En muchas regiones afectadas por el crimen organizado y la guerra entre cárteles de drogas, la vida diaria transcurre bajo una constante sensación de amenaza e inseguridad.
Aunque poco se habla de ello, la exposición prolongada a hechos violentos —ya sea a través de la observación directa, medios de comunicación o redes sociales— genera un impacto profundo en la salud mental de las y los mexicanos.
En la última semana, MILENIO explicó como el narcotráfico ha logrado expandir su control en el país; desde zonas fronterizas, hasta entidades en las que antes su presencia era nula o limitada.
Pero, ¿qué hay de los efectos de esta expansión?
El impacto psicológico invisible de la violencia del crimen organizado
Diversas investigaciones y estudios académicos realizados durante los últimos años refieren que vivir en un entorno de violencia constante puede tener efectos profundos en la salud mental de las personas.
En febrero de 2005, María Elena Medina Mora Icaza, psicóloga mexicana, publicó el artículo Prevalencia de sucesos violentos y de trastorno por estrés postraumático en la población mexicana.
En él, refiere que las consecuencias de la violencia varían en su expresión, pero pueden incluir trastornos severos como depresión, ansiedad generalizada y trastorno por estrés postraumático (TEPT).
"Otras manifestaciones incluyen problemas en el funcionamiento social, síntomas somáticos y problemas psicosociales que pueden persistir durante muchos años y afectar la calidad de vida de las personas, sin que llegue a manifestarse un síndrome de estrés postraumático".
Por otra parte, en la investigación 'Narco' Emotions: Affect and Desensitization in Social Media during the Mexican Drug War, encabezada por la científica informática y social Munmun De Choudhury, se señala otro efecto psicológico: la desensibilización.
"La desensibilización afectiva tiene implicaciones para la salud mental, ya que puede provocar un deterioro en el rendimiento cognitivo, dificultades de atención, y es un factor estresante que puede desencadenar el trastorno de estrés postraumático (TEPT), un trastorno de ansiedad asociado con efectos fisiológicos dañinos".

La contribución de la guerra contra el narcotráfico en los efectos psicológicos
A sus 31 años de edad, Jessica aún no puede registrar el número de familiares o amigos cercanos bajo alias como "mamá", "hermana" o "amor".
Hace más de una década, durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, sus padres le indicaron tener cuidado con sus contactos, pues si su celular era robado, podían ser víctimas de extorsión. El temor persiste en la actualidad.
En dicha época se intensificó la militarización de la seguridad pública, y con ella también la violencia en gran parte del país.
Acorde con Cecilia López Pozos, docente e investigadora en Universidad Autónoma de Tlaxcala, durante la llamada guerra contra el narcotráfico se suscitaron una gran cantidad de efectos desestabilizadores.

Las ejecuciones, los secuestros y las desapariciones comenzaron a ocupar los encabezados con una frecuencia alarmante. Pero también empezaron a instalarse en lo cotidiano: en los hábitos, en el lenguaje, en los silencios.
Y es que, ante el intento del ex presidente panista, las organizaciones criminales optaron por una escalada de violencia que sirvió para blindar los territorios ocupados y mantener atemorizada a la población general, explicó.
"Utilizaron como herramienta de intimidación la violencia física y simbólica con todo tipo de tácticas de terror, como el único lenguaje para controlar a sus integrantes e intimidar a sus enemigos y victimizar a la ciudadanía".
La académica indicó que ello creó una constante de incertidumbre e inseguridad en todos los niveles, en gran parte por el creciente número de desaparecidos y muertos.
"Las repercusiones psicosociales se vieron reflejadas en malestar individual y colectivo, alterando la salud mental de las víctimas que después del trauma viven bajo el dominio del miedo y el pánico; signos de una cultura del terror (...)".
¿Qué hacer ante la sobreexposición a noticias de violencia?
En un país donde los informes sobre enfrentamientos, desapariciones y ejecuciones ocupan un espacio constante en los medios y redes sociales, proteger la salud mental se ha convertido en una necesidad tan importante como informarse. Aquí algunas recomendaciones:
1. Elegir fuentes confiables
Acceder a información verificada, contextualizada y sin tintes sensacionalistas puede reducir la ansiedad. Optar por medios que prioricen el análisis sobre la alarma ayuda a mantener la calma sin dejar de estar informados.
2. Cuidar el lenguaje
El uso reiterado de palabras como “levantón”, “encobijado” o “narcoviolencia” sin una reflexión crítica puede insensibilizar y normalizar la violencia. Elegir cómo se informa y comunica también es un acto de cuidado emocional.
3. Fomentar espacios de conversación y contención
Hablar del miedo, la frustración o la tristeza con familiares o personas de confianza puede ayudar a canalizar emociones.
4. Buscar ayuda profesional
Cuando la angustia, el miedo o el insomnio se vuelven parte del día a día, es importante acudir a un especialista.
RMV.