Inspirada en Eufemia, Zirma y Andria, esas metrópolis de memoria, signos y sutileza que el escritor italiano Italo Calvino concibió para su libro Las ciudades invisibles (1972), la escritora uruguaya Carolina Cynovich (Montevideo, 1991) dio vida a Claasenstad, urbe-universo donde recae la trama de El síndrome de las ciudades hermosas (2015).
Esta obra de ficción, que sigue la inmersión de un traductor, Julián Molina, en el mundo cinematográfico y delirante del cineasta Adam Classen, llegó a México este año gracias a una reedición de Ediciones Urano. Lo que también trajo a su autora en una visita fugaz, pero fructífera: una fila enorme buscó su firma tras su presentación en la Feria del Libro del Zócalo.
"Es una experiencia esto que una novela te lleve a otro lado, que compartas con lectores de otro país, que tengas conversaciones. ¡Es conocer otro mundo!", dice Carolina en entrevista con MILENIO desde un salón de amplias ventanas en el segundo piso del Centro Cultural El Rule, en el Centro Histórico capitalino.
Cómo inventar una ciudad
Hace una década, la "emoción" por inventar una ciudad llevó a la escritora, que en ese entonces era una estudiante de Comunicación audiovisual, a publicar la novela donde confluye el misterio, la literatura, el cine, la obsesión, el anhelo, los idiomas y un tren que cierra la historia.
Donde, además de Molina y Classen, retrata a una enigmática mujer que carga un maletín; a Zimena, un disciplinada directora de arte y escenografía; a Pedro Damián, un exigente y discreto asistente de dirección; y a Nando, un sabio encargado del Dionisio, pub retacado de libros en ruso, neerlandés y francés.
"En un libro de ficción siempre habrá algo del autor porque son sus intereses, pero mi intención era personajes de ficción, una historia inventada. Si bien uno puede encontrar rasgos personales, la cuestión es que (los personajes) no vengan de mí", explica sobre su vínculo con los protagonistas de la obra.
De los gustos personales que plantó en El síndrome de la ciudades hermosas, destaca el cine. Por eso es muy descriptiva en su escritura, reconoce; permite fácilmente al lector configurar una escena como si de una película se tratara.
También impregnó su cariño por los parques y librerías, lugares ambivalentes en apariencia - el primero al aire libre, mientras que el segundo tiende a ser un laberinto entre cuatro paredes -, pero coincidentes en dar "mucha paz".
"Entro a una librería y tengo que oler los libros... Me calma", confiesa.
Cuando el libro lanzó su primera edición hace 10 años, gustó a los lectores y, particularmente, a dos instituciones, la Unión Europea y la Editorial Fin de Siglo, que le otorgaron el Premio Gutenberg por su "cuidada caracterización de los protagonistas, el buen manejo de los diálogos y el desarrollo de la narración".
Aunque esto no bastó para ampliar su difusión. Fue hasta que Urano, buscando sumar talento para su sello Letras de plata, dio con El síndrome de las ciudades hermosas y la fichó. "Se generó el contacto y me pidieron la novela. A los pocos meses me enteré que la pidieron de Urano México y terminé acá", sintetiza la autora.
"Me encantaría volver pronto a México - externa emocionada -. Me encanta este mundo nuevo que se genera, conversar con un montón de gente, lectores".
El acto de escribir
La literatura forma parte de la vida de Cynovich desde que era niña. En casa, sus padres le leían cuentos antes de dormir, rememora. "Hasta que aprendí a leer y empecé sola, eso me marcó bastante porque era algo que disfrutaba muchísimo".
Pronto, la imaginación la hizo formular sus propias historias y, tras aprender a escribir, las comenzó a plasmar. "Es algo que me ha acompañado toda la vida. A veces se publica algo, sale al mundo, pero el acto de escribir, estar inspirada, lo recuerdo de todo la vida".
— ¿Y por qué escribes?
— Me da una fascinación... Me encanta que uno puede escribir de cosas tan distintas: una poesía, una novela, un cuento. Es algo que despierta una fascinación y uno la sigue. Aunque a veces te estancas, no la pasas tan bien, pero vale la pena.
Carolina Cynovich finaliza la entrevista con MILENIO revelando que actualmente sus intereses navegan por "la poesía desde la mitología, las leyendas. Que es algo que me gusta. La recitación también".
Además, ya trabaja en su siguiente libro, de enfoque infantil, como el que marcó su debut literario: El hombre que da cuerda al mundo (2014).
"Siempre hay algo para explorar", sentencia la inventora de una ciudad.
hc