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'La Ogresa' de la colonia Roma: ¿quién fue Felícitas Sánchez, mujer que horrorizó a la CdMx en 1941?

Parte 4: La historia de la partera clandestina en CdMx que recibió dos condenas

La partera, originaria de Veracruz, recibió apodos como 'La Descuartizadora' y 'La Mujer Hiena'

La colonia Roma, en donde hoy se pretenden implementar medidas para combatir la gentrificación, se ha consolidado durante el último siglo como una de las zonas más icónicas de la Ciudad de México, pues ha albergado un sinfín de historias —tanto reales como ficticias— que permanecen en el ideario de los capitalinos.

Es en esta zona en donde se ambientan Las Batallas en el Desierto de José Emilio Pacheco y en donde Alfonso Cuarón desarrolló parte de su película Roma, que lo llevó a ganar tres permios Oscar en 2019. También en esta colonia descansan los restos del padre Miguel Agustín Pro Juárez, sacerdote católico acusado falsamente de orquestar un atentado contra Álvaro Obregón en 1927.

Dentro del cúmulo de relatos que tienen a la colonia Roma como escenario principal, destaca el caso de Felícitas Sánchez Aguillón, una mujer oriunda de Veracruz que en la década de 1940 fue conocida en la Ciudad de México como La Ogresa, La Descuartizadora y La Trituradora, alias atribuidos por la prensa de aquel entonces al descubrir su participación en abortos clandestinos. ¿Cuál es la historia de esta mujer? En MILENIO te contamos.

¿Quién fue Felícitas Sánchez Aguillón?

Pese a la poca documentación sobre los orígenes de Felícitas Sánchez Aguillón —a menudo identificada también con los apellidos Sánchez Neyra—, la psicóloga Norma Lazo y la escritora Verónica Llaca coinciden en sus respectivas obras en que la mujer provenía de la hacienda de Cerro Azul, enclavada en el norte de Veracruz.

Al cumplir 17 años en 1907, Felícitas Sánchez abandonó su pueblo natal para trabajar en Xalapa. Ahí, según la reconstrucción compartida por Llaca en La Herencia, consiguió un puesto como intendente en una clínica y, con el tiempo, se interesó por la Enfermería. Sin ingresar a una institución formal de estudio, se instruyó en la materia y, mediante la práctica, se formó como partera.

Sobre las siguientes dos décadas de su vida existen más leyendas que certidumbres. Uno de los datos más difundidos es que estuvo casada con un hombre llamado Carlos Conde, quien trabajaba en una de las perforadoras petroleras que se asentaron en Veracruz en el preludio de la Revolución Mexicana.

En circunstancias poco claras, Felícitas Sánchez y Carlos Conde se mudaron a la Ciudad de México en 1923 y encontraron en la colonia Roma una oportunidad para continuar su vida. Lograron asentarse en un departamento ubicado en el tercer piso del edificio marcado con el número 9 de la Cerrada de Salamanca.

Imagen actual de casa de Felícitas Sánchez en la colonia Roma
Así se ve actualmente la calle en donde vivía Felícitas Sánchez | Google Maps

La colonia Roma recién se había fundado en noviembre de 1902 como parte de un acuerdo celebrado entre el Ayuntamiento y la Compañía de Terrenos de la Calzada de Chapultepec. Para las fechas en que Felícitas Sánchez arribó a esta zona, la Roma se encontraba en un proceso de transición, caracterizado por la llegada de carrancistas y obregonistas.

Se presume que en la Ciudad de México, Sánchez aprovechó sus conocimientos como partera y comenzó a ganar dinero por ayudar a las mujeres de la zona —que no podían pagar servicios médicos especializados— a dar a luz. Con el paso de los años, sus actividades se extendieron a la interrupción de embarazos.

¿Cómo descubrieron las actividades de Felícitas Sánchez y de qué la acusaron?

En un capítulo del libro Crimen y justicia en la historia de México, editado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la investigadora Martha Santillán Esqueda refiere que el escándalo que definió la última parte de la vida de Felícitas Sánchez comenzó en las cañerías.

Francisco Páez, dueño de un estanquillo ubicado debajo del departamento de la veracruzana, alertó a la prensa el 9 de abril de 1941 que las tuberías de desagüe se habían atascado. No era la primera vez que esto sucedía, pero ante el desinterés del encargado del edificio, Páez decidió revisarlas por cuenta propia. Lo que obstruía el drenaje eran restos humanos.

Los reportes periodísticos señalan que, en concreto, lo que hallaron en la tubería era un par de piernas que, debido a su estado, resultaba difícil identificar si correspondían a un feto o, en todo caso, a un recién nacido.

En meses anteriores los vecinos habían encontrado partes de fetos en distintas calles de la colonia Roma, por lo que rápidamente ligaron ambos hechos con Felícitas Sánchez y la acusaron de ser una asesina serial. La policía la buscó en su departamento y en la miscelánea 'La Quebrada' que había logrado inaugurar en la calle Guadalajara, pero no la encontraron.

Las autoridades policiacas montaron un operativo de vigilancia en la zona y entrevistaron a todas las personas que, en ese momento, se encontraron dispuestas a señalar las actividades de Sánchez.

Uno de los agentes investigadores asignados al caso fue José Acosta Suárez, uno de los detectives que, al año siguiente, participó en el caso de Gregorio Goyo Cárdenas Hernández, a quien se le conoció como el primer feminicida serial de México.

Los esfuerzos de la policía rindieron frutos días más tarde. El 12 de abril 1941, Felícitas Sánchez se disponía a huir a Veracruz con la esperanza de que nadie la buscara en su estado natal. Sin embargo, un par de agentes la detuvieron cuando salía de una casa en la colonia Buenos Aires.

En aquel entonces se difundió el rumor de que Sánchez le había entregado a la policía una lista de las clientas que habían acudido a ella para abortar de forma clandestina, pero esto nunca se comprobó de forma oficial.

Santillán Esqueda refiere en su investigación que a Felícitas Sánchez se le atribuyeron —de forma imprecisa— miles de infanticidios. En su defensa, la partera declaró que "atendía a muchas mujeres con embarazos complicados y con pocos meses de gestación, con hemorragias inevitables". Al hablar de sus actividades, reconoció que arrojaba los fetos por el inodoro.

El caso de Felícitas Sánchez desató un profundo horror en la sociedad capitalina de aquel entonces. Sin embargo, nunca pudo ser procesada por aborto ni por infanticidio, los únicos crímenes que el Código Penal de ese entonces asociaba con el sexo femenino como victimarias.

Dentro de ese marco legal, el aborto provocado a una madre con previo consentimiento de la misma acreditaba una pena de hasta cinco años de cárcel. Por otro lado, el infanticidio era entendido como el asesinato de un recién nacido en sus primeras 72 horas de vida a manos de su padre o madre; este delito era castigado con entre seis y diez años de prisión.

Ya que ninguna de las clientas de Felícitas Sánchez fue arrestada, no hubo manera de acreditar el delito de aborto. "No bastaban las acusaciones de los vecinos ni de los diarios", destaca Santillán. Tampoco se corroboró que sus actividades encajaran con lo que las normas definían como infanticidio.

El juez Clemente Castellanos únicamente declaró culpable a Felícitas Sánchez de violar las leyes de inhumaciones. Su caso pasó a otro juzgado, en donde se le otorgó la libertad bajo una fianza de 600 pesos. "Ello demuestra que Felícitas tuvo dos sanciones: la judicial y la moral expresada en el descrédito", expone la investigadora.


Poco después de haber librado su proceso judicial, Felícitas Sánchez se quitó la vida el 16 de junio de 1941 mediante una sobredosis de anestésicos.

BM.

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Baruc Mayen
  • Baruc Mayen
  • Editor digital en la Unidad de Crecimiento de Milenio. Especialista en investigaciones a profundidad sobre derechos humanos, violencia y seguridad. Comunicólogo egresado de la FCPyS de la UNAM y apasionado de la fotografía.
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