Cinco minutos antes de las tres de la tarde del domingo, el rugido de un helicóptero Blackhawk de la Guardia Nacional, cargado con despensas y agua, apareció en el cielo de la comunidad de La Máquina, en el municipio de Francisco Z. Mena, en Puebla.
La población, desesperada, se arremolinó en los alrededores de la cancha de fútbol en la que aterrizó la aeronave.
Llevaban dos días esperando a que llegara la ayuda luego de las intensas lluvias de la noche del jueves y madrugada del viernes que provocó el desbordamiento del río Pantepec. Nadie había llegado hasta ahí.
El agua de la inundación subió entre uno y seis metros de alto. Esa madrugada, con la única lancha que tienen, que les donó el gobierno federal, los pobladores pudieron rescatar a muchas personas de las azoteas de sus casas.
Hubo viviendas de dos pisos que quedaron completamente bajo el agua. Hasta ocho horas tardó en que la inundación descendiera.
El único camino que comunica a ese pueblo con la cabecera municipal o con el pueblo más cercano de Veracruz, con el que colindan, está bloqueado porque un cerro se desgajó y tapó el paso.
La frágil lancha no sirve para cruzar el río y salir a buscar ayuda, pues no tiene motor y no es tan potente como para atravesar las aguas embravecidas del afluente. Podría llevársela la corriente.
En La Máquina viven alrededor de 500 personas. Todas están atrapadas desde entonces.
Por eso, tan pronto se abrieron las puertas del helicóptero, el inspector de la comunidad, Luis Alberto Tolentino, corrió a recibir a los elementos de la Guardia Nacional y del Ejército que llevaban los víveres, como parte del Plan DN-III-E de atención a damnificados.
“Gracias por acordarse de nosotros”, llegó diciendo.

Rápido, organizó a su gente e hicieron dos filas para pasarse mano a mano las cajas que descargaron de la aeronave.
Uno de los hombres, Anastasio Castillo, que ayudaba a acomodar las despensas que iban llegando, platicó: “aquí tenemos una pérdida total que no sabemos ni cómo salir; estamos pasando momentos bien difíciles, mucha gente llora por lo perdido”.
Las calles y las casas de la comunidad están llenas de lodo. La gente no tiene ni dónde acostarse a dormir. Hay miedo, hay tristeza, hay desesperación.

Rescatan a Don Loreto
Una de las mayores preocupaciones de la comunidad era la salud de Loreto Cruz Mejía, de 70 años, que está recién operado de la próstata y tiene una herida abierta en los testículos.
Pero en el pueblo no hay agua, se le acabaron las medicinas y no había manera de hacerle sus curaciones y mantenerlo en buenas condiciones.
Por eso, cuando vieron el helicóptero, sus hijos pidieron ayuda para sacarlo del pueblo y llevarlo a un lugar limpio y seguro para ser atendido.
“Queríamos ver la manera de poder salir para comprar bolsas, porque lo limpiamos con guantes, tiene una herida abierta en la parte de la próstata y salió mal y le tuvieron que hacer otra y le abrieron la parte de los testículos y es la parte que tiene abierta”, contó uno de sus hijos.
Los oficiales de la Guardia Nacional y del Ejército accedieron a llevarlo.
El hombre caminó entre el lodo para llegar al helicóptero. Lo aseguraron a uno de los asientos y en unos cuantos minutos llegó al batallón de infantería instalado en Xicotepec, Puebla. Ahí, una camioneta militar con personal médico ya lo esperaba para llevarlo al IMSS Bienestar para ser atendido.
A este mismo batallón, llegó minutos más tarde una mujer embarazada, que sacaron de la comunidad de Pahuatlán, y antes había llegado una mujer con hipertensión y un adulto de 80 años que también fueron rescatados por las fuerzas armadas.
Este domingo, los helicópteros militares llevaron cientos de despensas y botellas de agua desde su base en Xicotepec a las comunidades de Teteloloya, Tlacuilotepec, Tepetate, Pahuatlán, La Máquina, Tlaxco y Nuevo Carrizal, poblados del estado de Puebla, ubicados en zona montañosa y a los que por vía terrestre no se ha podido llegar, que están sin electricidad y sin señal telefónica, por lo que se encuentran en mayor vulnerabilidad.

Ahí, además de sus casas, perdieron aparatos, vehículos y cosechas de maíz, de frijol, de naranja y de pipián, por lo que también están pasando hambre.
Aunque las despensas y el agua les ayudan, las necesidades son muchas, empezando por ropa limpia para hombres, mujeres y niños, medicinas y toallas sanitarias.
En Tepetate, el juez de paz, la máxima autoridad del pueblo, expresa:
“Tenemos personas que requieren insulina, no tenemos energía eléctrica, no sé si nos puedan echar la mano con una planta para tener un enfriador donde podamos guardar los medicamentos como la insulina”.
La emergencia en Puebla va para largo.