En preescolar y primaria el contar con un espacio seguro en el que los niños aprendan a reconocer y expresar sus emociones, es importante para un buen manejo de aquellos sentimientos que no los hacen sentir bien.
A decir de Zaira Patricia Ibarra Vázquez, psicóloga especializada en el Centro de Integración Juvenil Torreón, los docentes deben estar capacitados para identificar actitudes de los pequeños que pueden ser un reflejo de lo que viven en su día a día.

“Hay que destacar que la capacitación de los maestros en temas básicos de emociones es necesaria, ya que de esta forma pueden observar signos o señales que muestran el estado emocional de los niños, pues en la primera etapa no siempre lo identifican y logran expresarlo con propias palabras”.
Refiere que además sería ideal contar con un ambiente adecuado en el que los chicos hablen de lo que sienten, expresen con palabras si están felices, enojados, tristes o ansiosos.
“Un niño que tiene miedo no siempre puede manifestarlo, mostrará conductas como aislarse, no querer asistir a clases, problemas de aprendizaje, conflictos con compañeros o maestros, lo cual indica que algo que le está afectando”.

Autorregulación
Ibarra Vázquez afirma que la autorregulación emocional debe estar presente en los maestros, para que a su vez, enseñen a los niños a manifestarse. “Hemos visto que el tener un grupo grande puede llegar a ser complejo, no solo en la parte del aprendizaje, sino también lo que tiene que ver con la salud mental del profesor, y para ello es indispensable que él se sienta bien, porque así sabrá cómo resolver conflictos de quienes son sus alumnos”.
Zaira expresa que entre más pequeños son los estudiantes, mayores son sus necesidades, es por ello, que el educador debe tener estrategias para enfocarse en lo que debe enseñar y atender las necesidades de los chicos. “Los docentes conocen a su grupo y saben en qué caso deben de poner mayor atención, por lo que el autocuidado es relevante, así como el incorporar habilidades emocionales para enfrentarse a la labor diaria en la enseñanza infantil, y sobre todo para lograr mejores intervenciones cuando se está frente a un grupo”.
La especialista sostiene que la educación emocional no sólo enriquece a los estudiantes, sino que también a los maestros, ya que les permite tener un crecimiento personal y profesional.
“Validar las emociones, ayudar a identificarlas y mostrar cómo expresarlas favorece el desarrollo integral de los niños, potencializa la autoestima y desarrolla la capacidad de relacionarse, por lo que la formación de los catedráticos en esta área debe considerarse como parte de la profesionalización”, concluyó.