Tecnología

De México a Irlanda, crece la oposición al frenesí mundial por la IA

A medida que aumentan los centros de datos, los emplazamientos han contribuido o exacerbado las alteraciones no solo en México, sino en más de una decena de otros países.

Estados Unidos ha sido el epicentro del auge de los centros de datos, a medida que OpenAI, Amazon, Google, Microsoft y otros invierten cientos de miles de millones en la construcción de gigantescas instalaciones informáticas en nombre del avance de la Inteligencia Artificial (IA). Pero las empresas también han exportado el frenesí constructor al extranjero, con menos escrutinio.

Casi 60% de los mil 244 grandes centros de datos del mundo estaban fuera de Estados Unidos a finales de junio, según un análisis de Synergy Research Group, que estudia el sector. Hay más en camino, con al menos 575 proyectos de centros de datos en desarrollo en todo el mundo de empresas como Tencent, Meta y Alibaba.

Globalización de la IA

A medida que aumentan los centros de datos, los emplazamientos —que necesitan grandes cantidades de energía para la computación y agua para enfriar las computadoras— han contribuido o exacerbado las alteraciones no solo en México, sino en más de una decena de otros países, según un examen del New York Times.

  • En Irlanda, los centros de datos consumen más del 20% de la electricidad del país. 
  • En Chile, los preciosos acuíferos corren peligro de agotarse. 
  • En Sudáfrica, donde los apagones son habituales desde hace tiempo, los centros de datos ponen a prueba aún más la red nacional.
  • Preocupaciones similares han surgido en Brasil, Reino Unido, India, Malasia, Países Bajos, Singapur y España.
Entre sus herramientas destaca la utilización de la herramienta de huellas digitales de YouTube (Content ID) para identificar contenidos no autorizados
Efectos del uso global de la Inteligencia Artificial Foto: Especial

​Los problemas se han visto agravados por la falta de transparencia. Google, Amazon, Microsoft y otras empresas tecnológicas suelen trabajar a través de filiales y proveedores de servicios para construir centros de datos, con lo cual enmascaran su presencia y revelan poco sobre los recursos que consumen las instalaciones.

Muchos gobiernos también están ansiosos por afianzarse en el campo de la IA. Han proporcionado terrenos baratos, exenciones fiscales y acceso a los recursos, y están adoptando un enfoque de no intervención en materia de regulación y transparencia.

Las empresas tecnológicas, que se apresuran a construir centros de datos para impulsar nuevos modelos de IA y crear una “superinteligencia”, o esta herramienta con una potencia superior a la del cerebro humano, dijeron que el auge traía consigo puestos de trabajo e inversiones. 

Añadieron que estaban trabajando para reducir su huella medioambiental, generando su propia energía y reciclando el agua.

Microsoft dijo que no tenía información de que su complejo de centros de datos en el centro de México hubiera afectado al suministro de energía y agua. 

La electricidad es inestable allí y que utilizaba una cantidad mínima de agua y tenía una carga eléctrica de hasta 12.6 megavatios, que si se utilizaran durante todo el año equivaldrían a lo que podría alimentar aproximadamente 50 mil hogares en México.

“Hemos investigado a fondo y no hemos encontrado indicios de que nuestros centros de datos hayan contribuido a los apagones o a la escasez de agua en la región —aseguró Bowen Wallace, vicepresidente corporativo de Microsoft para centros de datos en América—. Siempre daremos prioridad a las necesidades básicas de la comunidad”.

La infraestructura de la red eléctrica ha sido problemática en el centro de México y ha provocado apagones, dijo Alejandro Sterling, director de desarrollo industrial de la región. “Nuestra capacidad se ha visto desbordada”, dijo.

Vincular directamente cualquier centro de datos a la escasez local de energía y agua es difícil. Sin embargo, según los expertos, la construcción en zonas con redes inestables y escasez de agua ha presionado unos sistemas ya frágiles, aumentando la posibilidad de efectos en cascada.

¿Quiénes se oponen a la IA?

En un país tras otro, activistas, residentes y organizaciones medioambientales se han unido para oponerse a los centros de datos. Algunos han intentado bloquear los proyectos, mientras que otros han presionado para que haya más supervisión y transparencia.

En Irlanda, las autoridades han limitado los nuevos centros de datos en el área de Dublín debido al “riesgo significativo” para el suministro eléctrico. Tras las protestas de los activistas en Chile, Google retiró sus planes de construir un centro que podría haber agotado las reservas de agua. 

En los Países Bajos se paralizó la construcción de algunos centros de datos por motivos medioambientales.

“En los centros de datos confluyen cuestiones medioambientales y sociales —afirmó Rosi Leonard, ecologista de Amigos de la Tierra Irlanda—. Existe una narrativa de que los centros de datos son necesarios y nos harán ricos y prósperos, pero se trata de una crisis real”.

Hay pocos signos de desaceleración. Se espera que las empresas gasten 375 mil millones de dólares, en centros de datos en todo el mundo, este año; y 500 mil millones de dólares en 2026, según el banco de inversiones UBS.

En México, los residentes dijeron que el desarrollo de los centros de datos debería ir acompañado de una mayor inversión en sus comunidades. En el pueblo de La Esperanza, cerca del emplazamiento de Microsoft, hubo un brote de hepatitis este verano. Los cortes de agua impidieron a los residentes lavarse las manos o mantener una higiene básica. La enfermedad se propagó rápidamente y enfermaron unas 50 personas, dijo Bárcenas.

“Yo le echo un poco la culpa a los gobiernos estatales por no negociar apoyos para la comunidad—compartió—. Microsoft, cuando lo anunciaron, son millones de dólares que están invirtiendo. Y de ese dinero no nos tocó nada al municipio, a la gente”.

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Activistas comienzan a protestar ante el uso de agua para operar la IA| Gemini IA

Un movimiento ecologista

Los caballos deambulan por las 60 hectáreas de campos abiertos de la ciudad de Ennis, al oeste de Irlanda, que un promotor de bienes raíces empezó a intentar convertir en un centro de datos de cuatro mil millones de euros para una empresa tecnológica anónima hace cinco años. 

Los grupos ecologistas y la población local han presentado objeciones legales y recursos para bloquear el proyecto.

No hace mucho, un plan así probablemente habría salido adelante. Durante dos décadas, Irlanda extendió la alfombra roja a la tecnología. Apple, Google, Microsoft y TikTok hicieron del país su base europea, y unos 120 centros de datos se agrupan en torno a Dublín y salpican el campo más allá. Se espera que el país destine un tercio de la electricidad a centros de datos en los próximos años, frente a 5% en 2015.

Pero el ánimo acogedor de Irlanda se ha agriado. El país se ha convertido en uno de los ejemplos más claros de la reacción transnacional contra los centros de datos.

Esa oposición cobró impulso en 2021, cuando un grupo socialista ecologista, People Before Profit, protestó en una conferencia sobre centros de datos celebrada en Dublín. Más o menos al mismo tiempo, los residentes del condado de Clare, donde se encuentra Ennis, se opusieron a la instalación propuesta, que se construiría en tierras de cultivo.

Desde entonces, ha crecido un movimiento de protesta. Los residentes locales, incluida la autora de best-sellers Sally Rooney, han expresado su preocupación. El año pasado, Darragh Adelaide, activista de People Before Profit, fue elegido miembro del Consejo del Condado de Dublín sur, que posteriormente rechazó una solicitud de centro de datos de Google.

En enero, las tormentas provocaron cortes de electricidad en todo el oeste de Irlanda, lo que avivó los debates sobre si la red estaba en un punto crítico.

“Hay una razón por la que la red está bajo presión, y es por el número desproporcionado de centros de datos”, dijo Sinéad Sheehan, activista que organizó una petición contra el proyecto de Ennis que firmaron más de mil personas.

La experiencia de Irlanda es una advertencia. Según la Agencia Internacional de la Energía, se prevé que en 2035 los centros de datos de todo el mundo consuman tanta electricidad como India, el país más poblado del mundo. Un solo centro de datos puede utilizar también alrededor de dos millones de litros de agua al día, casi tanto como una piscina olímpica.

Los grupos ecologistas de todo el mundo están compartiendo información, tácticas y recursos para oponerse.

En España, Aurora Gómez Delgado, una ecologista que protestó contra una instalación de Meta cerca de Madrid en 2023, se quedó atónita cuando le llovieron mensajes de apoyo desde el extranjero. Hoy, coordina con decenas de grupos de todo el mundo. Su grupo, Tu Nube Seca Mi Río, ayudó a inspirar la creación de otro grupo en Francia.

“No hay ningún lugar que no tenga un centro de datos —confirmó Gómez Delgado—. Estamos coordinados. Hablamos entre nosotros todo el tiempo”.

Ella y sus colegas dijeron que se daban cuenta de que sería una lucha ardua. En Irlanda, incluso con las limitaciones impuestas a los centros de datos cerca de Dublín, las autoridades están intentando agilizar las autorizaciones de otros emplazamientos en zonas rurales como los condados de Clare y Mayo. Muchos miembros de la comunidad empresarial apoyan un mayor desarrollo.

Los ecologistas irlandeses han perdido en los tribunales apelaciones contra la construcción de centros de datos, pero esperan que sus acciones disuadan a las empresas. El 30 de septiembre, unas 50 personas protestaron ante el Parlamento de Dublín contra la construcción de más centros de datos.

Aún debe resolverse una última apelación contra el centro de datos de Ennis. Aunque se dé luz verde al proyecto, su futuro está en entredicho. Amazon reveló recientemente que estaba detrás del proyecto y que se había retirado, lo que significa que el promotor local tendrá que encontrar otra empresa tecnológica con la que asociarse.

“Nos comprometemos a ser buenos vecinos, por lo que dedicamos mucho tiempo a escuchar y comprender las necesidades y prioridades de la comunidad”, dijo la empresa en un comunicado.

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Los grupos ecologistas de todo el mundo están compartiendo información, tácticas y recursos para oponerse.

Políticas de acogida

En una reluciente torre de oficinas envuelta en paneles solares y una pantalla LED tridimensional en la ciudad de Querétaro, en el centro de México, un funcionario que encabeza la transformación del país en un centro de centros de datos dijo que las interrupciones del suministro eléctrico y de agua eran el precio del progreso.

“Son problemas felices —explicó Sterling, director de desarrollo industrial de Querétaro, donde se encuentran muchos de los 110 centros de datos de México—. No para la gente que los sufre, sino para el desarrollo del lugar”.

Se trata de un estribillo del que se hacen eco, aunque a menudo de forma menos directa, las autoridades de otros lugares cuando cortejan a las empresas tecnológicas. Brasil está creando nuevas exenciones fiscales. Malasia creó una zona industrial para atraer a empresas chinas y de Silicon Valley.

Los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita llevaron a cabo una campaña diplomática para conseguir el apoyo del presidente Donald Trump para comprar los preciados chips de IA que necesitan las empresas. La Unión Europea ha prometido gastar miles de millones en nuevos centros de datos regionales.

Darragh O’Brien, ministro irlandés de Clima, Energía y Medio Ambiente, dijo que la construcción estaba emigrando a los países con las políticas más acogedoras.

“Una parte muy importante de nuestra estrategia industrial es estar a la vanguardia de las nuevas tecnologías y los datos”, expresó.

El apoyo gubernamental en todo el mundo ha ayudado a las empresas tecnológicas a construir con poca responsabilidad, explicó Ana Valdivia, profesora de la Universidad de Oxford que estudia el desarrollo de los centros de datos. Se diseñaron pocas normativas medioambientales para los centros de datos, y las empresas suelen exigir cierto grado de secretismo a los gobiernos.

En México, Sterling describió un ambicioso plan de crecimiento que cuadruplicaría el consumo total de electricidad de los centros de datos hasta llegar a 1.5 gigavatios en los próximos cinco años, aproximadamente la cantidad utilizada por 1.25 millones de hogares estadunidenses.

Según dijo, para conseguir los tratos, se necesitaron acuerdos de confidencialidad con las empresas tecnológicas, y se le exigió que no revelara información a las comunidades y a la empresa eléctrica mexicana. “Firmé ese acuerdo de confidencialidad como un servicio público”, aseguró.

Los operadores de proyectos suelen camuflarse a través de filiales o contratistas externos. En México, al menos un centro de datos de Microsoft es propiedad y está gestionado por Ascenty, una empresa latinoamericana de centros de datos. En Irlanda, el que habría sido centro de datos de Amazon fue desarrollado por una empresa llamada Art Data Centres.

Representantes de la empresa y funcionarios del gobierno dijeron que la tecnología nueva, incluidos sistemas de refrigeración que reciclan el agua, estaba ayudando a resolver la escasez de recursos.

Los centros de datos “utilizan mucha agua, no la desperdician”, dijo Sterling.

Teresa Roldán, activista de México, dijo que se mostraba escéptica ante una nueva propuesta en Querétaro para reciclar las aguas residuales como agua potable pública. El gobierno ha dicho que el plan serviría a los ciudadanos y a la industria, pero las empresas de centros de datos ya tienen acceso directo a las aguas subterráneas. Los residentes acabarían recibiendo agua residual filtrado.

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Hay un complejo de Microsoft en el centro de México | Especial

Centros de electricidad en México

El complejo del centro de datos de Microsoft, en el centro de México, se eleva más de 240 metros sobre una colina en las altas llanuras de mezquite al norte de Ciudad de México.

Es un terreno privilegiado. Los lugareños, incluidos los grupos indígenas, llevaban mucho tiempo haciendo pastar sus animales en un manantial natural. Hoy, el espacio está vallado. Las imágenes tomadas con dron muestran un nuevo embalse en su interior, rodeado de tierra fresca.

Los centros de datos llegaron a Querétaro hace unos cinco años, atraídos por la proximidad a Estados Unidos, la relativa seguridad frente a la violencia del narcotráfico y un gobierno local deseoso de dar la bienvenida a las multinacionales.

Microsoft llegó primero, seguida de Amazon y Google. Pronto los polígonos industriales se llenaron de equipos de construcción.

Los pequeños pueblos empobrecidos de la zona, que han tenido problemas con los servicios básicos, empezaron a experimentar una escasez de agua más prolongada y más apagones, según más de una decena de residentes.

“Hay personas con insuficiencia renal que ocupan sus máquinas para su tratamiento —explicó Manuel Rodríguez, representante del gobierno local—. Hay personas con diabetes que tienen que tener refrigerado su medicamento”.

La compañía eléctrica nacional de México atribuyó los recientes apagones a la caída de rayos y a animales callejeros que chocan contra los equipos.

Los residentes se han visto afectados económicamente por las interrupciones del suministro de electricidad y agua. En Viborillas, localidad cercana a los centros de datos, Elizabeth Sánchez y sus vecinos empezaron a sufrir cortes de agua en junio de 2024. Ahora se reparten una cuota equivalente a 60 dólares por los camiones cisterna privados.

Sánchez, ama de casa de 39 años, también ha tirado comida en mal estado tras los cortes de electricidad. Un apagón reciente estropeó la computadora de su hija y el refrigerador.

“No es que aguantes, sino como que te adaptas”, dijo Sánchez, y añadió que un trabajo a tiempo parcial como mensajera le ha ayudado a cubrir los costos.

Dulce María Nicolás, de 30 años, madre de dos hijos en Las Cenizas y propietaria de una tienda de comestibles, dijo que los apagones la habían obligado en dos ocasiones a tirar comida podrida del refrigerador familiar este verano, mientras que los prolongados cortes de agua la empujaron a comprar más tinacos para almacenar agua.

“Era un doble gasto”, afirmó. Sus hijos han contraído infecciones estomacales cuando la familia no puede lavar los platos adecuadamente, y se ha cancelado la escuela cuando no se podía descargar el agua en los inodoros.

Los niños se centraban sobre todo en los cortes de electricidad, que los privaban de sus teléfonos. “Este niño no puede vivir sin tecnología”.

La coincidencia de los tiempos en que se produjeron los problemas —después de que entrara en funcionamiento el complejo de centros de datos de Microsoft— apuntaba a un culpable, dijo Nicolás. “Ellos sí tienen luz”, dijo refiriéndose a la empresa tecnológica. “Y yo me quedo sin nada”.


RM

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