblo”, explicó la actriz, de acuerdo a una sinopsis oficial de Apple TV+.
Maxine ya no es ingenua, es una estratega que aprendió que el poder no se hereda, se fabrica. Su evolución encarna la tesis de la serie: en Palm Beach, lo verdaderamente escandaloso no es caer, sino no saber fingir que nada pasó. A su lado regresa Laura Dern como Linda Shaw, el personaje que observa el espectáculo desde la periferia moral.
Dern ve en la historia una reflexión necesaria, “la idea de explorar el valor propio y la amistad femenina en un mundo que carece de ambos me pareció realmente emocionante”, dijo la también productora ejecutiva de la serie, “podíamos ser subversivos al incorporar estos temas con humor de una manera muy deliciosa. Abe, nuestro showrunner, estaba decidido”.
“Desde la primera temporada, Linda ha estado decidida a dejar este mundo para iniciar la revolución. Así que es un personaje muy divertido de interpretar, porque se convierte en la portavoz de lo que estaba ocurriendo en ese momento, y de lo que ocurre ahora, fuera de la burbuja. Me gusta ser ese tipo de coro dentro del mundo de Palm Royale”, agregó Dern.
La caída del glamour
La otra cara del espejo la interpreta Allison Janney, quien en el papel de Evelyn Rollins representa el declive del privilegio. Su personaje descubre que el poder se erosiona más rápido de lo que pensó, “y fue eso lo que me atrajo de Evelyn, lo caótica que es debajo de la superficie. Hay una energía maníaca bajo ella que tengo que contener”.
Y añadió, “ver las grietas, observar cómo se adapta, cómo encuentra nuevas formas de tener poder. Y lo más hermoso de ver es cómo descubre que el poder máximo es la libertad y su independencia. Seguir su viaje como mujer, ver cómo aprende que no necesita una relación romántica, que no necesita a un hombre, eso es increíble de interpretar”.
Entre el linaje de actrices veteranas, Kaia Gerber aporta frescura como Mitzi, la heredera que asiste a la decadencia del imperio, “formar parte de algo como Palm Royale es increíble”, dijo a MILENIO, “dice mucho sobre el estado del mundo y sobre la desafortunada realidad de que estamos reviviendo muchos de esos eventos ahora mismo”.
Abe Sylvia describió esta nueva temporada como una “sátira feroz sobre el poder y la hermandad femenina”, inspirada en cineastas como Jacques Demy y Pedro Almodóvar. No es casual: el show se despliega como un musical contenido, donde cada gesto tiene coreografía y cada traición, un vestuario diseñado por Alix Friedberg (The White Lotus).
“Jacques Demy y Pedro Almodóvar no tienen límites, son desafiantes de los géneros y esa es la mejor manera de contar una historia. Puedes pasar del melodrama a la comedia, al musical, a la sátira, y todo funciona. Quieres poner todos esos elementos en la licuadora, pero esta temporada es, sin duda, muy musical. Es emocionante”, dijo el showrunner.
A diferencia de otras comedias de época, Palm Royale no busca precisión histórica, sino resonancia emocional. Es, en palabras de su creador, “esta historia es un espejo dorado en el que el público debe decidir si ve glamour o hipocresía”, explicó Abe sobre la historia que se rodó en distintas localizaciones de Los Ángeles que buscan recrear Palm Beach.
El arte de reinventarse
Cuando se estrenó la primera temporada, la crítica la describió como riesgosa, pero ese calificativo se convirtió en su sello, “después de establecer las bases, queríamos ir más allá, llevar la historia hacia el descubrimiento de quién tiene realmente el poder, y por qué lo desea”. Palm Royale vuelve con la misma dosis de glamour, pero con más introspección.
La guerra por pertenecer se transforma en una meditación sobre la libertad. Maxine, Evelyn, Linda y Mitzi se descubren distintas, pero unidas por una certeza: en Palm Beach, la mayor herejía es ser auténtica. La serie continúa siendo una rareza en la televisión actual: visualmente atractiva, narrativamente fuerte y emocionalmente muy incómoda.
CST