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  • De fans a caballeros jedi: más de 200 mexicanos combaten con sables de luz

Los jedis mexicanos que desafiaron el lado oscuro del qué dirán | Portada/ Especial

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz y se transforman en el maestro Yoda.

DOMINGA.– En la academia de jedi, chicos y grandes, cisgéneros y no binaries, aprenden a identificar la gran variedad de emociones humanas para su entrenamiento de combates con sables de luz o en otras facetas de su vida: familia, escuela, trabajo, amistades. Su filosofía es que las personas encuentren un lugar feliz donde puedan ser ellos mismos, hacer comunidad y crecer como personas.

Gabo empuña su lightsaber rojo, Ulises el azul. En el Parque Arboledas, uno advierte: “háganse para atrás, no los vayamos a lastimar”, y lanza el primer golpe. El otro ataja. Los sables chocan una, dos, tres veces. Gabo contraataca. Ulises no se deja. Es una noche de viernes. Aprendices y espectadores presencian una coreografía digna de un combate entre Luke Skywalker y Darth Vader en Star Wars.

Cualquiera que haya visto las películas de George Lucas gritaría emocionado. Aspirar a pelear en la Ciudad de México como un caballero jedi es una realidad gracias a dos amigos, Gabo y Ulises, ambos de 41 años, quienes crearon una academia de combate con sables inspirados en la mismísima saga intergaláctica. Se atrevieron y está sucediendo.

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz.
Gabo es uno de los fundadores de la academia de combate de sables | Cortesía

A unos metros de su demostración, brillan y se impactan sables de colores morado, naranja, verde, rojo y azul, que están en manos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes: son estudiantes o instructores de la Jedi Knight Academy México (JKAMX), un proyecto de deporte nacido en 2019 para públicos geeks y gamers del país.

Gabo muestra su sable rojo, largo y pesado, similar al de las películas, pero capaz de descalabrar al contrincante. Su academia se divide en dos áreas: coreografía y combate. De la primera, nos acaban de dar un adelanto. Él es el instructor principal. La segunda se pone más ruda: es pelea de verdad y, si no te pones buzo, tu contrincante no se apiada. Así entrenan en distintos niveles los padawans, acólitos, caballeros, guardianes, maestros y gran maestros.

Los sables, por cierto, no son de luz sino de policarbonato y, aún con protección, un golpe duele: que se lo digan a los que veo entrar en acción.

Posan para la foto: giran los sables, muestran su dominio. Primero un calentamiento, casi un juego: un sable golpea al otro, suave. Minutos después empieza lo bueno. Ulises organiza. En parejas, hacen demostraciones. La intensidad arrecia. Ni ellos ni ella, la única chica, Maroli, se rajan. Quién imaginaría que una saga nacida en 1977 tendría eco en un parque de la colonia Del Valle casi 50 años después, gracias a una pareja de amigos que cumplieron el sueño: vivir de ser maestros jedi.


Les valió el qué dirán. Las burlas. Los “deja de jugar con espadas”, “mejor dedícate a algo serio”. Les dio igual no cumplir la expectativa social. Y ahora están aquí, brillando en una academia que hoy tiene siete sedes y ha entrenado a más de mil 200 personas. DOMINGA visitó la academia y platicó con sus creadores, quienes resolvieron la incógnita de cómo lograron ganarse la vida siendo fans de Star Wars.

Un pequeño experto en la saga de George Lucas

Hace mucho tiempo, en esta galaxia, se estrenó Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza. Se podría decir que todo empezó en 1977. El papá de Gabo tenía 17 años, estaba de vacaciones en Estados Unidos y vio la película. Regresó a México encantado y le contó a su novia la historia que empieza con la nave de la princesa Leia Organa capturada por las tropas imperiales de Darth Vader. Se hicieron fans de hueso colorado y su relación creció de la mano del crecimiento de la saga. Gabo, hijo único, nació en 1984.

Su nombre completo es Luis Gabriel Mendoza Arredondo, hoy es portavoz de la saga en TikTok. Crea contenido y es director ejecutivo y socio fundador de la JKAMX.

Tenía cinco años cuando sus papás pusieron en la videocasetera el VHS de aquella cinta. “Esperemos que te agrade”, dijeron ambos. A Gabo le fascinó la química entre Luke, Leia y Han Solo, el misterioso Obi-Wan Kenobi y la dupla conformada por C3PO y R2D2. De inmediato vio Star Wars: Episodio V – El imperio contraataca’ y el ‘Episodio VI – El regreso del jedi.

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Miembros de la Academia de Caballeros Jedi (JKAMX) sostienen sables láser durante una sesión de entrenamiento en grupo| CARL DE SOUZA / AFP

Se enamoró de las películas y, con el paso de los años, de toda la franquicia. Tenía cierto autismo y Star Wars se convirtió en su fijación.

Con los años inició su colección. En un tianguis compró unos ewoks y su mamá compró piel sintética para coser las capuchas. Una Navidad le regalaron su primer R2D2. Su papá le obsequió más figuras de personajes, quitaba el algodón a los cotonetes, los lijaba y convertía en sables. También le consiguió libros y cómics, en español e inglés, que fueron un gran motivante para aprender el idioma. Y llenó su habitación de pósteres.

Con el estreno, en 1999, de Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma, consiguió la reedición de los primeros episodios con comentarios de Lucas y, a la fecha, no se cansa de verlas. “No era muy sociable. Mi mamá y papá trabajaban. Pasaba varias horas del día solo. Los libros y cómics eran mi compañía o ponía la videocasetera”, dice quien también es conocido como @gabowan en redes sociales.


Sin planearlo, se hizo experto en el tema. Más tarde, en 2004, entró en la Universidad del Valle de México a estudiar Ciencias de la Comunicación. En la clase de Redacción, como examen final sorpresa del primer semestre, la profesora pidió un ensayo largo, a mano, de un tema que dominaran los alumnos. Gabo sacó sus hojas blancas y escribió 25 cuartillas de lo que más sabía: la historia de la saga, su raíz sociológica, Mark Hamill, Carrie Fisher, Harrison Ford, el fenómeno con las precuelas, el odio a Jar Jar Binks, el trasfondo social, psicológico, económico, el fenómeno mercadológico, etcétera.

Entregó el examen. Al siguiente lunes lo citaron en la oficina del director. La profesora lo acusó de hacer trampa. ¡Cómo iba a saber tanto de esto! Gabo explicó el por qué y que, algún día, quería vivir haciendo algo relacionado con la franquicia porque sus papás le habían dicho: “Vive de lo que te apasiona y te hace feliz”. La maestra intentó reprobarlo pero el director abogó para que repitiera el examen. Ella aceptó siempre y cuando no fuera sobre Star Wars.

Hizo un ensayo de unas cuatro cuartillas sobre la cultura medieval y las espadas. Y la profesora lanzó una advertencia: “Enfócate en otra cosa, en periodismo u otra área que podría servirte. Será imposible vivir de Star Wars”.

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz.
Ulises y Gabo fundaron la Jedi Knight Academy México en 2019 | CARL DE SOUZA / AFP

Ironía de la vida. Gabo no recuerda el nombre de la profesora, pero si volviera a verla podría decirle: “Profesora que quiso reprobarme… adivine dónde estoy”.

Así nació la Jedi Knight Academy MX en la CdMx

Pero la profa sí lo desanimó un poco. Quizá tenía razón: no dejaría de ser fan, pero debía buscar a qué dedicarse. Hizo de todo: especialidades en arte, relaciones públicas y redes sociales. Trabajó en distintas áreas y nada de eso era lo suyo. Practicó taichí con espada, un poco de shaolin kung fu, bagua, jiu-jitsu. Seguía documentándose sobre espadas medievales.

Él y su mejor amigo Ulises, compañero fiel para hablar horas del tema, fueron a un rave en la Ciudad de México cuando tenían 21 años. Estaba la música electrónica, las luces, el humo, el desmadre y, de pronto, vieron a dos extranjeros en short y chanclas que prendieron sus lightsabers y empezaron a pelear cual jedi.


Se acercaron de inmediato y se enteraron de que en Italia acababa de nacer una escuela para usar los sables de luz. Eran pioneros de lightsaber sport. Gabo y Ulises no lo creían. Un día tenían que aprender. Trabajos iban, venían y siempre los mismos recordatorios: “Ya vamos a ver lo de los ‘lightsabers’”, “Estoy hasta la madre de que nunca llegamos a nada”.

Unos años antes de la pandemia, en pleno nuevo auge de Star Wars por los estrenos del Episodio VIII – Los últimos Jedi’ y el ‘Episodio IX – El ascenso de Skywalker, los amigos aprendieron artes marciales históricas europeas. Pero en enero de 2019 el papá de Gabo falleció. No logró ver el Episodio IX. Gabo estaba triste y Ulises intentó reanimarlo: “Ya no te agüites, vamos a ver lo de la academia. Llevamos muchos años planeándolo”.

En ese tiempo, Ulises asistió a una expo de Star Wars en Churubusco. Contactó a una marca mexicana de lightsabers hechos a mano, Rebel Blades, a la que solicitó una clase con un instructor para él, Gabo y algunos amigos. Ulises rentó un gimnasio y los sables y pagó al instructor, pero los amigos se bajaron del barco. Por una u otra cosa, no participaron. Gabo seguía adelante con el plan, pero no tenía dinero tras los gastos de la partida de su papá.

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La JKAMX, una comunidad de entusiastas de Star Wars: entrenan, realizan exámenes y torneos | CARL DE SOUZA / AFP

A mediados de abril, el dúo de amigos decidió hacer pública la clase. Crearon un logo y abrieron una página en Facebook con el nombre de Jedi Knight Academy MX. La academia nació el 18 de mayo de 2019. Pusieron un costo: 650 pesos por un seminario de seis horas. Sólo querían recuperar la inversión, pero a la mañana siguiente la página sumaba mil 500 seguidores y muchas personas querían, casi exigían, el número de cuenta para transferir el dinero.

Los 10 lugares disponibles se ocuparon en menos de un día. La mamá de Gabo advirtió el éxito. Les dijo: “Esto se llenó en 24 horas. Llevan años planeándolo: tal vez a esto se tienen que dedicar”.

El negocio de los jedi mexicanos llegó a TikTok

Se sentaron a trabajar. ¿Qué es el lightsaber sport? Usaron su aprendizaje en artes marciales. La mamá de Gabo es terapeuta ocupacional y la esposa de Ulises, terapeuta holística. Ambas aportaron su conocimiento. Los amigos hablaron con expertos en terapia física del deporte, psicólogos y pedagogos.


Estructuraron un escueto plan para ofrecer seminarios cada 15 días. Los espacios se llenaron. Los aprendices pidieron clase todos los fines de semana y compraron los sables: la empresa Rebel Blades estaba feliz. Se mudaron a otro gimnasio con más espacio y, luego, al Parque Masayoshi Ohira, a unas cuadras del metro General Anaya donde, en la explanada, mínimo unas 50 personas tomaban la clase los sábados por la noche.

El negocio estaba funcionando. A finales de julio de 2019, Gabo y Ulises, sin planearlo, renunciaron el mismo día a sus empleos. Gabo, de plano, estaba harto. Firmó su renuncia y se marchó. Llamó a Ulises:

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz.
El grupo realiza coreografías con los sables de luz | FOTO: JUAN CARLOS BAUTISTA/MILENIO DIARIO.

–Güey, ¿qué crees que acabo de hacer? ¡Acabo de renunciar al trabajo!
–¡No mames, yo también!

Quedaron de verse. A la mamá de Gabo le contaron la noticia y advirtió: “Ya se están jugando todo. Tiene que funcionar”.

Abrieron clases miércoles, viernes y sábados, día en que llegaban hasta 30 personas. De 60 asistencias al mes, pasaron a 180. Tenían alumnos, unos 5 mil seguidores en Facebook, pero querían dar el siguiente paso: que mucha más gente conociera la academia.

En septiembre de ese año llegó a México por primera vez The Forcecon, dedicada a la saga. Buscaron a Moisés Rodríguez, dueño de Trooper Gourmet, un restaurante temático de Star Wars, para proponer un convenio. Moi conocía su academia y propuso meterlos a la convención como su staff.

Dentro, podían hacer demostraciones y atraer gente a la comida. Les consiguió pases para The Forcecon con la condición de que ellos y sus aprendices fueran disfrazados de personajes. Buscaron a la marca que fabrica los trajes, Disfraces Galácticos. A la dueña, Blanquita, le encantó el proyecto, hizo un descuento en todos los atuendos a cambio de que la publicitaran en el evento.


El dúo de amigos andaba de suerte. En el evento, celebrado en la Expo Reforma, el maestro de ceremonias canceló su participación y los organizadores pidieron ayuda a quien sabía todo o casi todo de Star Wars: Gabo. “¿Te avientas el evento?”, le dijeron. Se puso su capa de jedi, encendió su sable, subió al escenario y presentó a la primera academia de lightsabers en México.

La pandemia de covid-19 llegó a finales de febrero de 2020. La academia lanzó un curso online para sus alumnos con menor precio pero, acostumbrados a lo presencial, poco se interesaron. Gabo tomó su sable y subió un video a TikTok con un mensaje: “Hola, ¿sabes qué es esto? Es un lightsaber y con nosotros puedes aprender a utilizarlo. Sígueme”.


A la mañana siguiente, el video tenía 100 mil vistas y decenas de mensajes, incluso gente de otros países, pidiendo informes. Las clases en línea se mantuvieron hasta que fue posible retornar a las calles.

Desde ese tiempo, Gabo subía hasta tres videos al día, compartía datos de películas, libros, la serie The Mandalorian recién estrenada, o aquello que no sabías de Luke, Chewbacca, R2D2 o Leia. Se llenó de seguidores. En 2021, TikTok celebró su primer 4 de mayo, el Día de Star Wars a nivel mundial. Un representante preguntó en un grupo de creadores sobre alguien que conociera el universo de la saga y varios recomendaron a @gabowan.

Lo invitaron a hacer un live hablando de Star Wars. Su trabajo gustó y, al siguiente año, hizo otro para el lanzamiento de la segunda temporada de The Mandalorian. Por esos días, un usuario de Instagram lo bombardeó con preguntas muy específicas de la saga. Gabo respondía como suele hacer: enumeró las habilidades de un destructor imperial, la emblemática nave, y confirmó que el perro de George Lucas inspiró a Chewbacca. El equipo de Disney lo estaba poniendo a prueba.

Gabo hizo lives con los estrenos de las series The Book of Boba Fett, The Mandalorian, Ahsoka y Obi-Wan Kenobi. En pleno en vivo de esta última, con más de 25 mil personas siguiendo la transmisión, TikTok lo verificó y nombró la voz oficial de Star Wars en México. Gabo se acuerda y se le pone la piel chinita. ¿Qué diría su profesora de la universidad?


El Torneo Nacional de Jedi que se celebra en CdMx

Es una noche de viernes de mediados de septiembre. Visito la academia en su sede principal en Coyoacán: el jardín frente al Museo Nacional de las Intervenciones, al lado del monumento a la Batalla de Churubusco, entre árboles y arbustos.

Ya llegaron Gabo, Ulises y algunos alumnos, pero la lluvia nos obliga a movernos al Parque Arboledas, que tiene un techo gigante. Ahí llegan los demás estudiantes: niños acompañados de sus padres, adolescentes y los más grandecitos, jóvenes adultos. La mayoría trae su túnica jedi o algún atuendo alusivo. Encienden sus sables, los presumen. La clase está por comenzar.

La primera parte de la clase es meditación, que dura unos 12 minutos: los estudiantes dejan a un lado sus agobios. Se concentran en los ejercicios y lo que esa noche aprenderán. La meditación fue diseñada por la terapeuta holística, Divani González, esposa de Ulises. Adaptó las meditaciones holísticas al lenguaje jedi o sith y las enfocó en técnicas de combate con el sable de luz.

Divani vio todas las películas y de ahí sacó vasta información: “La gente medita y se conecta con la Fuerza de Star Wars. Es como la energía del cosmos, del universo, para que su mente se tranquilice, se relaje y conecte. Las emociones pueden rebasar al ser humano: puedes convertirte en sith, irte al lado oscuro, o como un jedi, desapegarte y fluir”.

Ulises Vázquez Solsona, director operativo de JKAMX y con seis años practicando jiu-jitsu, puede decir: “Soy maestro jedi. Tengo una academia de combate con espada. Tengo un papelito de la SEP [Secretaría de Educación Pública] que dice que soy instructor”.

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz.
La filosofía de la academia se basa en el bushido, técnica de honor y ética | Cortesía

No fue fácil sortear el estigma familiar. Casado y con un hijo, resonaban por aquí y allá los “deja de jugar”, “ya ponte a trabajar” de familiares. “Este es mi trabajo”, respondía. Su esposa lo respaldó y eso bastó.

De niño, como Gabo, Ulises quiso ser jedi. Luego de ver el Episodio III empezó a preguntarse: ¿quién enseñó las coreografías de combate a los actores? ¿Sería posible llevarlo a la realidad? No tenía idea de que sería un deporte. No sabía cómo pero él iba a aprender. Año tras año investigó y encontró que existen siete estilos de combate con sables de luz: shii-cho, makashi, soresu, ataru, shien/djem so, niman y juyo/vaapad. Y todo está basado en técnicas de artes marciales reales.

Ulises se puso manos a la obra. Tomó clases de espada y buscó sables que aguantaran golpes: hace años costaban unos 15 mil pesos. Pero la demanda hizo lo suyo: hoy uno bueno, de colores, con chasis resistente, con varias fuentes de sonido, cuesta unos 2 mil. Pero hay de 25 o 30 mil pesos porque son réplicas de las películas. Aunque “son súper incómodos para combatir”, dice Ulises.

Con el éxito de la academia, se dieron cuenta de la enorme responsabilidad y se profesionalizaron, se certificaron como instructores de lightsaber sport ante la SEP y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte. Son los únicos en el país.

Como en otras partes del mundo, en México existen torneos: en mayo se organizó en Ciudad de México el segundo nacional, con 48 participantes de varias partes del país. Ulises ganó el segundo lugar. Los torneos, dice, fomentan la convivencia y competencia. El nivel mexicano, presume, es bastante bueno. Y sonríe: “Niños esperan toda la semana su clase de jedi. Eso no tiene precio”.

Ya hay 240 caballeros jedi en México

Seis años después de iniciada la aventura, tienen tres sedes en Coyoacán: la original, academia Pride y academia Balance, recién inaugurada. Son tres grupos distintos que operan en el jardín frente al Museo Nacional de las Intervenciones. Tan sólo ahí, han entrenado más de mil 200 personas. Una clase cuesta 250 pesos.


Hoy 240 personas toman clases en Coyoacán y las otras sedes que tienen en parques o explanadas de las alcaldías Venustiano Carranza y Cuauhtémoc, y en la ciudad de Mexicali. En Toluca, por el momento, son clases privadas. El TEC de Monterrey, Campus Ciudad de México, tiene una clase de lightsaber sport impartida por instructores de esta academia. Todas siguen el mismo plan de trabajo y de estudios.

En Parque Arboladas conozco a Alejandro Ramos Lex, de 29 años, instructor de los alumnos de primer ingreso e intermedios. Les enseña medidas de seguridad para usar el sable.

Montserrat Alarcón, de 27, trabaja en recursos humanos y usa un fabuloso atuendo inspirado en el universo Star Wars que ella misma creó al estilo droide y cyberpunk. Ella es del área de coreografías.

José Ignacio Cerda Colín, de 37, es capitán del equipo de combate, con rango de guardián, uno debajo de ser maestro, en la academia.

Gabo, Ulises y su equipo adaptan técnicas reales y toda la variedad de armas con filo que existen al ‘lightsaber’ de Star Wars. Si un estudiante quiere convertirse en instructor debe tomar el programa intensivo, que dura alrededor de tres años, para dominar las técnicas avanzadas, primeros auxilios, pedagogía, impartidas en seminarios y clases. Sólo así la academia lo certifica para entrenar a otros.

‘Star Wars’ dejó más que películas y series taquilleras: hombres, mujeres y no binaries abrazan una filosofía común cuando combaten con sables de luz.
Ulises es el cofundador y otro de los maestros de la academia | Cortesía

Los amigos tomaron un curso en la Confederación Deportiva Mexicana sobre los requisitos para avalar a un instructor en cualquier arte marcial. Ahí llevaron cursos avanzados como pedagogía de artes marciales, psicología de las artes marciales, psicología del competidor, psicología del maestro. Tienen las credenciales para certificar las dos áreas en que se divide la academia: coreografía y combate.

La sede Pride, ahí mismo en el jardín del museo, funciona de forma independiente para público LGBT+. Es un ambiente seguro para quienes están interesados en integrarse al deporte, pero no saben cómo empezar. Cuando están list@s, conviven con los demás.

La filosofía de la academia se basa en el bushido, técnica de honor y ética que seguían los samuráis, y en la corriente más antigua de Star Wars, cuando los jedi, el lado luminoso de la Fuerza, y los sith, el lado oscuro, vivían en armonía, dice Ulises. “Debes aprender del lado positivo y del oscuro. No debes suprimir las emociones como los jedi, pero tampoco que te dominen”, añade Gabo.

No faltan los haters: los que se burlan, critican o buscan ser hirientes en redes sociales o cuando van pasando en el carro: “¡Qué ñoños!”, “¡eso no es un deporte!”. Pero ellos responden con un: “Ven y vívelo, no juzgues algo que no conoces”. Uno que otro se atreve y se lleva una sorpresa cuando descubre que en el parque hay unas 40 almas con sables haciendo algo real. Después de seis años viviendo de dar clases, las burlas los tiene sin cuidado.

Gabo tiene TDAH, condición complicada para las artes marciales. Practicarlas ayudó a tener enfoque y relacionarse mejor, pero se dio cuenta de que no había entrenamientos para personas con cualquier tipo de neurodivergencia. Adolescentes a quienes costaba un poco socializar en la escuela, tras un periodo en la academia, se adaptaron mucho mejor en la prepa o, después, en la universidad.

Gabo celebra: “Saben convivir, interactúan, platican, identifican personas con sus gustos. Que la gente encuentre una manera de mejorar su calidad de vida, creo que es una de las más grandes satisfacciones que nos da la academia de jedi”.


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Guillermo Rivera
  • Guillermo Rivera
  • Guionista y periodista. Autor de investigaciones y crónicas que se han publicado en diversos medios, como 'Milenio' y Televisa. Reconocido dos veces con el Premio Nacional de Periodismo (2016 y 2023) y nominado al Premio Gabo.
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