Ciencia y Salud

Sin dinero y sin seguro social: cómo vivir en la informalidad se paga con la salud

Sergio, como millones de personas en México, trabajó toda su vida en la informalidad. A los 64 años le diagnosticaron cáncer. Más allá del tumor, el dinero se convirtió en el verdadero obstáculo para recuperar su salud.

Sergio García, mejor conocido como ‘Don Checo’ vende zapatos desde que tiene memoria. El pequeño local, que comenzó como una huarachería ubicada dentro de un mercado en Aguascalientes, le permitió a él y a su esposa criar a sus tres hijos.

Nunca les faltó, pero tampoco les sobró. Ahora, con 64 años de edad cobrándole a su cuerpo, los frutos del trabajo de toda su vida se quedan cortos para pagar sus tratamientos médicos . Desde que tomó en sus manos el negocio de su padre, el hombre se mantuvo en la informalidad, como 33.08 millones de mexicanos que hasta febrero de este año se encontraban en esta situación, según reportes del INEGI.  

Sin seguro médico y sin ahorros, sortear intervenciones quirúrgicas en la columna, una prótesis para su rodilla y una operación para atender cáncer de próstata se convirtió en una labor de suma y resta. Checo y su familia tuvieron que afrontar que no contaban con el dinero, por lo que optaron por recurrir a rifas y hasta una página de colectas solidarias.

Cuando la enfermedad te toma por sorpresa

“La pandemia me quitó todo”, recuerda el hombre luego de comenzar a narrar cómo su salud, junto con su negocio, se fueron en declive.

En 2020, durante la emergencia sanitaria por Covid-19, Don Checo comenzó con problemas en la columna. El deterioro paulatino le impidió caminar, por lo que requirió intervención quirúrgica.

Posteriormente comenzó a hacerse evidente el desgaste en una de sus rodillas. Los médicos le informaron que requería de una prótesis. Quince días después de recibir la noticia, notó un dolor en el túnel carpiano.

Para ese entonces, sus problemas de columna —que seguían persistiendo— ya demandaban una nueva operación para poder fijar soportes y alinear la médula. Como cualquier otra intervención quirúrgica, los médicos le solicitaron análisis de sangre, radiografía y demás. Fue así como, casi por accidente, encontraron un tumor maligno.

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“Se detectó, no tan tarde, que tenía cáncer de próstata. Entonces ahí empezó todo. No veía yo como pudiera atenderme eso, porque no soy derechohabiente ni del Seguro Social ni del ISSSTE, ni de nada”, detalla el hombre que hasta ese momento no había experimentado ningún síntoma que levantara la sospecha de cáncer.

Angélica García tiene 40 años, es la hija mayor de Don Checo. Junto con muchos de sus amigos, considera que ya llegó a esa etapa de la vida en la que los padres cambian de papeles con sus hijos, no porque ellos no puedan cuidar de sí mismos, sino por el deterioro de salud inevitable que llega con el tiempo.

Más que un reproche, ella tiene una observación: así como su papá, muchas personas evitan invertir en un seguro médico privado y no cuentan con ningún otro respaldo cuando llegan las enfermedades.

“Y lo entiendo, muchos trabajan de lunes a domingo, no tienen días de descanso, no tienen tan fácil vacaciones, nosotros no las teníamos. Entonces al trabajar en este ritmo y el autoempleo, al estar en tantas cosas a la vez, pienso que se les olvida inscribirse al seguro social o ponerse en un buen seguro de gastos mayores”, reflexiona.

Puede que ella, así como sus amigos, tengan razón. Para 2024, 37% de la población de entre 18 y 30 años no contaba con ninguna cuenta de ahorro formal, mientras que sólo el 22.9% había contratado algún tipo de seguro (ya sea de vida, gastos médicos, contra accidentes, etc.), como señala la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del INEGI.

Además, hasta el año pasado, el IMSS- Bienestar, (la opción que brinda atención médica a personas que no cuentan con seguridad social) contaba con apenas 9.5 millones de afiliados. Si se compara con el número de personas que trabajan en informalidad hasta febrero de 2024, significaría que apenas el 28% de ellos contaría con un respaldo en caso de enfermarse.

“Cuando tus papás no son empleados es muy complicado. El gobierno no te lo pone nada fácil. Y del otro lado, si no contratas un seguro médico desde joven, sale carísimo asegurarte los 60 y tantos”, añade Angélica.
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Rifas y colectas: una opción a la que recurren más personas en México

Los hijos de Checo buscaron todos los medios posibles para ayudar a su papá: asesorías con médicos cercanos, estudios, comparativas de precios en los laboratorios. Nunca pensaron que sería tan difícil confirmar el diagnóstico, aunado a ello estaba el otro problema: el dinero.

Luego de buscar opciones, concluyeron que requerirían cerca de 70 mil pesos para cubrir los gastos de la operación necesaria para extirpar el cáncer, por lo que decidieron comenzar una rifa y una colecta.

“De pronto te preguntas, ¿qué hacemos? ¿de dónde? En el caso del cáncer, el tiempo es primordial (...) Teníamos que accionar rápido. Aunque no es cómodo estar pidiendo a la gente, no es algo que puedas estar haciendo, además hay más gente que necesita ayuda”, comenta Angélica, quien se encargó de organizar todo por internet.

Así como Don Checo, adultos mayores, madres e hijos, han encontrado en las colectas solidarias una vía para atender problemas graves de salud que demanda una respuesta rápida. En menos de una semana, conocidos y desconocidos aportaron el dinero necesario para la operación: un total de 68 mil 087 pesos.

Sergio, como millones de personas en México, trabajó en la informalidad. A los 64 años le diagnosticaron cáncer y no tenía cómo solventar su cirugía.
Los tumores malignos son la tercera causa de muerte en hombres en México. El cáncer de próstata es de los más comunes en edades avanzadas | Cuartoscuro

“De alguna manera, me regresaron la vida. El pronóstico en la escala de Gleason [sistema que determina el grado de agresividad del cáncer] yo estaba en el 8, entonces, ya estaba pasado del intermedio. Tenía el 80% de la próstata invadida más una glándula seminal. Por fortuna, estaba encapsulado todo”, explica Sergio.

La primera biopsia después de la cirugía arrojó buenos resultados. Ahora, están en espera del estudio de antígenos, una prueba de sangre que mide una proteína producida por la próstata. Toda la familia confía en que los resultados sean favorables, para que Don Checo pueda recuperar su vida antes del cáncer.

En caso de requerir quimio o radioterapia, han acordado que lo harán a través del Centenario Hospital Miguel Hidalgo en Aguascalientes, en donde se ofrece atención sin necesidad de estar afiliado al seguro social.

Mientras tanto, el único nieto de Sergio, un niño de 7 años, está ilusionado. Le dijeron que quizá pronto vaya a visitarlo. “Lo usamos para presionarlo. Para que le eche ganas”, bromea Angélica.

“Quiere a su ‘tito’ todavía un rato más y está muy al pendiente”, sonríe Don Checo. Aún le hace falta una cirugía, está vez, para aliviar el dolor de su columna.

LHM​



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Lizeth Hernández
  • Lizeth Hernández
  • Más que contar, me gusta escuchar historias. Egresada de la FCPyS, UNAM, escribo para interpretar a una ciudad que se devora a sí misma. Actualmente cubro temas de ciencia, salud y en ocasiones, relatos del pasado.
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