La búsqueda de un héroe en el mundo moderno es una constante en las historias de Javier Cercas, desde su obra maestra Soldados de Salamina. Tal vez el epígrafe de esa novela (“Los dioses han ocultado lo que hace vivir a los hombres”), podría aplicarse a su reciente libro, El loco de Dios en el fin del mundo.

Al igual que otras historias suyas, ésta se inicia con un llamado a un protagonista que hasta entonces lleva una vida rutinaria. Alguien le hace una invitación para estar con el papa Francisco en la Capilla Sixtina el 23 de junio del 2023. Cuando está a punto de negarse, Cercas se da cuenta de que tiene un viaje a Roma ese mismo día por un compromiso editorial. Pensando en la milagrosa coincidencia, decide aceptar. Luego llega otra invitación. Se trata de Lorenzo Fazzini, responsable de la editorial de la Santa Sede. Fazzini le propone acompañar al papa a Mongolia y le sugiere que escriba un libro “sobre el viaje, sobre la iglesia, sobre el Vaticano, sobre lo que yo quisiera”. Después de pensarlo, Cercas acepta con una condición. Debe tener cinco minutos a solas con el papa. Quiere hacerle una consulta, que es un encargo de su madre. Quiere preguntarle si es verdad que podrá ver a su difunto esposo cuando ella muera.

La primera parte del libro reproduce una serie de conversaciones previas al encuentro con el papa Francisco. Uno de los interlocutores, el padre Spadaro afirma que para el papa se trata de “buscar a Dios en la historia, en la realidad. Ver cómo Él se mueve”. Lo fundamental consiste en “no pretender que se sabe dónde está Dios sino en buscar dónde está”. Según Spadaro, Dios puede estar en cualquier parte, incluso fuera de la Iglesia, entre los no creyentes. En las conversaciones de la primera parte, Bergoglio aparece como un anti clerical. El papa cree que los clérigos no están por encima sino por debajo de la gente, a la que deben servir. El cardenal Tolentino, afirma en una de las charlas: “Yo creo que hay dos tipos de personas. Unos sienten miedo de la gente y la evitan. Otros en cambio sienten curiosidad. Y el papa es de estos”.
Las conversaciones de Cercas con los religiosos están repletas de temas polémicos como el celibato, la sexualidad, la vida eterna y la idea del pecado. La separación entre fe y razón que ha buscado el mundo occidental no ha ocurrido en el mundo oriental. Es por eso, concluyen, que en Oriente no se preguntan si creen o no creen, sino en quién creen.
Cuando el papa aparece, el libro cobra una vida particular. En las descripciones precisas y originales, aparece un hombre sencillo hasta la excepción. Aparece también un tipo con sentido del humor (se ríe cuando Cercas le cuenta que un diario colombiano lo ha definido como “argentino pero modesto”). Finalmente le hace la pregunta que le ha encargado su madre: ¿podrá ver a su padre cuando ella muera? La respuesta me pareció conmovedora. Lo mismo que la llamada telefónica en la última escena. Gracias a este libro sobre un personaje memorable, nos parece haber ganado un amigo para siempre
AQ