“Sinceramente, el mundo no vive un presente envidiable. Creo que la sociedad actual da muy poca oportunidad al talento real, la inmediatez está sobrevalorada. Todo es rápido, muy ligero, todo es muy ‘hoy aquí, mañana no’”, dice Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943), quien por primera vez visita la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que lo sorprendió por su tamaño y magnitud.
“Y después de una vida, uno ve que transcurrió el tiempo y nos encontramos con los sueños varados en la otra orilla del río y siendo muy difícil ir a rescatarlos. Pero esto no es añoranza, es sencillamente que hay unos principios de solidaridad, justicia, igualdad y de humanismo de los que el hombre no debería ser capaz de prescindir”, agrega el cantautor.
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Pero a pesar de que Serrat ve un futuro oscuro, trata de defenderse del pesimismo: “En estos momentos, la fuerza se está imponiendo a la razón; estamos rodeados de genocidios y sin ninguna capacidad de reacción frente a ello por parte de nuestros grandes organismos. El poder, cómo las armas se imponen al hombre, a la justicia. Soy un desilusionado, pero soy incapaz de renunciar a mi esperanza, porque sin esperanza no se puede hacer nada, no se pueden modificar las cosas”.
El cantautor accedió a platicar en exclusiva con MILENIO un día después de su multitudinaria rueda de prensa que obligó a los organizadores de la FIL a no permitir la entrada de más periodistas y fans.
Serrat camina por el Hotel Barceló; le cuesta avanzar ante la petición de selfies o para hacerle un comentario. Él sonríe y hasta bromea con el camarógrafo que lo sigue con su celular como si fuera un rockstar.
“No lo soy, (risas). Al menos pretendo ser lo más alejado de un rockstar. He llevado mi época de artista profesional siempre con la tranquilidad que mi cuerpo me ha pedido, y a estas alturas del partido no voy a iniciarme en otra manera de entender mi oficio y mi manera de acercarme a la gente y que la gente se acerque a mí”.
Una relación larga
Joan Manuel Serrat asegura que tenía que estar en la FIL Guadalajara, por lo que México representan en su vida: “Y siendo Barcelona la ciudad invitada y siendo yo, barcelonés, convicto y confeso. En ella nací, en ella me crié, en ella he vivido con las excepciones que puedan haberme provocado determinados accidentes de mi vida, en los que he tenido que estar fuera de mi casa y de mi gente por razones políticas, o sencillamente las épocas de las giras largas. Pero siempre volví a casa. Tenía muy claro dónde estaba mi nido, con todo lo frágil que pueda sonar esta palabra”.
El cantautor agradece el cariño y reconocimiento que tiene en México como artista desde hace muchos años, "pero también mucho cariño como ser humano. Hubo una época en que tuve que instalarme fuera de España por encontrarme en situación de exilio. Desde ahí me invitaron a quedarme, ya que no podía regresar a mi casa, y con mucho gusto acepté, pero no imaginaba hasta qué punto esta relación iba a ser tan larga y consentida".
“Amar a alguien o amar algo no solamente es una historia rosa y bonita, ahí se integran muchas cuestiones que son complicadas. Entonces hay sus flores y sus zarzas, sus alegrías y sus lágrimas. Yo estoy absolutamente cerca de México y México cerca de mí en estas circunstancias”.
Imposible no ser artista
Sobre su retiro de los escenarios, niega que hacerlo sea una pausa: “Decidí dejarlo. A esta edad ya no puedo permitirme el lujo de las pausas. Uno no deja una cosa para dedicarse a otra. Decidí dejar de subir a los escenarios en giras de estas que llevan mucho tiempo, complicaciones, esfuerzo y sacrificios personales que siempre hay que hacer cuando la distancia y el tiempo mandan. Me encontraba bien y la gente me quería cuando tomé la decisión de apartarme y estaba en un buen momento”.
Menciona que le es imposible dejar de ser artista “porque llevo 60 y tantos años siendo profesional en el mejor de los sentidos. Un artista no deja de serlo nunca, no puedes dejar de escribir, de pintar, de subirte a un escenario. Yo no estoy enfadado con mi trabajo, sencillamente lo hice para tratar de ver una serie de cosas que me impedían hacer actividades más cercanas, más familiares y para romper papeles (risas) y dejarles pocos problemas a los que vengan detrás”.
Y agrega otro motivo para tomar esa decisión: “La pandemia nos obligó a cambiar nuestra forma de vida, a cambiar nuestras prioridades. Y todo eso junto me ha llevado a esta situación. Confieso que estoy muy bien; no siento nostalgia, estoy contento, y cuando voy a un concierto disfruto mucho lo que hacen mis compañeros”.
El disfrute se extiende a sus lazos familiares, pues presume seis nietos y una vida feliz y plena tras su retiro.
—Usted dice que la vida pasa muy rápido, que somos fuego y después olvido. ¿Eso somos?—
"Sobre todo, somos tiempo que se acaba y uno a veces tarda mucho en entender que el paso del tiempo es inevitable, después no hay devoluciones y uno tiene una fecha de caducidad en todo. Entonces, es bueno valorar el tiempo; procurar tener el conocimiento de que todo pasa y no siempre todo queda".
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Un intercambio divertido
Serrat presentará el libro Y uno se cree, escrito por Jordi Soler, a quien conoció por La muchacha que tenía los pies feos. “Me gustó tanto aquel libro que hice lo posible por conocer al autor y más obras suyas. Y ahí fui conociendo a un tipo realmente estupendo, un escritor conmovedor. Nos hicimos amigos, descubrimos muchas cosas en común que facilitaban la relación.
“Un día, en una comida y bebida, nos animamos a hacer una canción. Desde entonces hemos tenido un intercambio divertido de cómo construir una canción que tuviera que ver con un pájaro que inventó Jordi y se está cociendo. Hay guisos que necesitan de mucho tiempo, de plazos muy largos para estar ricos. Es una excusa magnífica que siempre tenemos para reírnos cuando nos encontramos”.
Para el barcelonés, la música ha sido “mi manera de expresarme, de comunicarme, de hacerme entender. Y también ha significado mi oficio. El oficio es algo que algunos todavía valoramos, sea el de fontanero, cirujano o músico, hay un oficio ahí detrás. Este oficio que debería ejercerse con amor, con respeto, sabiendo que estás formando parte de una sociedad en la que tú te ocupas de algo mientras que otros se ocupan de otra cosa, y todo esto de ocuparse es lo que hace este mundo social y habitable”.
Joan Manuel Serrat tiene que irse, lo esperan una comida, una sesión de fotos y muchos eventos más, como embajador de Barcelona en la FIL Guadalajara pero tiene tiempo para una última pregunta.
—¿Qué gozaba más, escribirle al amor o cuestiones sociales?—
"Los poetas están llenos de amor y cualquier ejercicio de grito social está lleno de amor. La rebeldía la encontré en la calle también y en la juventud. La juventud es un tiempo de confusión y de belleza. Es un tiempo de desconcierto, difícil, de crecimiento, y una edad muy vulnerable. Pero también es un tiempo de una gran fuerza, de una gran resistencia y de una gran voz que reclama lo que quizá otros ya dejaron de reclamar".
Joan Manuel Serrat participará en el encuentro “Mil jóvenes con…”, recibirá un doctorado honoris causa en la Universidad de Guadalajara y recibirá las llaves de la ciudad, que lo nombrará huésped distinguido.
BSMM
