Con The Smashing Machine, Dwayne Johnson emprende el giro más íntimo y arriesgado de su carrera. Aunque vuelve a interpretar a un luchador, esta vez deja atrás el espectáculo físico que lo hizo leyenda para habitar la mente y el corazón de Mark Kerr, el campeón de la UFC marcado por sus batallas internas: la adicción, la autodestrucción y el peso del éxito.
En esta interpretación, la verdadera fuerza no nace del músculo, sino de la fragilidad humana: del miedo, del amor y de la búsqueda de redención. Guiado por Benny Safdie, Johnson se adentra por primera vez en el terreno de la vulnerabilidad, despojándose de la armadura que lo definió durante años para revelar, por fin, al hombre detrás del ícono.
“Fue emocionante interpretar a Mark Kerr, porque es un hombre que sigue vivo hoy. Un hombre real, que logró cosas reales y tuvo demonios reales en su vida. Es un personaje que me permitió crecer como actor y desafiarme de maneras que nunca antes me había imaginado, y eso era justo lo que quería”, dijo Dwayne Johnson en entrevista con MILENIO.

“Quería ser retado y realmente darlo todo. Hubo una transformación completa: subí 14 kilos y tuve que usar 22 prostéticos. Fue mucho trabajo, pero la oportunidad de hacer algo así fue una bendición”, agregó el actor durante una ronda de entrevistas que concedió a medios mexicanos, previo a su encuentro con sus fans en una plaza ubicada al norte de la capital.
Al dar vida a este personaje “prácticamente desaparecí, con prótesis, voz, cuerpo”, explicó Dwayne, y en esta breve confesión cabe todo lo que La Máquina representa. No busca ser reconocido, sino comprender quién es cuando se quita el peso del personaje público que lo ha definido por décadas. Se permitió perderse para encontrarse. Y funcionó.
“En la superficie piensas que Mark solo pelea por dinero, pero luego te das cuenta: no, pelea para entender lo que significa amarse a sí mismo y estar en paz consigo mismo. Y a veces, cuando crees que vas por la gran victoria, muchas veces, no ganar es lo mejor que te puede pasar. Es un concepto extraño, pero eso le pasó a Mark. La verdadera batalla es esa”, dijo.

Bajo la dirección de Safdie, Johnson no solo se transforma físicamente, también se permite entrar en espacios del personaje que antes no lo vimos explorar. Safdie lo lleva hacia lo humano: la adicción, la culpa, el arrepentimiento, la vulnerabilidad. Se trata de mostrar al campeón que no se siente campeón, un hombre que quiere rendirse, pero no se lo permite.
“Fue cuestión de confianza, vi que había otro lado de él. El lado que todos conocemos y amamos sigue ahí, pero hay otro lado más complicado, al igual que Mark, tratando de entender partes de su vida. Es un lugar vulnerable que puede dar miedo, pero te da una comprensión profunda de quién es, y lo hace a través de comprenderse a sí mismo”, explicó el director.
El cineasta, conocido por Uncut Gems y su habilidad para capturar la tensión humana, se adentró en el mundo del combate con la misma visión empática que ha definido su carrera; para él, esta historia va más allá del octágono de la UFC, se trata de una especie de meditación sobre el significado de la redención y la posibilidad de sanar, a pesar de todo.
“Me encanta el mundo de los deportes de combate, y entendí un lado del deporte que quizá no se ve mucho y quería hablar de eso. Cuando Dwayne me propuso la idea de interpretar a Mark Kerr, y vi el documental, pensé: hay algo hermoso en este tipo, es tan fuerte y, al mismo tiempo, quiere ser dulce y vulnerable, y entender sus emociones”, dijo Safdie.
“Esto no es lo que normalmente uno espera de alguien en esta profesión, pero cuando hablas con ellos, te das cuenta que se preocupan los unos por los otros, hay empatía, saben por lo que todos están pasando. En particular, con la historia de Mark, me sentí muy conectado con él y con lo que estaba viviendo. Sentí que lo entendía”, agregó el director.

Con un presupuesto cercano a los 50 MDD y un arranque menor en Estados Unidos, The Smashing Machine no pinta para ser un éxito de taquilla, pero sí un triunfo artístico que, incluso podría llevar a Dwayne al Oscar. La ovación de 15 minutos que recibió en Venecia lo coloca en una nueva etapa de su carrera que lo consolida como un actor dispuesto a todo.
“Nunca sabes cómo va a reaccionar la gente ante tu película. ¿Les va a gustar? ¿No les va a gustar? Era la primera vez para mí. Esa ovación fue una locura de 15 minutos y medio, algo que nunca olvidaré. Estaba tan feliz por todos, y también por Mark Kerr, porque esa ovación fue lo que le hizo saber que su historia valía la pena ser contada”, recordó el actor.
“Eso me enseñó que la decisión de escuchar la voz que tenía dentro, de que podía hacer más y desafiarme a mí mismo, fue correcta. Esa ovación y mirar a los ojos de cada persona me conmovió mucho. Cuando aplaudían, no era un aplauso casual, todos te miraban mientras aplaudían, te daban su energía. Eso me movió profundamente”, agregó Johnson.

Con esta historia, Dwayne Johnson no sólo desafía los clichés que lo acompañaban, también conquista algo que muchos actores consagrados persiguen: respeto artístico. Lo que ha ganado es innegable: credibilidad, visibilidad en festivales de cine y ante la crítica, su imagen se amplió frente al público y esta semana los mexicanos lo reciben en las salas de cine.