Me llamó la atención leer que entre los requisitos para acceder al Programa de Fondos Guanajuato no había un plan de saneamiento de la empresa y/ un programa de mejora de productividad de los factores de la producción encargado al Director-Gerente de la Empresa.
Este es uno de los primeros requisitos para que la Unión Europea autorice programas de ayuda de salvamento o empresas en crisis, enfatizando que el programa debe consistir en una ayuda –que no crédito- única y la importancia del realismo del plan de salvamento.
Nada de esto se pidió a las empresas en el único Programa de Reactivación de la Economía con que cuenta Guanajuato por 3 mil millones de pesos, cantidad que no volverá a venir y que se extrañará a futuro, cuando los activos de las empresas vayan siendo abandonados por los empresarios, incapaces de recuperar su actividad económica de contención de la oferta y la demanda.
En su libro sobre Gerencia de empresas en crisis, de Peter Drucker, recomienda en primer lugar la diferenciación entre políticas de asistencia social con programas de política económica de ayuda a las empresas.
Tal parece que los Fondos Guanajuato se elaboraron teóricamente dirigidos a lo segundo, cuando la realidad era tener un poco más tranquilos a los empresarios en momentos en que apenas empieza la crisis.
Será inevitable la desaparición de miles de empresas, entre ellas, de los sectores calzado y automotriz.
Es preciso que las nuevas empresas que se creen, que sean abandonados por sus dueños o que sean objeto de transformación de sus viejos propietarios tengan en cuenta “que las situaciones han cambiado”; que el entorno no es el mismo, y por lo tanto, ante nuevos entornos debo cambiar mi objeto –convertir el cambio en actitud, no estrategia-, reducir gastos al último, romper líneas de negocio que no son negocio, acometer una nueva política y comunicación de nuestros recursos objetivos, acudir al despido como último motivo de rescate de la empresa y actuar viendo hacia el futuro: nuevos mercados, nuevos procesos, diferentes productos, sectores distintos.
De otro modo las empresas en la entidad no están haciendo otra cosa que retrasar el momento de la quiebra.
Michael Porter, en su libro Estrategia competitiva, en su capítulo de Dirección de empresas en declive, que ahora es aplicable a la gran mayoría de las empresas mexicanas, escribe que estos sectores se caracterizan por una inevitable caída de la demanda, que tarde o temprano llevará a la salida de la empresa, aunque se puedan “exprimir” lo que queda del mercado y ocuparse de sectores de nicho como estrategias para retrasar la salida, en la que se busca como última medida “descremar” (sacar la última gota de leche), antes de que nos unamos, fusionemos con otra empresa, o tengamos auténticas nuevas capacidades humanas, tecnológicas y de mercado que nos permitan reinventar la empresa –situaciones poco comunes-.
Es curioso que ya en 1980 Michael Porter habló del sector del calzado como una industria en ciclo de declive, cuando nos encontramos 40 años después de la elaboración de la primera edición de ese bestseller.
A la industria del automóvil tampoco le echaba muchas porras, en circunstancias en que se calcula que el mercado norteamericano disminuirá su demanda en cerca de un 35% (cuatro puntos del PIB del estado).
Ojalá el gobierno estatal incluya estas medidas de política económica, en lugar de “parches” que solo retrasan el tiempo de lo inevitable.
* Máster y Doctor en Derecho Económico. Profesor Investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad De La Salle Bajío y miembro nivel I del SNI. Autor del libro Competencia en tiempos de crisis.
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