Los grandes terremotos hacen ‘respirar’ a la Tierra. Sismógrafos ubicados en diferentes partes del mundo han logrado captar cómo el planeta parece cobrar vida después de una gran sacudida.
Por ejemplo, recientemente investigadores de Sismología Experimental del Instituto de Geociencias de Barcelona detectaron que el terremoto de magnitud 8.8 en Kamchatka, Rusia —considerado ya como uno de los 10 mayores desde que existen registros— dejó al planeta inhalando y exhalando por más de 20 días.
Según los datos obtenidos a través de sismógrafos ubicados en Toledo, España y reportaron para The Conversation, el radio se contrajo y dilató cada 20.5 minutos.
“Respira, pero no porque realmente salga aire, lo que sucede es que [después de los terremotos] se presentan modos de vibración de la Tierra”, explica Miguel Ángel Santoyo García Galiano, investigador titular del Instituto de Geofísica de la UNAM especializado en grandes terremotos.
La Tierra vibra y se deforma
La primera condición para que se genere este fenómeno es que ocurra un sismo relativamente grande: de magnitud mínima de 5.6.
“Entre más grande es el sismo, más energía se va a liberar y por lo tanto esta energía va a ocasionar que la Tierra comience a vibrar”, añade el también doctor en ciencias de la tierra en una entrevista para MILENIO.
No es para menos, algunos movimientos en las entrañas del planeta son capaces de liberar lo equivalente a 20 mil bombas de Hiroshima, como ocurrió con el gran terremoto de magnitud 9.5 en Valdivia, Chile hace 65 años.
Cuando este cúmulo de energía se transforma, libera un efecto en cadena debajo de la corteza terrestre: la Tierra experimenta algo similar a lo que pasa con una campana al repicar y las ondas liberadas la mantienen vibrando.
“Los modos de vibración pueden ser de varios tipos y uno de ellos se conoce como esferoidal, el modo 0S0, que es cuando la Tierra se contrae y se expande debido a la grandísima energía liberada”, agrega el especialista.
Además de dar como resultado la aparente ‘respiración’ del planeta, se despliegan a la vez otra variedad de vibraciones.
“Otro tipo de modos se conocen como toroidales y se caracterizan por ocasionar movimiento sin que el radio del planeta cambie. Es como cuando uno parte un aguacate: cuando lo cortas a lo largo y quieres abrirlo, normalmente lo que haces es que lo giras”, ese pequeño movimiento es equivalente a lo que sucede con el planeta tras experimentar un movimiento telúrico intenso.

Los sismos de México que hicieron ‘respirar’ a la Tierra
Como mencionó el experto, cualquier sismo de magnitud seis o superior es capaz de poner a vibrar al planeta. Este es el caso de los sismos históricos que México experimentó en los septiembres de 1985 y 2017.
“En septiembre de 2017 hubo dos temblores importantes: uno fue el 7 y el otro el 19. El primero, con epicentro en el Golfo de Tehuantepec, y el segundo se originó en Puebla”
“El de Tehuantepec fue de magnitud 8.2 y es el sismo más grande registrado en México en la historia instrumental de México. Efectivamente, ese sismo, así como también probablemente el sismo del 19 de septiembre, pusieron a vibrar la Tierra”, comenta.
Todavía no se cuenta con información sobre cómo era la ‘respiración’ del planeta en aquel periodo. Según explica el geofísico, ni él ni sus colegas han podido abarcar el estudio completo de este tipo de movimiento debido a la abrumadora cantidad de sismos registrados en el país.
Tan solo en 2024, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) de la UNAM reportó más de 33 mil eventos. Con tal cantidad de datos, resulta difícil analizarlos desde todos los ángulos posibles, no obstante, el experto en grandes terremotos no descarta la posibilidad de que próximamente haya mayores datos al respecto.

¿Las vibraciones afectan?
Respecto a si estos movimientos deforman la corteza terrestre la respuesta corta es sí, lo hacen, de hecho, en los diagramas que los geofísicos han diseñado para entender mejor los secretos subterráneos del planeta se puede apreciar algo parecido a elevaciones y valles ocasionados por las vibraciones.
No obstante, el Dr. Miguel adelanta: no hay de qué preocuparse, se trata de modificaciones pasajeras ya que, en cuanto las ondas terminan de circular alrededor de la Tierra, esta recupera su forma inicial.
“Por ejemplo, en el caso del sismo de Kamchatka, después de 20 días dejó de deformarse. Una vez que terminan, los materiales de la Tierra vuelven a su estado normal”.
En realidad, lo que atrae a los sismólogos del estudio de estas ondas parece estar aún oculto a las mediciones, pero podría ser crucial para la prevención de desastres en el futuro.
“En el Instituto de Geofísica de la UNAM estamos investigando para saber si este tipo de vibraciones pueden disparar otros temblores o no”, adelantó.
Hay evidencia de que los microsismos podrían estar relacionados con la propagación de ondas de baja frecuencia generadas por sismos muy grandes, no obstante, las investigaciones al respecto apenas comienzan.
En tanto, su estudio es básico para comprender lo que sucede debajo de nuestros pies. Las ondas sísmicas que van dando vueltas al planeta cambian sus propiedades al pasar por puntos recónditos a los que el ojo humano no tiene acceso. Gracias al análisis de las mismas, los especialistas pueden deducir cómo son las capas internas del planeta e incluso de lo que se componen.

Más allá de saciar la curiosidad científica, el averiguarlo da un panorama más claro sobre los posibles peligros sísmicos en determinado territorio, así como las posibles magnitudes que podrían llegar a alcanzar un gran terremoto dependiendo de las cualidades del terreno.
“¿Y eso para qué nos puede servir? El saber de qué tamaño va a ser el movimiento del terreno nos va a ayudar para diseñar construcciones que resistan mejor. También nos puede servir para saber qué zonas pueden tener mayores amplificaciones”, enfatiza.
La ‘respiración’ de la Tierra vista desde los sismógrafos se va apagando en un tiempo relativamente corto: las ondas van haciéndose cada vez más pequeñas conforme van siendo absorbidas por los materiales subterráneos en cuestión de días.
Sin embargo, en la superficie, los efectos de los grandes sismos pueden durar mucho tiempo: la reconstrucción de ciudades enteras incluso llega a significar años para un país (como ocurrió con los terremotos de septiembre en México), por lo que entender un movimiento relativamente efímero para el tiempo del planeta, resulta clave en la prevención de desastres.
LHM