Recorrer la exposición Diálogos. Artistas mujeres en la Colección Ella Fontanals-Cisneros, que se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) es un paseo por los márgenes de la historia del arte acompañados por mujeres artistas que han contribuido a la experimentación y creación de formas atrevidas para abordar la problemática del arte, así como a la investigación de estrategias, tecnologías, herramientas y temas que hoy confirmamos han sido determinantes en nuestro devenir. Y también es una travesía por la historia de una coleccionista que nos invita a imaginar sus encuentros. ¿Dónde vio tal obra? ¿Qué le atrajo? ¿Qué le representan? ¿Dónde las descubrió? ¿Cuáles eran sus pensamientos al contemplarlas? Al caminar las salas deambulamos por la mirada de la cubana Ella Fontanals-Cisneros, quien desde muy joven fue configurando más que un gusto personal, una aproximación a las expresiones artísticas fuera de los estándares hegemónicos. ¿Sospechaba, entonces, la dimensión que tomaría su pasión por el arte?
Si algo ha hecho Ella es tomar riesgos y esa apuesta es la que hoy está presente en esta exposición curada en colaboración entre Taiyana Pimentel, directora del MARCO, y Sergio Fontanella, director de operaciones y colecciones de Cisneros Fontanals Art Foundation (CIFO), quienes procuraron ante todo exaltar dicha apuesta a través de las piezas seleccionadas que si bien dialogan entre sí y nos invitan a pasear por la producción artística de mujeres durante los siglos XX y lo que va del XXI, subrayan el riesgo. Ese acercamiento se nota, porque lo que observamos es, ante todo, obra de buenas artistas y el ojo de una mujer que, durante 50 años ha hecho del coleccionismo una forma de vida y ha documentado, como ha descrito Taiyana Pimentel: “ha construido una versión histórica de quiénes somos y cuáles han sido nuestras preocupaciones”. Esta vitalidad es la constante; se nota en las 160 piezas exhibidas de 71 artistas provenientes de 23 países, que a diferencia de las revisiones anteriores a esta colección, integrada por más de 2 dos mil 700 obras, esta es la primera a través de la obra de mujeres.
Este acervo hoy sorprende por su equidad, pero esta es resultado de una mirada que buscaba obra poderosa; el porcentaje lo ajustó la calidad, el arrojo de mujeres artistas que se han ganado un lugar desde la perspectiva de la excelencia. Las piezas exhibidas relatan casi un siglo, hay piezas producidas en los cuarenta hasta la actualidad, la curaduría entrelaza el compromiso de Ella por atender y entender el arte contemporáneo de nuestro continente; en este sentido, tal como ha señalado Taiyana Pimentel, es un caso extraordinario porque es una coleccionista-investigadora, que se ha preocupado por llegar a ese estudio, a veces recóndito, para adquirir sus obras; esos diálogos son la base de esta curaduría sobre la cual conversamos con Sergio Fontanella.

¿Cómo empezaron a construir las líneas curatoriales? ¿Cómo desentrañaron los diálogos? Imaginarlo parece una misión imposible y sin embargo, recorremos su posibilidad.
Nos centramos en líneas, problemas y preocupaciones propias del arte contemporáneo pero exclusivamente a través de la mirada femenina, de la mirada de artistas que no necesariamente trabajan desde una temática de género o de feminismo, sino abordando temáticas humanas vistas a través del ojo e intelecto de mujeres. Hay que tener en cuenta que nos estamos basando en una colección, por lo que planteamos una suerte de núcleos temáticos que, por supuesto, no son estrictos sino que se contaminan unos a otros; los cuales básicamente son los lenguajes abstractos y las vanguardias que tienen tanto énfasis en Latinoamérica. El primero muestra a artistas como Lygia Pape, Lygia Clark, Gego y otras que fueron tempranamente adquiridas por Ella, con la intención de destacar la fuerza y la solidez que tiene los movimientos abstractos en los distintos países a través de artistas mujeres, quienes siempre estuvieron presentes junto a sus colegas hombres. Luego, pasamos a un segundo núcleo más abierto temáticamente: ecología, nacionalismos, problemáticas de índole social hasta visiones, problematizadoras del arte en sí. Y, por último, un tercer núcleo sobre el cuerpo. O sea: el cuerpo de mujer visto a través de la sensibilidad de artistas mujeres, ya sea ellas mismas poniendo su cuerpo en prácticas performáticas o apreciando todos los niveles de significación poética y metafórica interpretado y/o deconstruido desde la visión de creadoras.

¿Buscaba Ella representar el momento histórico de la plástica?
Es evidente un interés por apostar por áreas del arte contemporáneo que no necesariamente están de moda ni en las instituciones. Tras los diez años que llevo estudiando y trabajando la colección te puedo decir que uno de los propósitos es rellenar o completar incógnitas, ya sea en la presencia de las artistas mujeres o a través de los medios u otras secciones dentro del arte contemporáneo, que han tardado más en ser reconocidos, en ser justamente apreciados por tener un valor y no únicamente por la novedad o por lo efímero de su carácter. Por supuesto, está la índole histórica. Espero que esta exposición haga eco del hecho de que desde el principio sí hubo un interés en colocar a las mujeres a la par.
¿Cómo empieza esta colección?
En la década de los setenta, Ella abrió una galería en Caracas, en ese momento también empezó a adquirir obras con una estética diferente, así fue como en los años ochenta se embelesó por la abstracción latinoamericana; especialmente de aquella generación tan importante de artistas venezolanos: Jesús Soto, Alejandro Otero, Carlos Cruz Diez y Gego, este descubrimiento desató una pasión por el arte geométrico abstracto minimal, que fue tan revolucionario en los aspectos estéticos y en su relación con el diseño, la arquitectura, la vida de la gente… Esa idea tan democratizadora del arte le hizo clic. A partir de entonces empezó a viajar por toda Latinoamérica para entender cómo era que aquel movimiento que se estaba desarrollando en Venezuela, pero también en Colombia, México, Argentina, Brasil, Cuba.
…Unió su gusto personal a los hechos concretos que entretejían los intereses y problemáticas estéticas de América Latina, aunque también hay mucha obra de artistas de todo el orbe.
Sí, ya no solo se trataba de sus búsquedas individuales, sino que las sustentó y se interesó por desentrañar el desarrollo artístico desde una postura más crítica y conceptual. Por ejemplo, la fotografía y la performance, o el conceptualismo latinoamericano o el arte cubano. A su gran colección ha ido sumando visión, medios y problemáticas.

¿Cuáles son estos otros medios que se están sumando?
Hay dos líneas recientes muy importantes. Una son los artistas que trabajan con las ciencias y tecnología, las fronteras entre arte y sociedad que tiene que ver con cuestiones sociales, políticas de territorio, de género, ecológicas y de supervivencia. Cabe señalar que en el uso de las tecnologías, Latinoamérica ha sido pionera desde más o menos los años cuarenta, y esa es una historia que todavía está construyéndose y entendiéndose desde el llamado “primer mundo”. La segunda línea es artesanal, específicamente los tejidos como lenguajes o herramientas del arte contemporáneo; lo cual no es una novedad, en la exposición hay varios ejemplos de artistas que han trabajado esta ruta, desde las décadas de los sesenta, en el borde mismo de la frontera entre lo que hemos entendido como artesanía y lo que es arte. Recientemente se está revalorizando y reescribiendo un poco de estas historias que no corresponden solo a las artistas mujeres, aunque lo textil haya sido asociado históricamente con la mujer.
Como curadores, ¿cuál o cuáles fueron los desafíos?
Taiyana y yo tratamos de rehuir de facilismos. Queríamos sorprender a las audiencias creando diálogos que no fueran tan regalados, sino que detonaran la reflexión, que los hicieran pensar y pusieran en valor los aspectos de novedad. Quisimos crear diálogos inteligentes, no diálogos tan, digamos, esperables. Rehuir del cliché y poner las obras en un contexto nuevo como parte de una conversación nueva, lo que cambia completamente el significado de las cosas. Cuando te pones a analizar artistas con las que trabajas constantemente en la colección, te obliga a investigar ciertos aspectos, pero al poner a interactuar sus obras para crear diálogos que no existieron realmente históricamente, o incluso al poner a una artista cuya práctica se asemeja o tiene puntos en contacto con otras, pero que son de épocas distintas; por ejemplo, Regina José Galindo y Ana Mendieta, ambas trabajan con su cuerpo, y este diálogo abre otras ventanas de entendimiento y de estudio no vistas antes.
¿Alguna artista que te haya sorprendido al re-mirarla?
Anna Maria Maiolino (1942) es una artista, podríamos decir, bisagra históricamente dentro de la colección. De origen italiano, trabajó en Brasil en los años sesenta y setenta apoyada sobre los hombros de artistas brasileños que estaban trabajando con los lenguajes abstractos desde perspectivas muy intelectualizadas, como las dos Lygias (Pape y Clark) Hélio Oiticica, mientras ella empezaba a crear obras que apuntaban hacia cosas más feministas, más políticas relacionadas con la dictadura en la que vivían, y Ana Maria estaba ya abordando la idea de la utilidad del cuerpo. Y esa magnitud está exaltada en esta exposición, su importancia es muy visible porque resaltamos su proceso y la usamos como bisagra entre la primera sala de la abstracción y la segunda que apunta hacia temáticas sociales, codificaciones y otras cosas.
Soy cubano, estudié historia del arte en la Universidad de La Habana, fui profesor allá varios años, así que para mí es interesantísimo y tiene total conexión con México. Ella empezó esta colección con el propósito de reunir un acervo que un día pudiera regresar a Cuba. La ha integrado con el propósito de donarla para hacer un museo de arte contemporáneo; lo cual no ha sucedido por tantas cuestiones políticas, económicas y de todo tipo. Así que se ha dedicado a reunir un acervo representativo de lo que ha pasado en Cuba en los últimos cincuenta-sesenta años, junto con un archivo de documentación que se complementan. Ahí están, por ejemplo, los artistas de la década de los años ochenta, que formaron parte del llamado “renacimiento del arte cubano”, una generación muy crítica, muy de búsquedas y que alrededor de 1988 y 1989, por cuestiones de censura, se fueron en estampida a México. Muchos se asentaron en la Ciudad de México alrededor del Zócalo, y hasta donde tengo conocimiento sé que dejaron una huella; hicieron un impacto y se integraron. Algunos se quedaron, otros siguieron a Estados Unidos, a Europa. Así que hay una conexión histórica entre el arte cubano y México, que muchos críticos e historiadores han destacado.

Comentaste que el trabajo de la Fundación va más allá del coleccionismo, cuéntanos.
La Fundación surgió en 2002 y tiene dos funciones fundamentales: una es administrar, ser el guardián legal e intelectual de la colección a través publicaciones, exhibiciones, préstamos de las obras; es decir, de explotar intelectualmente la colección, cuidarla y preservarla. La segunda es apoyar a la comunidad; tenemos un programa de becas y comisiones para artistas latinoamericanos de distintas generaciones desde 2004. Las bases son muy estrictas. Este premio consiste en dar los recursos para producir un proyecto inédito que luego la fundación exhibe y publica un catálogo.
¿Cuánto tiempo llevó planear esta exposición?
En 2023 tuvimos una primera colaboración con MARCO, exhibimos la exposición del premio de ese año. Desde ese momento anunciamos que vendría una segunda colaboración. Entonces, comenzamos el trabajo de investigación, nos propusimos crear una cosa coherente, que curatorialmente tuviera sentido e hilvanara un cúmulo de temas, porque esta exposición no tiene un único tema, sino muchos. Nos enfocamos en hacerla plural, que fuera interesante y representativa de la colección también, lo cual nos conllevó desaprender muchas cosas en el propio estudio de derivado de la exposición. Por ejemplo, uno tiene una concepción muy de archivista, del acervo como parte del trabajo; sin embargo, cuando lo tienes que mirar curatorialmente tienes que escoger, seleccionar. Hay que mirarlo desde la distancia, revisar objetivamente artistas y obras en específico, y de pronto tuvimos que tomar decisiones complicadas, como sacar artistas que son importantes, pero que deben salir en pos de crear una cosa coherente y sólida.
¿Como quiénes?
Para mí fueron duras decisiones muy duras, sacar por cuestiones un poco logísticas y de espacio, por ejemplo, Antonieta Sosa.
Y de esos “descartes”, ¿vendrá otra exposición?
Por el momento estamos trabajando con los escritores en el catálogo; es un proyecto en sí mismo, no solo el complemento de la muestra, sino un enriquecimiento. Queremos crear un contenido nuevo tomando la exposición como pretexto.
…otra lectura, otro reto. En este sentido, ¿cuál ha sido como el reto más grande en la Fundación?
La combinación de las distintas partes de lo curatorial —la intelectual y académica— con la logística de producción, para tomar decisiones basadas en cosas prácticas y en ocasiones, incluso según el presupuesto… Decisiones de ese tipo. El reto es grande, porque es como si a estas dos áreas las gobernaran partes diferentes del cerebro y, de pronto, tuvieras que ponerte de acuerdo contigo mismo, fajarte contigo mismo; y, bueno, en ciertos momentos predomina una u otra o se negocia.
¿Tienes algún gusto en especial de la colección? ¿Alguna línea favorita?
Es difícil decidir, porque depende del momento y del contexto. Como persona, me identifico mucho con los discursos más políticos, más críticos. Me conmueven más los lenguajes más intelectualizados de la abstracción, discursos tan relevantes para entender el arte contemporáneo, y que rompieron y siguen rompiendo todavía sobre todo en Latinoamérica.
AQ