Bajo la luz del quirófano del Zoológico de Guadalajara, el oncólogo Óscar Armando Melhado contempló el rostro dormido de su paciente más inusual: Dinka, una leona de 11 años cuyo destino dependía de sus manos.
Mientras los monitores registraban el latido de un corazón salvaje, este cirujano salvadoreño con corazón tapatío comprendió que se encontraba frente a una encrucijada profesional y espiritual que cambiaría para siempre su perspectiva sobre la medicina, la vida y la conexión entre especies.
Lo que comenzó como una petición extraordinaria —operar un tumor cancerígeno en una leona— se transformó en una epifanía que resonaría en lo más profundo de su ser, recordándole que el cáncer, en cualquier cuerpo, representa la misma batalla fundamental por la vida, y que salvar una existencia, ya sea humana o animal, es un acto de profunda conexión.
Óscar Armando Melhado, un oncólogo cirujano convencional, le salvó la vida a Dinka, la leona del Zoológico de Guadalajara.
Fue un hecho inédito en la vida profesional del oncólogo salvadoreño. La intervención llegó gracias a la coordinación con Nadya Herrán, veterinaria anestesióloga encargada de felinos, y David Espinosa, responsable del hospital veterinario del zoológico.
Melhado explicó que, aunque su experiencia es con pacientes humanos, aceptó colaborar porque “el éxito en el tratamiento del cáncer, sea humano o animal, depende del trabajo en equipo”.
Dinka, felina de 11 años, totalmente tapatía, fue diagnosticada con un tumor cancerígeno de células escamosas localizado entre la oreja y la base del cráneo.
“Era un caso complicado porque era un tumor grande en una localización compleja. Entonces, ¿qué hacemos? Unimos fuerzas, unimos conocimientos entre la parte veterinaria y la parte oncológica.
"Lastimosamente no hay veterinario oncológico. Entonces, unimos el conocimiento tanto de ellos como de nosotros y planeamos la cirugía. Lo complejo de la cirugía creo que es la localización; es un tumor de aproximadamente cuatro centímetros que estaba entre la oreja y la base del cráneo. El sangrado creo que es lo que más nos preocupaba y la adherencia del tumor, tanto a la oreja como al hueso”, precisó Melhado.
Cambio de quirófano para colaborar con la naturaleza
Óscar Armando Melhado ha pasado por hospitales de México y Estados Unidos.
Se formó en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, en la Ciudad de México, y continuó su preparación en el MD Anderson Cancer Center, en Houston, y el Jackson Memorial Hospital, en Miami.
Trece años de estudios y más de una década de cirugías lo han hecho un experto en el tratamiento del cáncer, pero nada lo había preparado para esa imponente e inolvidable intervención.
A diferencia de los pacientes humanos, la leona no podía ser revisada físicamente antes de la cirugía. “Tuvimos que apoyarnos en videos, tomografías y observaciones del equipo veterinario.
"La paciente no era precisamente colaboradora; tenía un carácter fuerte y, curiosamente, el león con el que compartía espacio no permitió que me acercara a ella. Fue una escena que me marcó. Ver cómo se protegían entre ellos, incluso en un contexto médico, me recordó lo instintivo del cuidado y la lealtad”, relata.
El día de la cirugía, el quirófano del zoológico se convirtió en un escenario tan inusual como impresionante.
“Ver el tamaño del tomógrafo, la mesa quirúrgica adaptada para animales… Tiene instalaciones de primer nivel, equipo de monitoreo avanzado. En verdad es un hospital completo para animales. Escuchar a los monitores mientras un corazón de leona latía… fue algo indescriptible”, recuerda el médico.
Al momento en que la anestesia comenzó a hacer efecto en Dinka, fue algo que Melhado recuerda detalladamente y con gran impresión.
“Nunca olvidaré ese momento”, dice. “Verla dormirse, tan imponente, tan frágil a la vez. Es una mezcla de respeto y responsabilidad inmensa. Ella no puede quejarse, no puede decir si algo duele, y por eso dependes totalmente de tu instinto médico y de la comunicación con el equipo veterinario”.
La cirugía duró poco más de hora y media.
“El sangrado fue mínimo. Tuvimos mucha suerte, pero también mucha preparación. Aplicamos los principios oncológicos para retirar el tumor con bordes libres y sin afectar estructuras vitales. Cada movimiento era calculado, y cada paso se consultaba con la doctora Herrán, que me iba guiando sobre la fisiología del animal. Fue una danza entre ciencia y empatía”, detalló.
Vigilan recuperación de manera muy diferente
Tras la operación, la leona fue llevada a un área especial de recuperación, aislada de los otros felinos, para evitar conflictos.
“No podemos revisarla físicamente como a un humano, pero el equipo veterinario la observa a diario y me envía videos del proceso de cicatrización. Está estable, sin sangrado, y los signos vitales se han mantenido normales. Hasta ahora, todo marcha bien”.
Días después, el reporte de patología confirmó el diagnóstico: carcinoma de células escamosas, un tipo de cáncer que también afecta a los humanos. La coincidencia biológica, dice Melhado, lo hizo reflexionar.
“El cáncer, sea en un hombre, una mujer o una leona, tiene la misma raíz: un error en el ADN, una célula que se multiplica sin control. Es la misma batalla, solo que en un cuerpo distinto”.
¿Qué cambió en el doctor Melhado?
“Cuando vi su rostro dormido en la mesa, entendí lo pequeños que somos ante la vida. Operar a una leona no es un acto de ego o de fama, es una forma de devolverle algo al mundo natural que tantas veces olvidamos cuidar. Fue una cirugía técnica, sí, pero también profundamente espiritual”. El doctor confiesa que esa jornada le cambió la perspectiva sobre su trabajo. “A veces, en la medicina humana, la rutina te hace olvidar el asombro. Esta experiencia me lo devolvió. Me recordó por qué elegí esta profesión: para salvar vidas, sin importar si caminan erguidas o sobre cuatro patas”.
Melhado también aprovechó para reconocer la labor del Zoológico Guadalajara, al que considera un ejemplo de bienestar animal.
“Los animales están bien alimentados, vigilados y atendidos con un profesionalismo admirable. Hay mucha polémica sobre los zoológicos, pero aquí los tratan con respeto y cariño. Es un orgullo tapatío que pocos valoran”.
Aunque suele mantener una relación estrictamente profesional con sus pacientes, admite que esta experiencia lo tocó emocionalmente.
“Mis hijos me decían: ‘Papá, ¿de verdad operaste una leona?’ Querían estar ahí, pero no pudieron. Cuando les conté, me abrazaron y me dijeron que estaban orgullosos. Les respondí que fue la cirugía más hermosa de mi vida”.
Hoy, días después de la operación, la leona sigue recuperándose. El doctor Melhado continúa visitándola junto al equipo veterinario, en un gesto que trasciende la medicina.
“Un cirujano tiene el deber de cuidar a su paciente, humano o animal. Es un compromiso con la vida”.
De El Salvador a Guadalajara: una vida dedicada a sanar
Melhado nació en El Salvador y, a los 19 años, decidió mudarse a México para estudiar medicina.
“Guadalajara tiene un sistema muy fuerte de promoción académica. Vine con la ilusión de formarme aquí y terminé enamorándome no solo de la ciudad, sino también de la persona que hoy es mi esposa”, recuerda con una sonrisa.
“Nos fuimos a Houston hace 25 años. Yo ya estaba listo para quedarme allá, el sponsor me apoyaba, tenía todo encaminado… pero mi esposa, que es de Guadalajara, me dijo con una dulzura que no pude resistir: ‘Oye, pero vivir en Guadalajara, ¿eh?’ Y fue suficiente. Regresamos y aquí echamos raíces”, cuenta entre risas.
Melhado no solo trajo consigo conocimiento, sino también una familia que comparte su amor por los animales y la naturaleza. “Tengo dos hijas. Una estudió en Houston e hizo investigación en cáncer hematológico; la otra es abogada. En los veranos la he mandado de voluntaria al zoológico para que aprenda a cuidar, aunque sea recogiendo hojas o limpiando. Le dije: ‘Si vas a hacer algo en la vida, hazlo con propósito’”.
“Tal vez nunca vuelva a vivir algo igual”, dice el oncólogo. “Pero si el zoológico me necesita, volveré con gusto. Porque ese día, cuando el rugido de la leona retumbó antes de dormir, sentí que me daba las gracias. Y eso, para mí, vale más que cualquier reconocimiento”.
OV