No tiene timbre. Tampoco cuenta con un número exterior y mucho menos con un domicilio específico, pero desde su construcción en 1934 para que el presidente Cárdenas habitara con su familia, en Los Pinos se gobernó el país. Sin embargo, con el paso de los años, se convirtió en el lugar donde se aisló el poder de la realidad y se fortaleció la opulencia, el lujo y el derroche.
Al interior de este terreno que es 14 veces más grande que la Casa Blanca, (perfectamente amurallado y custodiado por los elementos del extinto Estado Mayor Presidencial) se encontraban residencias y oficinas que se acompañaban por jardines, fuentes, lagos, muebles y decoraciones afrancesadas. En la historia quedará que ahí se celebraron grandes fiestas con los artistas del momento, hubo un tren eléctrico, canchas de tenis o se hicieron sesiones fotográficas para revistas de sociales.
El presidente López Obrador había señalado que, a su llegada al gobierno, Los Pinos se convertirían en un espacio para el arte, la cultura y la ciencia. Desde el 1 de diciembre de 2018, gracias al impulso de la secretaria Alejandra Frausto, el Complejo Cultural Los Pinos es una realidad.
La pandemia nos puso a prueba en todos los sentidos. Había retos muy importantes: la seguridad del personal de salud y de sus familias era prioritario. Al temor de un contagio del personal se sumaba el miedo de llevar el virus a casa y, lo peor, las agresiones que llegaron a sufrir.
¿Qué hicimos? Contactamos a cadenas hoteleras y de transporte para ofrecer esos servicios al personal que así lo decidiera. Hubo disposición y solidaridad, pero varios hoteles habían parado y no tenían capacidad para operar. Ante la demanda de espacios amplios y bien conectados tuvimos que tomar otras medidas.
Uniendo esfuerzos y trabajando en conjunto: IMSS y Cultura decidimos abrirle las puertas de Los Pinos al personal de salud. Se adecuaron las instalaciones y así, la noche del 4 de mayo de 2020, después de 14 presidentes, los siguientes servidores públicos en ocupar la suite presidencial y la casa Miguel Alemán fueron los del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Ahí vivieron más de 80 héroes de la salud provenientes de los centros médicos Nacional La Raza y Siglo XXI, del Hospital General de Zona No. 27 de Tlatelolco, del 194 El Molinito, y del 1-A, Los Venados. Los servicios eran completos: alimentación, aseo, lavandería, esparcimiento y atención psicológica.
Esta operación tuvo el respaldo del Sindicato Nacional del Seguro Social, que se encargó del transporte para trasladar a médicos y enfermeras a su centro laboral y regresarlos al término de su intensa jornada.
Hasta el 31 de agosto que funcionó el recinto se recibieron donaciones de empresas como Liverpool, Sheraton Maria Isabel, Hilton México, El Palacio de Hierro, Danone, el Restaurante Rosetta y muchas más que buscaron hacer de esa estancia algo inolvidable. A todas y todos los involucrados:
¡Gracias! Hicieron posibles historias como la de Gabriela Quezada, enfermera intensivista, que en una carta que me envió aseguró que vivir en ese gran lugar “demostró un ejemplo de solidaridad que alimentó su espíritu para no decaer, tomar fuerzas y volver a su labor con entusiasmo”.
Muchas veces la realidad nos exige estar a la altura de las circunstancias, nunca el servir a México había sido tan satisfactorio como hoy. Poner a disposición la Residencia Oficial de Los Pinos para ser ocupada como vivienda temporal para los trabajadores del IMSS nos muestra cómo las cosas sí han cambiado. Hoy, Los Pinos es la casa del pueblo de México.
Zoé Robledo
@zoerobledo