El estado de Puebla aparece en segundo lugar nacional por el número de panteones en operación, al contar con 410 espacios dedicados al albergue de restos y cenizas de seres humanos.
De acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (Denue) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el estado con más panteones es Oaxaca, con 468 inmuebles especializados en recibir a los difuntos.
A nivel nacional, el país cuenta con más de siete mil 526 camposantos, entre públicos y privados, que desde el pasado fin de semana y hasta el próximo domingo, recibirán a cientos de personas que recordarán a las personas que se adelantaron en el camino.
La tercera entidad con más panteones es el Estado de México, con 332 panteones, donde se encuentra el cementerio Jardines del Recuerdo, uno de los panteones privados más grandes de América Latina, y el Panteón General de Toluca.
La cuarta posición es para Veracruz, entidad que presenta 255 recintos, uno de ellos es el Panteón de Xalapa, declarado como monumento histórico en 1986 por decreto presidencial, y el Panteón de Orizaba, fundado en 1897.
En el quinto lugar aparece el estado de Jalisco, con 191 panteones. Sus espacios más emblemáticos son el Panteón de Belén, que hoy es un museo; el Panteón Guadalajara; y el de Mezquitán.
Puebla, rodeada por panteones
Dentro del territorio poblano, uno de los camposantos más emblemático es el Panteón Municipal, construido en 1887, con cerca de 300 tumbas, las cuales están catalogadas como monumentos históricos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Otro de los espacios más representativos es el Panteón Francés, en el que descansan los restos de los combatientes galos que murieron en la Batalla del 5 de Mayo.
Los panteones en su concepción actual en México y en particular en Puebla, se remontan a los tiempos del Virreinato, en particular a los problemas de salud que se enfrentaban tanto en el ahora territorio mexicano como en España. Ante ese contexto, el rey Carlos III emitió la Real Cédula de 1787 en la que exigía implementar la antigua práctica de enterrar a los muertos en lugares fuera de las áreas pobladas.
De acuerdo con la investigación del académico de la UAP, Jorge Luis Morales Arciniega, el ayuntamiento de la Puebla de los Ángeles, segunda ciudad del virreinato, eligió primero como panteón un sitio al norte, fuera de la traza española y cercano al río de san Francisco y en la ladera del cerro de San Cristóbal o Belén o Guadalupe: el arrabal de Xanenetla. Pese a lo anterior, algunas familias optaban por enterrar a sus muertos en el cementerio al Real Hospital de San Pedro.
En 1827, en Puebla se expidió la “Ley de Cementerios” que nuevamente exigía la erección de panteones fuera de poblado. Por aquellos tiempos, se decidió ocupar como cementerios unas huertas propiedad del Colegio del Estado, ubicadas frente al templo del barrio de San Sebastián, al sur poniente de la traza, junto al antiguo templo de San Javier y frente al Paseo Bravo. Allí fueron enterrados los más de tres mil poblanos.
“La Puebla de los Ángeles del siglo XIX, vivió no sólo los muchos sitios militares que, producto de la inestabilidad interior y exterior de la naciente nación, la asolaron en varias ocasiones, sino que estuvo sitiada en sus cuatro puntos cardinales por sus muertos, a los panteones de religiosos, hay que agregar los de los templos de: los Remedios, al oriente; San José, al norte; además de los panteones de Xanenetla y San Javier”, revela el análisis de Morales Arciniega.