La hija de Claudia Villaseñor, de solo 13 años, tenía desde los nueve esperando hacerse mayor para que su mamá la dejara ir a un concierto y poder ver de cerca, quizá a solo unos metros, al artista que admiraba: Junior H.
Desde que se enteró de que estaría en la plaza de toros Nuevo Progreso, de Guadalajara, el 16 de noviembre, entre ella y su mamá fueron haciendo una alcancía hasta que llegara el tiempo de vivir un momento de “pura emoción y felicidad”. Era la cuenta regresiva en el calendario, marcando los días para que, por fin, ese sueño tan anhelado se hiciera realidad, contaron a MILENIO.
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Pero ese sueño se hizo añicos. La promesa de una noche inolvidable se convirtió, de la manera más frustrante, en una pesadilla y, a más de 10 días de que la fecha marcada no se cumpliera, ahora tienen la punzante sensación de haber sido estafadas.
¿Quién asume la culpa?
El conflicto no empezó el 16 de noviembre. Todo se desencadenó semanas antes, cuando Junior H interpretó el polémico corrido El Azul, durante un concierto en Zapopan.
La canción, interpretada por H y Peso Pluma, se ha convertido en un himno controvertido porque su letra es interpretada como una clara alusión a Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, antiguo lugarteniente del Cártel de Sinaloa. La conexión se establece a través de versos como “El corridón del ángel azul”, que funcionan como un guiño reconocible dentro de la cultura del narco, haciendo apología de la figura de un criminal históricamente conocido por su capacidad para evadir a las autoridades y consolidar su poder en la estructura del narcotráfico.
Las autoridades, encabezadas por el presidente municipal de Zapopan, Juan José Frangie, consideraron que la canción hacía “apología del delito” y actuaron en consecuencia: impusieron un veto al artista, una multa y se abrió una investigación penal.
La investigación de la Fiscalía de Jalisco se centra en determinar si la interpretación pública de esta canción constituye el delito de apología del delito, tipificado en el artículo 142 del Código Penal estatal.
La letra de El Azul no solo glorifica un estilo de vida ligado al crimen organizado, sino que específicamente ensalza a un individuo vinculado a una organización criminal, lo que según las autoridades promueve la imitación de conductas ilícitas, un fenómeno que ha proliferado con el auge de los corridos tumbados y que las autoridades jaliscienses buscan erradicar de los espectáculos públicos.
Luego, la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, argumentó que el concierto de noviembre fue cancelado porque los organizadores no cumplieron con los dictámenes necesarios, como el de Protección Civil.
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, respaldó la decisión de los presidentes municipales de Zapopan y Guadalajara de cancelar las presentaciones de Junior H por hacer “apología del delito”. Afirmó que se debe sancionar este tipo de conductas y que “no basta pedir perdón después de exaltar al crimen organizado”.
“Hablé con la presidenta municipal Verónica Delgadillo para darle mi recomendación de que no debería de presentarse este sujeto en la plaza de toros. Respaldo plenamente lo que están haciendo tanto el presidente Frangie como la presidenta Verónica de no permitir esta presentación porque miren qué fácil: 'voy, hago apología del delito, exalto a los grupos criminales y luego salgo a pedir perdón y ya nada pasó'. Pues no. Tiene que haber un castigo, un castigo importante y se tiene que poner un plazo en el cual este sujeto no se presente en Jalisco”, señaló el gobernador.
Ante la negativa y con todas las autoridades de Jalisco en contra, Junior H solicitó el perdón y hasta envió a quien intercediera a su favor.
“Decidido, no va a haber permiso. Ya se le comunicó a Junior H que no va a haber presentación. Me ha mandado a muchos interlocutores para presionar, pero la presidenta Verónica Delgadillo tiene mucho carácter y me dijo: ‘No lo voy a permitir’”.
En medio de la polémica, el cantante Natanael Cano, considerado el mayor exponente del corrido tumbado, salió en defensa de su colega con palabras duras: “Qué gobierno tan ridículo el de mi país. Qué vergüenza, todo por cantar música... Trucha, plebada, primero es eso y luego que nos digan qué cantar, qué vestir, qué escuchar”.
Sus palabras, aunque polémicas, resuenan en un debate más amplio sobre la libertad artística y los límites del poder.
Es aquí donde la situación se vuelve exasperante para los fanáticos. Por un lado, las autoridades justifican su postura en la ley y el orden. Por el otro, el artista y sus promotores parecen haber subestimado las restricciones.
Pero ¿y los fans? ¿Qué culpa tienen ellos de esta disputa entre el poder y la producción artística? Absolutamente ninguna. Sin embargo, son ellos quienes cargan con las consecuencias.
Exigen la devolución de su dinero
Las autoridades en Jalisco cancelaron el concierto de Junior H para prevenir la apología del delito; la empresa en la que confiaron para obtener sus entradas les arrebató la ilusión, les traicionó la confianza y convirtió su esfuerzo en un amargo recuerdo. Uno que huele a estafa.
El concierto programado para el 16 de noviembre no solo no ocurrió, sino que dejó a miles de personas, como Claudia y su hija de 13 años, en un limbo de incertidumbre y enojo, sin su dinero y sin una explicación clara de cuándo recuperarán lo que les pertenece.
Claudia señaló que invirtió más de 6 mil 200 pesos en los boletos para hacer realidad el sueño de su hija. Dinero ahorrado con esfuerzo, para cumplir la ilusión de su adolescente.
“Es un dinero que a mí me ha costado trabajo, entonces obviamente se necesita. Si no se hizo el concierto, yo necesito que me regresen el dinero”, exclamó Claudia, con una frustración que es eco de la de miles.
La cancelación abrupta les dejó una amarga lección: la decepción de un evento cancelado y la angustia de un posible dinero perdido. Para agregar sal a la herida, Claudia recibió un correo electrónico, permitiéndole “imprimir” sus boletos, ¡cuando el artista ya había anunciado públicamente que el concierto no sería! Este nivel de desorganización y falta de comunicación es negligente e indignante.
Mientras las empresas responsables, MusicVibe (organizadora del evento) y Funticket (vendedora de boletos), guardan un silencio ensordecedor sobre los reembolsos, las familias se preguntan cómo recuperarán una inversión que para muchas fue significativa.
Los boletos costaban entre 590 y 3 mil 590 pesos, un monto que no es poca cosa en el bolsillo de cualquier mexicano. Es un golpe doble: primero a la ilusión, luego a la economía.
La Profeco: una esperanza, pero con trámites
La historia no miente: la empresa Funticket, junto con MusicVibe, ha enfrentado serias quejas de consumidores debido a la cancelación unilateral de conciertos. La Procuraduría Federal del Consumidor presentó una demanda colectiva contra ambas empresas por la falta de cumplimiento de los requisitos de autorización y seguridad, lo que llevó a la cancelación del concierto de Luis Miguel en León, Guanajuato, en diciembre de 2023.
Ante el vacío y la desesperación, la Profeco en Guadalajara ha extendido una mano para intentar reparar el daño a los fanáticos.
Su director, Marco Antonio Romero, declaró que están listos para intervenir una vez más, ya que el proveedor no cumplió con el servicio ofertado. Esto significa una luz al final del túnel, pero una luz que requiere que los afectados dediquen tiempo y esfuerzo para recuperar lo que es suyo.
Para presentar una queja formal, los consumidores necesitan una serie de requisitos:
- Comprobante de pago: impresión del estado de cuenta, transferencia o correo de confirmación.
- Razón social y domicilio de la empresa.
- “Evidencias de la negativa”: capturas de pantalla y correos donde se haya pedido el reembolso y no se haya obtenido respuesta.
Aunque Claudia declara que quiere cumplir, no ha encontrado el tiempo para levantar la denuncia, pues además tiene que trabajar, atender a sus hijos y la casa.
“Es comprensible que exista un procedimiento, pero es indignante que las familias, ya afectadas, tengamos que invertir más tiempo y energía en recabar papeles para reclamar lo que es justamente nuestro. La carga no debería recaer sobre nosotros”, recalca.
La indignación que queda
Más allá de ese debate y del tiempo que ahora deban invertir en una denuncia para recuperar su dinero, hay una realidad tangible: Claudia, su hija y miles de fanáticos más están atrapados en el fuego cruzado. Ellos no compraron una polémica; compraron un momento de felicidad, un recuerdo para atesorar. Ahora, en su lugar, tienen un sabor amargo y un hueco en sus finanzas.
Este caso sienta un precedente peligroso. ¿Dónde queda la responsabilidad de las empresas promotoras que reciben el dinero? La ley establece que si la cancelación es por causas imputables al proveedor, el reembolso es obligatorio.
La indignación no es solo por el dinero, aunque también. Es por la ilusión rota de una adolescente, por el esfuerzo económico de una madre, por la fe perdida en que las empresas y las instituciones cumplirán su palabra.
Los fanáticos de Junior H merecen más que silencio y evasivas. Merecen respeto, transparencia y, sobre todo, justicia. Exigir un reembolso inmediato no es un favor, es un derecho. Una obligación moral de quienes convirtieron su arte y su gestión en una decepción colectiva.
La pelota está en la cancha de Funticket. Que su siguiente anuncio no sea otro comunicado vacío, sino la devolución íntegra del dinero a quienes siempre han sido su razón de ser: los fans.
MC
