La Sierra Norte de Puebla, uno de los principales pulmones verdes del estado, fue golpeada recientemente por fenómenos naturales cuyo impacto fue mayor a causa de acciones como la tala clandestina, los incendios forestales y la urbanización, factores propiciados por manos de hombres y mujeres que han debilitado la zona.
Durante octubre, las fuertes lluvias derivadas de la convergencia de intensos fenómenos meteorológicos saturaron la zona montañosa, desencadenando el desbordamiento masivo de ríos y una oleada de deslaves que sepultaron tramos carreteros y viviendas.
Esto expuso la vulnerabilidad del terreno en esta región de la entidad, perjudicando principalmente a 23 municipios y causando la muerte de 22 personas.
La pérdida del bosque debilita la tierra
Francisco Javier Sánchez Ruiz, investigador de la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), alertó sobre el debilitamiento que existe actualmente en dicha zona a consecuencia de la pérdida de recursos forestales.
EL DATOPérdida de recursos verdes
De acuerdo con datos de la Asociación Global de Recursos Forestales, la Sierra Norte tuvo una pérdida de entre 2.7 y 3.2 por ciento de sus recursos verdes, además de que durante el último año dejó de contar con 961 mil hectáreas.
Dicha situación se ha traducido en un debilitamiento de los recursos del suelo para absorber y filtrar el agua, propiciando que se generen inundaciones y, por ende, afectaciones para los habitantes de la región.
“Sirve para retener o contener la mayor cantidad de agua posible y que sea infiltrada sobre la superficie o los mantos freáticos; al perderse una cantidad de recursos forestales, no tenemos la manera de contener las lluvias”, expresó.
Sánchez Ruiz explicó que las condiciones de la Sierra Norte permiten una alta capacidad para absorber y filtrar el agua; sin embargo, las actividades humanas se han convertido en un factor en contra.
Esto al señalar que cada vez son más comunes los casos de tala clandestina en los municipios de la zona, además de los incendios forestales provocados por personas o causas naturales.
“Tenemos factores como la tala de árboles de manera clandestina, que no ha sido regulada. Tenemos incendios que se presentaron durante la temporada de estiaje en la Sierra Norte y que no se lograron controlar”, declaró.
Reforestaciones sin planeación agravan el problema
El investigador también consideró que las autoridades de los tres niveles de gobierno han atendido dicha problemática de manera errónea, al llevar a cabo campañas de reforestación sin una correcta planeación, provocando un daño en lugar de un beneficio.
Detalló que, en la actualidad, apenas dos por ciento de los árboles que son plantados logran sobrevivir, toda vez que las condiciones del suelo no son propicias para su preservación, además del aumento de la erosión.
“Necesitamos, en lugar de campañas grandes de reforestación, campañas pequeñas que sean conscientes e involucrar a la comunidad para que ayuden a que estos árboles puedan lograrse y recuperar las zonas forestales”, manifestó.
Urbanización ordenada, clave para la prevención
Sobre el tema, Melissa Schumacher, arquitecta de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), señaló que se debe poner especial atención a la urbanización de las zonas rurales, como lo es la Sierra Norte del estado.
Indicó que el crecimiento de la población ha orillado a las personas a construir sus viviendas en zonas como cerros y bosques, sin tomar en cuenta las condiciones del área en la cual se establecen.
“La gente puede construir su vivienda como le gustaría, pero cuando llegan equipamientos urbanos que no están creados para el clima, rompen con la armonía que ya tenían los asentamientos humanos con la naturaleza”, señaló.
Por ello, consideró importante que las autoridades de los tres niveles de gobierno actúen de manera coordinada con la ciudadanía para establecer planes de ordenamiento territorial y, con ello, evitar tragedias.
Bajo dicho escenario, ejemplificó que Cuetzalan es un caso positivo, donde la construcción de viviendas y demás inmuebles se ha ido acoplando a las condiciones naturales del municipio.
Turismo y desarrollo sin control también dañan
Schumacher González también consideró fundamental que sectores como el turístico no deben fomentarse a costa del medio ambiente, ya que ha habido escenarios donde se construyen hoteles y atracciones en áreas verdes, generando daños a los ecosistemas.
“Cuando llega una urbanización y arrasa con todo, hay una consecuencia que puede hacer que cualquier lluvia fuerte o evento de la naturaleza provoque una desgracia”, manifestó.
La académica de la UDLAP refirió que es importante fomentar los atlas de riesgos en los municipios y que estos consideren las proyecciones de crecimiento a futuro de sus zonas urbanas.
Esto con la intención de que existan planes de urbanización que se adecuen a las condiciones naturales donde se pretende desarrollarlos, y no sea la naturaleza la que deba adaptarse a la voluntad del ser humano.
Tanto Schumacher González como Sánchez Ruiz coincidieron en que las personas deben tener mayor conciencia sobre las acciones que realizan en sus entornos naturales, ya que, de lo contrario, las repercusiones de los fenómenos meteorológicos serán cada vez más graves.
Una amenaza que se extiende a todo el estado
La mano del hombre y sus efectos negativos en la naturaleza no solo se han reflejado en la Sierra Norte de Puebla, sino también en otros municipios, como San Andrés Calpan, ubicado a una hora de la capital del estado.
Pobladores de la región señalaron a esta casa editorial que también se han presentado deslaves en zonas naturales como consecuencia de la tala clandestina y el crecimiento de la mancha urbana.
Los ciudadanos afirmaron que en varias partes de la región se ha realizado cambio de uso de suelo sin los permisos de las autoridades y sin medir los impactos ambientales de dichas acciones.
Por este motivo, expresaron su temor a que fenómenos naturales, como las fuertes lluvias, provoquen afectaciones a la población, por lo que hicieron un llamado a la sociedad para cuidar el entorno natural.
“Es un círculo vicioso en el que como sociedad no nos responsabilizamos, y si no hacemos algo, cada vez serán más fuertes los vientos y las lluvias”, expresó una ciudadana bajo condición de anonimato.
EHR