Josephine Baker fue la primera estrella negra que triunfó en Europa, venciendo reticencias y prejuicios, imponiendo su calidad y temperamento ante los demonios del racismo.
Josephine Baker. La artista que bailó contra el sistema y luchó por los derechos civiles es una biografía escrita por Teresa Muñoz, quien no oculta su admiración por la mujer que desde la miseria se encumbró a los grandes escenarios del mundo. Comenzó bailando en las calles y llegó a ser la vedette más admirada en el París de los locos años veinte del pasado siglo.

Publicado por RBA, el libro sigue los pasos de la artista nacida el 3 junio de 1906 en Sant Louis, Missouri, en un hogar en el que era maltratada. Casi sin educación, desde niña sintió pasión por la música y el baile. Se casó por primera vez a los 13 años y por segunda a los 15, con un guitarrista de blues que le heredaría su apellido.
En su horizonte nunca dejaron de brillar el deseo de ser libre y la ilusión de la fama. Era una bailarina cómica que hacía muecas y se hacía la bizca, como puede verse en varias películas disponibles en YouTube. Era hermosa y atrevida, sin miedos ni remilgos. Así llegó a Nueva York y así viajó a Francia en el barco Berengaria, que el 25 de septiembre de 1925 atracó en el puerto de Cherburgo. Siete días después, el viernes 2 de octubre, Josephine Baker debutó en París con el espectáculo Revue Nègre, dejando a todos sorprendidos con su forma endemoniada de bailar. Desde entonces, la Ciudad Luz se convirtió en su refugio y el lugar donde cobró conciencia de los derechos civiles.
Era un tiempo de grandes cambios, en el arte, la música y la política. El charlestón se imponía en Estados Unidos y Josephine lo llevó a Europa, provocando un frenesí que tenía como telón de fondo el ascenso del fascismo en Italia y del nacionalsocialismo en Alemania, donde Hitler había publicado el 18 de junio su libro Mi lucha, cuya influencia estremecería al mundo.
Con su ropa breve, y en ocasiones sin ella, con su falda con tiras de bananas diseñada por Jean Cocteau, Baker se fue imponiendo como artista, cultivando importantes amistades entre sus admiradores, entre ellos Hemingway, Picasso, Hervé Leger y Georges Simenon, quien se convertiría en su secretario —y, tal vez, en su consejero.
Amaba la libertad y amaba Europa. Alzó la voz contra el racismo y la discriminación en Estados Unidos y durante la II Guerra Mundial fue parte del servició francés de inteligencia, utilizando su posición de estrella para obtener información. Murió hace medio siglo, el 12 abril de 1975 en París y desde el 30 de noviembre de 2021 ocupa un lugar en el Panteón de los personajes históricos más venerados de su patria adoptiva a la que llegó hace cien años para escribir una historia de leyenda.
Josephine Baker es un tributo a la artista que rompió todas las fronteras para convertirse en uno de los grandes iconos del siglo XX.
AQ