Han pasado ocho años de la estela de destrucción que dejó el terremoto del 19 de septiembre de 2017 en Puebla
Un ícono de la devastación del sismo magnitud 7.1 es el edificio de el pastillero, en Izúcar de Matamoros, en la mixteca poblana, conocido, así por fungir como farmacia y que se vino abajo casi por completo.

La casona del siglo XVIII desde la que José Vasconcelos pronunció un discurso durante su campaña presidencial ahora es el refugio de indigentes y drogadictos y es que sus ruinas están abandonas, repletas de basura, árboles y maleza que le crecen por todos lados y grietas que con el tiempo se abren cada vez más.
“Huele mal, de hecho, mucha gente lo ha tomado como ir a tirar animales, de hecho, hace ratito olía bien feo como perro muerto, ahora sí que luego se han venido, la gente lo ha tomado como para venir a hacerse del baño, cuando nosotros vemos echamos cal, más que nada por el olor”, afirma Griselda, una comerciante de ropa que tiene su puesto al pie del edificio.
La desmoronada construcción está sumida en una encrucijada en la que, por un lado, un litigio familiar y la falta de capital de los dueños impiden su reconstrucción y por el otro, los severos lineamientos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que exigen rigurosos métodos de preservación por considerarla patrimonio histórico, relata en entrevista con MILENIO, Raúl Martínez, cronista de Izúcar.
“Tiene un grado de protección, hay una normatividad por parte del INAH, no puede demolerse nada más, así como así… han pedido que lo que se conservó o quedó de la construcción debe conservarse y en el caso de que los particulares decidieran volver a hacer algo tendrían que hacerlo con la normativa que el INAH exige y conservando digamos la fisonomía del edificio”
Otro ejemplo se ubica en la esquina de las calles Hidalgo y Ocampo, ahí desde hace ocho años, unos polines sostienen la deteriorada pared de la terminal de autobuses SUR que en la actualidad opera con normalidad pese al riesgo.
“Después de que pasó el sismo, al principio, como que sí había cercados, ponían alguna separación y todo eso, conforme va pasando el tiempo las cosas se vuelven ordinarias, se vuelven de nuevo ordinarias, se vuelven de nuevo cotidianas aunque técnicamente sí hay un riesgo, la gente ya vuelve a hacer su vida de manera normal y el riesgo conlleva lo mismo, si volviera a haber otro movimiento y todo eso, seguramente son los edificios que ya quedaron sensibles de los movimientos los que podrían tener alguna situación”, relata el cronista de Izúcar.
Aunque a la fecha el programa de reconstrucción ha invertido 800 millones de pesos este únicamente se abocó a iglesias e inmuebles gubernamentales, dejando de lado casonas propiedad de particulares.
“No podría haber dinero público invertido acá porque es de un particular”, puntualiza Raúl Martínez.
Así como estos edificio existen al menos una veintena más en Izúcar de Matamoros, encapsulados en el tiempo entre el embate de la naturaleza y el bullicio de la cotidianidad
“Sí da miedo se vaya a caer y vamos pasando… es triste porque no arreglan”, afirma Flor, una mujer de la tercera edad que día a día transita frente al edificio para ir de su casa al Centro de Izúcar y viceversa.
Voces del recuerdo, sismo en Puebla marcó la memoria de sobrevivientes
Pero el sismo no solo dejó daños en edificios, también quedó grabado en la memoria y el corazón de miles de personas.
Para la señora Sebastiana, originaria del municipio de Tepeojuma, las memorias siguen frescas, a ocho años de lo sucedido aún recuerda que estaba a punto de salir del comedor de la escuela donde trabaja cuando todo empezó a moverse.
“Estaba lavando trastes y empecé a sentir que se movía la tierra 01 12 LIGAR 01 19 todo se movía, caminaba y no paraba lo del terremoto, despacio, pero seguía, entonces tenía yo en la mente que mi casita se había caído”.
En entrevista con MILENIO, relata que tras lograr salir de su trabajo y llegar a su casa, descubrió que sus temores se habían convertido en realidad, su hogar se había derrumbado, aunque por fortuna su familia había sobrevivido, debido a que sus hijos y esposo estaban en el trabajo.
“Se derrumbó todo, todo, era como de bovedilla arriba, abajo las paredes eran de adobe y pues estaba todo destruido… vivimos muchas cosas, o sea pobreza, ver la tristeza de cómo estaba derrumbado todo”
Y es que doña Baty, como le dicen de cariño, tuvo que vivir por unos meses en casa de sus sobrinos, mientras construía su casa desde cero.
“Nos pasamos a vivir ahí pero se vive mal porque está uno ahí y como había otras personas viviendo ahí se nos hacía injusto también estar interrumpiendo a esas personas, nosotros nos quedábamos en un como jacal… con lluvias porque llovía, no estaba muy techado el jacalito, se nos metía el agua, sí sufrimos un poco”
El presidente municipal de Tepeojuma, Gustavo Sánchez, quien repite en el cargo, también recuerda la angustia de esa fatídica tarde.
“Sobrevivimos obviamente con la ayuda y voluntad del creador… era la hora de la salida prácticamente de las escuelas primarias, la una de la tarde, un caos, polvo, gritos, susto por todos lados… ingresamos a buscar al sacerdote que había oficiado misa minutos antes el cual se encontraba en la parte del curato donde se cambian para oficiar misa, con una piedra prácticamente a sus pies que había caído del techo al piso”
Para él, el reto fue doble, no solo por ser autoridad municipal en ese momento, sino porque tras siete años de lo ocurrido, a la llegada de su nuevo mandato, encontró aún edificios públicos y la iglesia daños.
“Tú no te puedes quebrar, tú no te puedes doblar porque eres quien en ti a quien la gente va a buscar para buscar alguna solución a la problemática y necesidad que pudo haber dejado este siniestro… el recurso tampoco alcanzaba, al final del mandato, del primero que tuve la oportunidad de ser presidente municipal, y en este segundo pude llegar a encontrar una iglesia que todavía está en desuso, que todavía no se encuentra totalmente reconstruida, se ha generado un etapa de reconstrucción después el gobierno del estado ya en esta administración nos dio recuso para generar una segunda etapa y con la cual va a quedar funcional”
Aunque hay otros, como el señor Fidel, un viene viene del Centro de Izúcar, que prefieren olvidar por completo
“Ya olvidado todo, lo que pasa se olvida, pa´ que recordarlo… miedo no, no hay que tener miedo para morir para eso nacimos para morir, de una forma o de otra”
De acuerdo con cifras del Gobierno de México, el terremoto del 19 de septiembre de 2017 dejó 369 muertos, 45 de ellos en Puebla, además de cientos de casas dañadas al igual que iglesias e inmuebles gubernamentales.
AAC