En el año 2013, el IMSS y la Academia de Medicina publicaron La mujer en el ejercicio de la medicina. Allí, la doctora María del Carmen Gracida Juárez escribió un capítulo titulado La mujer y la cirugía, donde relató historias de pioneras que rompieron los muros del silencio. Contaba cómo James Barry, médico del ejército británico, fue reconocido toda su vida como hombre, hasta que después de su muerte se descubrió que era mujer. Hablaba también de Elizabeth Blackwell, que fue rechazada por doce universidades antes de poder titularse como médica en
1849. En esas páginas la doctora Gracida dejó flotando una pregunta: ¿tendremos alguna vez una mujer presidenta?
Doce años después, esa pregunta ha sido respondida afirmativamente con la llegada de la primera mujer, y además científica, a la Presidencia de la República.
La doctora Gracida también fue la primera en su profesión, antes de ella no había trasplantólogas en el Seguro Social, esto le ha valido incorporarse como la tercera mujer en la Plaza de las Médicas y Médicos Ilustres del IMSS.
Fue fundadora y presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes, maestra de muchas generaciones de especialistas que, gracias a sus conocimientos, han salvado vidas dentro y fuera de nuestra institución. Coordinó más de mil doscientos trasplantes y con su legado, el IMSS es hoy la institución que más trasplantes realiza en México. Estos procedimientos se llevan a cabo en 93 hospitales con la operación de 73 coordinadores hospitalarios de donación que, tan solo en 2024, realizaron mil ochocientos trasplantes y en lo que va de 2025, hemos roto la meta, pues se han realizado 2 mil 763.
Estos méritos ya serían suficientes para reconocerla. Sin embargo, lo que también vimos en ella y quisimos destacar, es su forma de ser. Sus pacientes la recuerdan como humanista, bondadosa, sonriente, cariñosa, ética. Ese rasgo de humanidad que tanto necesitamos en el presente es lo que, además de su talento médico, la distingue y engrandece.
Hoy, la medicina mexicana ya no es un retrato de hombres en blanco y negro, sino un mural con voces, manos y rostros de mujeres. Las médicas del Seguro Social son mayoría: seis de cada diez del personal médico es mujer; catorce delegadas estatales y ocho directoras de Unidades Médicas de Alta Especialidad.
Y no es una concesión, es una transformación. Porque la medicina no solo cura, también corrige la historia. Como dijo la doctora Gracida en una de sus lecciones, quien recibe un trasplante tiene dos nacimientos. Quizá eso mismo ocurre con el país cuando una mujer abre el camino: nace dos veces.
En el segundo piso de la cuarta transformación, la presidenta Claudia Sheinbaum nos ha pedido construir la República de la Salud: un país donde nadie tenga que elegir entre cuidar y ser cuidado, entre trabajar o atender a su familia, entre la vocación y la vida.
Por eso construimos los Centros de Educación y Cuidado Infantil, por eso formamos más médicas y médicos que nunca, por eso seguimos creciendo en hospitales, plazas, basificaciones y salarios. Porque el tiempo de la salud es también el tiempo de la igualdad.
Así como a la doctora María del Carmen Gracida Juárez, también reconocemos a médicas y médicos de todo el país por sus méritos, por estar siempre presentes donde más se necesitan, pero también por su atención y buen trato, para lo cual solo hace falta una condición: ser humano. En la esperanza que encarnan para sus pacientes todos los días, radica la posibilidad de una vida mejor, y a veces, incluso, de una segunda oportunidad sobre la tierra.