El Papa Francisco era partidario de que las parejas no se fueran a dormir peleadas o enojadas: “La Guerra Fría del día siguiente es peligrosa”, le dijo a un par de fieles. Sin embargo, a veces las discusiones son tan intensas que las paces sólo pueden llegar al día siguiente luego de consultarlo con la almohada.
Cuando una discusión se eleva de tono, surgen posturas defensivas y rechazo a la negociación; lo cual tergiversa el verdadero propósito de una discusión: llegar a acuerdos de manera pacífica.
Por supuesto, dejarla reposar implica enfrentarse no sólo a una conversación inconclusa e incómoda, también a la inevitable tensión de la mañana siguiente. Ante ello, MILENIO conversó con la psicóloga de parejas, Sara Becerra Robles, para saber cómo volver a sentarse con la pareja cuando una discusión se salió de nuestras manos.

En otra entrevista para este medio, la psicóloga mencionó que la primera apuesta de las parejas no debería ser evitar las discusiones, sino procurar que no escalen a niveles dañinos.
Contrario a lo que se pensaría, esas charlas incómodas fortalecen la confianza, el diálogo y los acuerdos de pareja. Aunque para lograrlo es crucial que en dicha conversación se cumplan tres puntos básicos:
- Comunicación amable y respetuosa, tanto verbal como corporal
- Hacerlo en un lugar y momento adecuado
- Hablar desde la perspectiva propia sin responsabilizar a la otra parte. Es decir, cómo me hizo sentir cierta conducta o qué asuntos me resultan inquietantes
“Si yo cumplo con los tres tips de cómo comunicarme, (la discusión) no tendría por qué escalar”.

Sin embargo, la paciencia y la comprensión también fallan. Y quizá esa discusión que pretendía ser benéfica giró hacia un camino donde topó con pared o comienzan a superarse superaron los límites del respeto.
Ahí la clave para salvar el diálogo y hasta la relación será posponer la discusión.
Cuatro puntos para pedir perdón
¿Qué ocurre cuando se sobrepasan los límites del respeto como decir alguna ofensa, referirnos con groserías o actuar a la defensiva?
En esas circunstancias, la única salida, además de dejar un periodo de pausa, es disculparse— o como lo refiere Becerra en sus terapias, “reparar lo que rompimos”—. Bajo esa línea, la psicóloga compartió a MILENIO sus cuatro pasos para un perdón “sentido, en forma y completo”
1. Especificar por qué se pide perdón
Preferentemente, evitar la generalización con frases como “perdón por todo lo que he hecho” o “discúlpame por lo del otro día”.
En lugar de ello, hay que especificar la cuestión que generó la molestia. Por ejemplo, si la impuntualidad de una parte hizo que la otra la esperara por varias horas: “Perdóname por dejarte plantada tanto tiempo, haberte movido todo el día y tenerte esperando”. De esta manera, se validan los sentimientos de la parte afectada.

2. Mostrar arrepentimiento
Demostrar que genuinamente lamentamos haber generado la molestia “nos ayuda a sentirlo empático”. Algunas frases que pueden fortalecer esta perspectiva son “Me siento muy mal por hacerte esto a ti” o “Me siento muy apenada”.
3. Saber y reconocer de qué manera impactó ese actuar
Siguiendo con el caso de la impuntualidad, mediante frases como: “Sé que por dejarte esperando dos horas tuviste que salir antes de tu trabajo”, “Sé que si te dejo plantada, sientes que no me importa la relación” o “Sé que esto te impactó de esta manera”.
4. Compromiso
No basta con mostrar empatía si no hay intención de evitar que esa incomodidad o molestia vuelva a suceder.
Para ello, la psicóloga recomienda— al igual que en el primer punto— especificar de qué manera se cumplirá esa responsabilidad: “Me comprometo a no volver a dejarte plantada dos horas sin avisar previamente, de tal modo que puedas organizar tu día”, ejemplificó.

¿Qué hacer en una discusión fuerte?
La primera señal serán las actitudes defensivas. O sea, si a medio diálogo la persona comienza a evadir su responsabilidad, culpa a otras, se justifica o se cierra emocionalmente. De ser así, la comunicación está cerrada y muy difícilmente podrá volver a abrirse.
“Ahí se sugiere tomarse un tiempo”, recomendó Becerra. “Estamos con la cuestión emocional a flor de piel y si seguimos, se puede convertir en una discusión de horas. Nos puede dar las cinco de la mañana y no vamos a llegar a ningún lado y puede que desgastemos la relación. (...) Para autorregularnos necesitamos pausas”.
Suspender la plática ayudará a retomar la discusión con la mente fría. Y si bien dicha pausa puede extenderse tanto como la pareja lo desee, la psicóloga recomienda no posponerla por días.
“Yo siempre sugiero que no sea más de un día. O sea, de diez minutos a un día (...) Tres días es demasiado tiempo; en tres días vamos a empezar a postergarlo y qué va a pasar con la relación en esos tres días. (...) Si yo pospongo y no termino, mi ansiedad se puede disparar”, explicó.
ASG